Julio Bocca, Paloma Herrera y otras figuras de la danza argentina despiden a la gran Alicia Alonso
Estaba cerca de cumplir los 99 años. A nadie podía sorprender, entonces, la muerte de la exbailarina, maestra cubana y leyenda de la danza Alicia Alonso. Sin embargo la noticia, este mediodía, conmovió a diferentes generaciones de figuras de la danza argentina que pudieron conocerla y valorar el impacto de su obra en la historia mundial del ballet, así como evocar anécdotas en el escenario, recuerdos personales y también consideraciones sobre su fuerte carácter y su lugar emblemático en la cultura de la isla.
"La foto es de mediados de los años '80, cuando tuve la suerte de conocerla", cuenta Julio Bocca y envía a LA NACION la imagen en blanco y negro que lo muestra de smoking junto a la artista cubana, también elegante. "Ella me abrió su corazón, me abrió sus brazos para trabajar con su compañía. Nunca me voy a olvidar de mi última función con el Ballet Nacional de Cuba: subió hasta el primer piso de los camarines para entregarme un perfume que mandó a hacer especialmente para mí como un recuerdo (que aún lo sigo teniendo, por supuesto). Ver a Alicia en esas escaleras... Quisiera estar ahí, fue increíble. Noté el cariño y el respeto que me tenía como ser humano y como artista", se emociona la gran estrella de la danza argentina, ahora dedicado ahora a dar clases en compañías de todo el mundo. "Se va a extrañar su personalidad, su fuerza, su lucha por la calidad en la danza. Se la va a extrañar mucho, mucho, mucho. Este año tengo la suerte de poder asistir durante dos semanas, en diciembre, como maestro y ensayador de El Cascanueces a su compañía; será muy especial ahora tras esta partida. La verdad, contaba con la posibilidad de verla y darle un abrazo más. Esta ya en nuestros corazones y en la memoria de verla en el Teatro Lorca, o el Nacional, o el Colón o en la Metropolitan Opera House o en cualquier escenario del mundo".
El Ballet Nacional de Cuba está actualmente dirigido por otra artista de la isla, Viengsay Valdés, de 42 años, que se formó y creció en la compañía.
"Alicia Alonso es de esas personas que uno piensa que van a estar para siempre, que dejan una marca. Adoro Cuba y he tenido grandes experiencias allí gracias a ella, que me ha invitado a los festivales de La Habana –recuerda la exbailarina y actual directora del Ballet Estable del Teatro Colón, Paloma Herrera–. Es un shock cuando personalidades así no están más, pero sus huellas son tan importantes que quedan para siempre en la historia. En lo personal, me ha marcado muchísimo, desde chiquita. Trabajé con ella también en la filmación de Tema y variaciones, para Balanchine Trust. Va a estar en mi corazón siempre".
Más joven, pero con una carrera de quince años ya transitada en el mismo Ballet Estable, el primer bailarín Federico Fernández no puede olvidar cuando hace siete años viajó con una delegación del Teatro Colón a Cuba para bailar en el célebre festival y Alonso pidió tener un encuentro con ellos. "Esta carrera me dio la oportunidad de participar cuatro veces en el Festival Internacional de Ballet de La Habana. En 2012, Alicia Alonso quiso reunirse con nosotros: habíamos viajado con Lidia Segni, que entonces era la directora de la compañía, y mi compañera Carla Vincelli. Alonso estaba deseosa de contarnos anécdotas sobre la Argentina, nos hablaba de la gran Esmeralda Agoglia (de quien el museo de La Habana conservaba un tutú, además de un par de zapatillas de Jose Neglia), de todo su amor por la danza y sus ganas de volver al Teatro Colon. Nos contó, también, que en cada viaje seguía llevando todavía sus puntas en la cartera", cuenta el bailarín, que evalúa finalmente: "Se fue una verdadera leyenda, con un conocimiento y compromiso con la cultura y el arte pocas veces visto".
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Más enfocado en su carácter, Iñaki Urlezaga –que por estos días continúa trabajando en San Pertersburgo como coreógrafo– la define como "una mujer rígida, de un gran temperamento y una gran obstinación por lo que creía que debería ser. Una mujer muy comprometida políticamente con la danza de su país, que primero comenzó bailando con proyección internacional (para quien se crearon obras icónicas como Tema y Variaciones, de George Balanchine) para luego desarrollar las bases junto a su marido y su hermano de lo que hoy en día es el Ballet Nacional Cubano, reconocido en el mundo entero como una institución". Urlezaga, que también tuvo ocasión de conocer a Alicia Alonso en persona cuando era bailarín internacional, recuerda su lugar junto a Fidel Castro, de quien ella también era todo un símbolo. "Sin lugar a dudas fue una mujer única e irrepetible en todo sentido para la historia de la danza".
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También haciendo un contrapunto entre su obra, su legado y su carácter, que no ha pasado inadvertido, el director del Ballet del Sur de Bahía Blanca, Ricardo Alfonso, reflexiona: "Alicia Alonso es uno de esos casos donde el personaje consiguió, hace mucho tiempo, la eternidad", . "Su desaparición física, aunque entristece, es solo una fecha que aparecerá en su biografía, pero que no afecta a esa trascendencia de prócer ya ganada. Su legado es inmenso: de voz potente y firme, su opinión era "indiscutible", ¡palabra santa!. Alicia Alonso, la Prima Ballerina Assoluta vivirá por siempre, aunque Alicia, la mujer, ya no esté entre nosotros", expresa.
La relación de esta leyenda cubana con la Argentina fue fructífera y frecuente desde los años '50. Dos grandes estrellas de la época dorada del Teatro Colón, Olga Ferri y Esmeralda Agoglia, solían recordar su Giselle – título que no solamente sería un trampolín para la joven Alonso en Nueva York en los '40, sino el que de ahora en más la hará inolvidable–. Por años (más de dos décadas, señalan los memoriosos) fue su versión del ballet romántico la que el Ballet Estable interpretó. En épocas donde no mandaba el copyright, recuerda el productor Juan Lavanga la anécdota que repetían Ferri y Agoglia: "Con el aval de la dirección del Teatro, como tenían fresca la versión que habían hecho con Alonso, hicieron una filmación para que quedara como registro de repertorio. Olga, con el traje de Coppelia, y Esmeralda, con el de Sílfides, porque no tenían los vestuarios".
Hoy el Teatro Colón despidió a la exbailarina y directora cubana y recordó su trayectoria en la sala porteña, donde protagonizó El Lago de los Cisnes (1954); Giselle (1958) y Carmen (junto al Ballet Nacional de Cuba, en 1984). Y en el marco de esas presentaciones recordó una charla en el Salón Dorado en el marco del ciclo de encuentros de profesionales argentinos de la danza con la coordinación de Cecilio Madanes y un panel integrado por Beatriz Durante (actual presidenta del Consejo Argentino de la Danza), Ángeles Ruanova, Silvia Gesell, Gustavo Mollajoli, Mauricio Wainrot y Enrique Destaville.
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