Julieta Zylberberg: "La gente parece muy preocupada con el "¿ya enganchaste?"
Julieta Zylberberg está sentada en un bar de Palermo. Tiene una remera con una imagen de Un perfecto asesino, la película de Luc Besson. Está cansada. Sus días estas últimas semanas se reparten entre su hijo Luis Ernesto, de 6 años; el rodaje de la segunda temporada de El jardín de bronce, la serie de HBO donde encarna a una agente de policía; la promoción de la comedia All inclusive y también de Aire, el drama que grabó en Santa Fe, donde se convierte en una madre soltera con un hijo con Asperger, que se estrenó este jueves. Tres papeles totalmente diferentes hechos por la misma actriz, esa que desde los 12 años, cuando se ponía en la piel de la psicóloga Eugenia Molovsky, en Magazine For Fai, muestra su versatilidad.
A pesar de que lleva más de 20 años en el medio, Julieta dice que puede caminar tranquila por la calle, que solo la reconocen cuando está haciendo una tira. Si no la confunden con una persona más. En su cotidianidad, no usa maquillaje y además, explica, muchos le dicen que no se ve como en la pantalla, que parece "más alta", "más grandota". En la vida real, Julieta es menudita, flaca y fresca. No disfruta de la exposición ni de hablar de su vida privada. Prefiere el perfil bajo, la charla con amigas, los momentos con su hijo y los encuentros familiares con su mamá, sus dos hermanas -ella es la menor- y sus dos sobrinos. También la música -ahora está enganchada con Louta-, la cerámica, la literatura -está leyendo a Banana Yoshimoto, aunque el cansancio hace que avance lento- y el running. No le interesa que en los medios se hable sobre su situación sentimental, algo que no pudo evitar cuando se conoció la noticia de que se había separado de Esteban Lamothe, después de 10 años de relación. En lo que sí se explaya es en su posición sobre la legalización del aborto, la discriminación por ser mujer en el medio y el #Niunamenos. Ella es parte del colectivo de actrices que lucha por los derechos de las mujeres.
Julieta tiene 35 años y ha trabajado con actores de la talla de Norma Aleandro, Mercedes Morán, Guillermo Francella, Oscar Martínez, entre otros. Es una de las protagonistas de las historias de Relatos salvajes, donde comparte escenas con Rita Cortese. Sus papeles no son aleatorios, desde Magazine For Fai -donde mostraba su faceta humorística ("el humor es lo único que nos va a salvar", dice a LA NACION)-, el camino de Zylberberg parece cuidado, elegido a conciencia, paso a paso. De a poco fue construyendo una carrera en base a eso: trabajó bajo la dirección de Lucrecia Martel -quien la conoce de los días de Cablín y pensó en ella para La niña santa-, Damián Szifron, Diego Lerman y Daniel Burman. Se mueve cómoda en la comedia y también en el drama. Es una actriz difícil de encasillar, algo que para ella es "una bendición". "A veces puedo elegir y a veces no. Pero en general, siento que es algo medio que se arma energéticamente, lo que uno hace y después quién se puede sentir identificado por lo que uno hace. Todas las películas que hice son de directores que recontra admiro", reconoce la chica de Barrio Norte.
Sobre Magazine For Fai: "La pasábamos re bien, nos matábamos de la risa. Éramos todos niños y preadolescentes que queríamos estar ahí, nos gustaba actuar. Nos habíamos hecho amigos, era una banda. El programa era increíble. Cada tanto miro videos. Muchos seguimos siendo actores. Fue un buen comienzo"
Además, explica que lo de ella no fue suerte: ser actriz fue algo que buscó desde chica. A los 8 años empezó a estudiar teatro con Hugo Midón y después se sumó a la escuela de Nora Moseinco, donde compartió estudio con Violeta Urtizberea, Julián Kartun, Martín Piroyansky, Martín Slipak y Laura Cymer, sus compañeros de Magazine For Fai y hoy, sus amigos. "No es que me caí, me vieron por la calle y agarré. Me gustaba, estaba interesada y estudié un montón de años. No es que la vida me sorprendió. La vida me acompañó en una decisión", opina la egresada del colegio Carlos Pellegrini y aspirante a licenciada en psicología de la UBA. "Me iba muy bien en el colegio, disfrutaba estudiar. Empecé psicología pero no tenía tiempo porque laburaba y dejé", confiesa.
