Justin Timberlake y Jessica Biel: un amor que se rompió y volvió a nacer
Esta historia comienza de adelante hacia atrás. Es que el presente encuentra a la pareja conformada por Justin Timberlake y Jessica Biel en uno de sus grandes momentos. Pasaron once años desde que se conocieron. Once veranos donde la pasión no solo no menguó, sino que vivenció un in crescendo al mejor estilo de las tramas de ficción. Pero es real. La chica de Minnesota nacida en 1982 y el muchacho de Memphis nacido un año antes, hoy disfrutan de una vida con múltiples compromisos laborales y sociales, pero que tiene una prioridad con nombre propio: Silas Randall, el primer hijo de este matrimonio. Cuando el 8 de abril de 2015 se convirtieron en padres, algo cambió para siempre. Como suele suceder.
Con mucho de prejuicio de por medio, pocos confiaban en la continuidad de esta relación. Y mucho menos en los talentos para el criado de un niño por parte de estos padres bellos, sensuales, millonarios y exitosos. Pero el prejuicio suele darse de bruces. Enhorabuena que así sea. Y Jessica y Justin demuestran, día a día, lo buenos padres que son y la preocupación que para ellos significa la crianza de su hijo, por ahora único. "Es un papá ninja", dijo hace poco ella sobre los juegos que su marido improvisa para que el niño se duerma. "El le lava los dientes y tiene una voz con mucha autoridad para darle una orden", aún se sorprende esta madre que, de tan abnegada, postergó su carrera en pos de la crianza de su descendiente. Pocas o nulas apariciones públicas. Pocas o nulas visitas a programas de televisión. Concentración en la vida familiar. Y solo tomar aquellos trabajos que deparen una suculenta suma de dinero. Y una buena dosis de confirmación de fama internacional. Ese es el pacto. Para ellos, también, lo primero es la familia. Los fanáticos disfrutan de este nuevo rol. Aunque las mujeres no le pierden pisada a quien fuera integrante de N'Sync.
Cuando en 2014 él apareció en una foto besando la panza de su mujer, los rumores de la futura llegada del primer hijo quedaron confirmados. Era el día de cumpleaños de Justin. "Gracias a todos por sus deseos, este año tengo el mejor regalo". Y la historia comenzó a cambiar. "Ella me enseñó todo lo que me faltaba saber de la vida", dice él cada vez que puede. Así es el presente de esta taquillera pareja que sorteó varios escollos para poder construir la actual felicidad. Para Jessica "Justin es primordial en mi vida". Todo dicho. ¿Qué más se puede pedir?
En la última entrega de los Emmy, Jessica estuvo nominada por su papel en The Sinner. No ganó. Pero fue una buena oportunidad para mostrarse en la red carpet y confirmar lo feliz que está de ser madre de Silas, quien ya se alista a comenzar con su primera obligación: asistir al preescolar.
Tropiezos
La vida no es color de rosa. ¡Qué duda cabe! Eso queda para las películas de la época de oro de Hollywood. Jessica y Justin lo saben. Este presente acunado en lo amoroso de una familia estable tuvo que sortear algunas trabas. Esas que son pruebas. Retos al amor. "Nunca imaginé que lo nuestro fuese a prosperar, pero sucedió", confesó alguna vez la exmodelo. El se asesoró con un amigo, quien ofició de mediador sin que ella lo supiese.
Corría el 2007 y se entregaban, como cada año, los Golden Globes. Allí fue. Ahí esperó agazapado ese amor que nació para trascender. Allí fue el saludo inicial. Ella era una chica difícil. No iba a decir que sí tan fácilmente. "Sabía que tenía que luchar por conseguir su amor", confesó, alguna vez, el cantante. Los viajes constantes de él, para cumplir con sus compromisos ya como cantante solista o actor, imposibilitaban los encuentros cara a cara. Todo era a la distancia. Teléfonos, redes privadas. "Éramos dos adolescentes que no se podían besar", contó ella. Algo de ese romanticismo medieval y bucólico rubricó a la pareja.
Con todo, la distancia fue un obstáculo difícil de superar. Las agendas no coincidían. Y hubo un tiempo donde todo parecía que iba a naufragar. En realidad, sería el hundimiento de los intentos. La concreción aún no había llegado. El amor es más fuerte. Frase hecha y lugar común. Pero así fue. Se hicieron el tiempo. Buscaron el lugar. Y ese vínculo incipiente que la distancia, fruto de las obligaciones laborales, no pudo romper, comenzó a crecer más y más. "Ella hizo mucho para que lo nuestro no se esfumara. A mí me gustaba mucho, pero no estaba convencido que Jessica aceptase la vida de viajes que yo llevaba". Las tardes de deportes compartidos, las cenas en restós románticos alumbrados con velas y las noches en diversas partes del mundo, los sellaron a fuego. Aunque no todo fue color de rosa. Eso es solo para la ficción.
