Sony - Tres estrellas y media
En su quinto disco, Justin Timberlake sigue apostando a las bases de Timbaland/Neptunes estilo Futuresex que lo convirtieron en la estrella de pop masculina más grande de su generación. Pero gran parte de Man of the Woods también viene con el brillo del country, el blues y el folk. Timberlake cambia el traje y la corbata por un overol, y canta acerca de ideales como la protección, el orgullo y las manos sucias. “Livin’ Off the Land” es un lamento sobre un trabajador que debe pagar una deuda de la tarjeta de crédito. La guitarra steel llorona y los sonidos cavernosos de 808 del tema del título ofrecen un suspiro de country rap. “The Hard Stuff” sería una balada de country estilo “en las buenas y en las malas” si no fuera por su base electrónica. “Ya pasaron muchos inviernos, te voy a dar calor”, canta en “Flannel”, una canción que suena como el indie folk de los Fleet Foxes con una máquina de ritmos.
Man of the Woods se toma su tiempo para llegar al corazón rural. La mayor parte de la primera mitad es un funk futurista y cosmopolita del más alto calibre. Por supuesto, al moverse tan rápido entre géneros, a Timberlake el árbol le tapa el bosque: se trata sin dudas de su disco menos cohesivo. Alguien podría considerar que esto es un desperdicio de uno de los mejores showmen del pop, pero liberá tu mente, y dejá que tu culo tome el control: éstas son las canciones de uptown funk que estaban faltando desde que el pop se puso narcótico y orientado a la discoteca.
Christopher R. Weingarten
LA NACION