-¿Con qué te sentís más cómoda con el drama o la comedia?
-Con los dos. Me llaman para hacer distintas cosas. Eso está buenísimo. No depende del actor sino en lo que ven en uno y, muchas veces, ven en mí distintas cosas y para mí es una bendición. Es súper importante para estar en movimiento, me mantiene despierta, muy atenta para cambiar de registro y probar distintas cosas. Que te elijan para hacer tal papel siempre termina siendo una limitación muy grande que, en general, sucede y te limita. Lo raro es que no.
-En este momento hay dos películas tuyas en cartel, ¿cuál es tu vínculo con el cine?
- Es hermoso trabajar en cine, hacer películas. Está un poco difícil, es complicado. Se siente el contexto, se hacen muy pocas películas. Este año se estrenaron muchas pero... Ahí vamos: bien, con cautela, sin sobre excitaciones. Es un momento muy difícil y estoy agradecida y contentísima y feliz de tener trabajo.
Tanto en All inclusive (Diego Levy y Pablo Levy) como en Aire (Arturo Castro Godoy), Julieta se llama Lucía. En la primera es una exitosa modelo que está de novia con un arquitecto (Alan Sabbagh) que la invita de viaje a Brasil sin advertirle que acaba de ser despedido. Si bien ella está lista para dar el siguiente paso y tener una familia, en el el hotel brasileño se encuentra con un histriónico gerente (Mike Amigorena) que pone a prueba su pareja. Se trata de una comedia blanca donde "se aborda con humor, pero también con sensibilidad, los nuevos conceptos de familias". En Aire, por lo contrario, es una madre asmática y el film cuenta, a lo Un día de furia, el viaje desesperado por encontrarse con su hijo en un día donde todo lo que puede salir mal, sale mal. La cámara está pegada a ella, quien aparece en casi todos los planos. Algo que le demandó mucha concentración. Lucía camina nerviosa, su respiración empieza a agitarse, el lente la sigue, el espectador empieza a sentirse como la protagonista. La desesperación traspasa la pantalla y Julieta logra algo muy complicado: que el otro sienta con ella la angustia de esa madre y necesite ayudarla. La incomodidad en una mirada.
"Estuvimos 3 semanas rodando, hacía mucho calor. Así como es una película generosa para el actor, es exigente: es en tiempo real y la evolución del asma y de la situación que va aconteciendo son cambios muy sutiles y a la vez ascendentes. Había que estar muy atento a todo porque las películas no se graban cronológicamente", cuenta. Y agrega: "Me siento una privilegiada porque es casi un milagro estrenar dos películas en este momento".
-Trabajaste en televisión, ahora en series on demand, cine, teatro... ¿qué te queda pendiente?
-No sé. En algún momento quizá me gustaría escribir algo y dirigirlo. No lo veo cerca aún. Me gusta escribir. Por momentos más y por momentos menos. Pienso en hacer otra cosa además de actuar, no sé si voy a actuar toda la vida. Por ahora, te diría que sí pero no es algo que tenga definido. Siento que uno va cambiando de intereses. En el mejor de los casos, uno crece y cambia y conoce gente y cosas. Siento que me pueden surgir otros intereses más distanciados de la actuación.
-¿Cómo congenias tu agenda laboral con la maternidad?
-Distribuyo el tiempo como voy pudiendo como cualquier persona que trabaja. Luis Ernesto va a turno simple en el colegio, pero tengo una persona que me ayuda. Su papá está un montón con él. Nos vamos arreglando. No me lo cuestiono tantísimo porque no es que tengo muchas alternativas. Sí intento no hacer dos cosas al mismo tiempo, tipo tele y teatro, eso no. La última tira fue Loco por vos -con Juan Minujín-. Hubo una segunda temporada que grabamos pero no salió al aire, no sé si la sacarán en algún momento o no. Me gusta poder alternar entre eso: poder hacer cine, una tira e ir cambiando. Ahora tengo bastantes energías renovadas por si el año que viene tengo que hacer tira, me divierte.
-¿Cómo se lleva Luis Ernesto con la fama de sus padres?