Amor de tres ciudades
Roma, París y Nueva York se convirtieron en mojones de esta pareja. Lugares simbólicos para sellar el amor. Justin tiene un piso muy cerca de la Quinta Avenida. En Manhattan, la pareja pasó y pasa buena parte de su año y de sus momentos más felices. Desde que iniciaron la relación, no fueron pocas las oportunidades en las que se los vio pasear de la mano por calles exclusivas lejos del asedio de los fanáticos.
Pero, a veces sucede, el diablo metió la cola en marzo de 2011. Esa temporada, los novios se separaron dando por terminada la relación. La cosa fue civilizada. Incluso no perdieron el contacto. Quedaron amigos. Se puede. No siempre. Será por eso que en diciembre de ese mismo año se permitieron la revancha. Y el amor resquebrajado, roto, pero que nunca se esfumó del todo, volvió a renacer. Y fue tan potente esa nueva oportunidad que él se atrevió a pedirle matrimonio un año después. El 19 de octubre de 2012, 150 invitados del círculo más cercano fueron testigos del "Sí, quiero" de ambos en un paradisíaco complejo Egznia Borgo en Fasano, Italia. La ceremonia sorprendió a la industria. La prepararon sigilosamente. Y fueron muy pocos los convidados. Se ganaron unos cuantos reproches. Todos querían estar. Se dice que Justin venía sintiéndose mal desde hacía una semana, sin embargo, en el casorio, se lo vio de buen humor, aunque un poco demacrado.
Jessica y Justin suelen cruzar el Atlántico varias veces por año. Para ellos, el mar es puente. Un puente azul que conecta Estados Unidos con algunas de las ciudades favoritas de la pareja. Roma es una de ellas. Allí vivieron el comienzo de su romance en una escapada apasionada en 2008. Será por eso que Italia fue el país elegido para sellar en matrimonio y ¿hasta que la muerte los separe? ese lazo que nació para quedarse.
No hace mucho tiempo atrás, se los vio de la mano por París. Los Campos Eliseos son adorados por Jessica y Justin, al punto tal que las escapadas a Francia se repiten una y otra vez. Así como Nueva York y Roma, la Ciudad Luz los cobija para potenciar ese amor que nació en medio de alfombras rojas y flashes indiscretos que ellos supieron eludir muy bien. Camuflados, suelen tomar sus infusiones preferidas en el café ubicado frente a la Opera.
Reglas propias
Jessica y Justin manejan un código propio. Infranqueable e irrompible. Ella jamás renegará de las fans adolescentes de él. El jamás se opondrá a que ella continúe con su exitosa carrera. Es cierto que los viajes menguaron. Justin está más tiempo en casa. Ahora es padre. Pero no ha abandonado su nutrida agenda de compromisos. Esa que potencia la cuenta bancaria millonaria. Ella no se queda atrás. Y si bien ahora está abocada a la maternidad, poco a poco va aceptando propuestas que le permiten recuperar su espacio, ya no como modelo. Su líbido está puesta en la actuación. Biel no quiere descuidar su carerra. Al contrario. Su intención es revalidar los títulos y la fama que le dieron personajes como Mary Camden en 7th Heaven. Desde ya, su prioridad es el pequeño Silas. Y también su nutrida agenda de compromisos solidarios. Junto a su padre ha fundado la red social Make The Difference Network. Y no se priva de participar en varios eventos que colaboran con diversas ONG por las causas más nobles.
En tanto, Justin Randall Timberlake no para de acrecentar su fama como cantante, compositor, actor, bailarín y productor. Sus emprendimientos empresarios son uno de sus fuertes. Atrás quedó su debut como cantante en el Mickey Mouse Club y la explosión con la banda de chicos sexys N´Sync, con la que vendió más de diez millones de discos solo en Estados Unidos. Hoy, el sexy joven con registro de tenor lírico cosecha los logros de su carrera solista, siendo un número puesto de Billboard. En sinergia con el pop que embandera, es convocado para trabajar en taquilleras propuestas familiares para la pantalla grande. Shrek, El Oso Yogui o Bad Teacher lo contaron como protagonista. Tiene casi todos los premios de la Industria del entretenimiento en sus vitrinas. Y una cuenta bancaria tan abultada que le permite generar emprendimientos más allá de la actuación. Desde un restaurante hasta un sello discográfico forman parte de su haber. Sin embargo, para él y para Jessica, Silas es la prioridad. Ese niño de tres años que coronó un amor sólido. Una pasión nacida para crecer en clave pop y espíritu teen.
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