-Se pone de pésimo humor cuando me piden fotos en la calle. Está prohibidísimo cuando estoy con él sacarme fotos. Le irrita y lanza una puteada sin ningún problema y yo pido perdón. No flashea nada con la profesión, no ve nada, no le importa nada. "¿Vos sos famosa?", me pregunta. Lo entiende, es grande. No le llama mucho la atención. Claramente no va a ser actor. Es ultra histriónico todo pero no le gusta hacer nada a pedido. Está en otro rollo. Pinta todo el día, tiene mucha sensibilidad musical. Quiere ser rapero y presidente. Buena combinación. Lo veo más introspectivo, no tan para afuera, no busca agradar.
-Desde que te separaste de Lamothe, muchos hablan de tu vida sentimental...
-Siempre me hicieron preguntas sobre el amor, pero les resulto muy aburrida porque yo no tengo nada para contar. No estoy de novia. Me parece que es interesante poder estar bien en pareja y poder estar bien con 15 tipos a la vez, está bárbaro todo. Y todo tiene sus cosas súper interesantes. A mí me encanta el amor cuando es. Cuando no es, me encanta mi vida sin eso.
-¿Te molesta hablar de estos temas?
-No me divierte, no tengo la necesidad de compartir mi estado sentimental. No es que lo oculte, su tuviera algo que compartir lo haría. Pero me gusta teorizar sobre el amor. Siento que es muy peligroso el concepto de sentirse solo si uno no está enamorado. Siempre estás solo. También el lugar de la mujer, si no tenés un tipo, estás sola. Tengo un montón de gente, amigos, mi hijo pero no necesito algo para completar o para que esté llena la casa. La gente parece muy preocupada con el "¿ya enganchaste?" Hay más preocupación por las mujeres que por los hombres solteros famosos. Es algo medio sexista: "¿y, para cuándo?" No sé. A un chabón no le preguntan tanto. Es una preocupación ajena, no me voy a hacer cargo yo. Es como si la mujer no pudiera ser en sí misma y la preocupación fuera si ya enganchó.
-¿Sentiste alguna vez que ser mujer te dejara en una situación de desigualdad?
-No sé si fui discriminada por ser mujer. Supongo que los paradigmas establecidos también naturalizan ciertas cosas con las cuales uno dice no. Sí, seguramente que un chabón que trabaja a la par mía, que empezó a trabajar conmigo, que ocupa un lugar similar a mí, debe cobrar más. Seguro. No es que me discriminaron, es más profundo, está muy instalado. Pero no tengo ninguna situación para contar del medio laboral. Celebro que se estén abriendo esos espacios.
-¿Alguna viviste una situación de insinuación como la que se muestra en Aire con el taxista?
-No existe una mujer a la que no la hayan apoyado en el colectivo... El otro día vi un discurso de una actriz que hablaba de lo instalado que tenemos las mujeres avisarnos que llegamos bien. "No digas ´llegué bien´, decí ´estoy viva´, ´no me violaron´". Obvio, yo a la noche aviso a alguien cuando llego. Desde que tengo uso de razón es caminar por la calle y pensar ´me violan´. Uno se va acomodando, entonces hay muchas cosas naturalizadas.
-Muchas actrices del colectivo han tenido peleas en las redes sociales con sus seguidores por apoyar la ley del aborto, ¿cómo te llevás con ese mundo?
-Cuando entrás a los perfiles de la gente que te comenta mala onda es muy gracioso, son lugares muy impunes, el lugar del cobarde, el que bardea por red social. Yo cada vez que opinaba sobre el aborto me olvidaba y después anulaba los comentarios. No me interesa tener ningún intercambio con gente que piense distinto a mí en ese aspecto. No tengo nada que dialogar, ¿en contra de la ley? No tengo nada que conversar, mucho menos que utilicen mi muro para poner cualquier barrabasada. Estás en contra de la ley, estás en contra de la salud pública, de que las minas no se mueran, fin. No tengo ningún pensamiento por respetar, son ellos los que no respetan las decisiones ajenas, ni la salud ni la vida. En muchos posteos puse que no puedan opinar, que hablen entre ellos.
Julieta, que acaba de dejar de fumar, tiene un método muy lúdico que aprendió en los primeros años, el de improvisar un poco y sentir los textos, imaginar cómo es el personaje. Desde chica que disfrutaba hacer obras, disfrazarse, peinarse y dirigir al resto. Algo que tenía innato y que, en su caso, logró transformar en trabajo. Pero hay algo que no tiene claro, ¿qué pasaría si dejara de vivirlo así? "Hago cosas que me gustan, me gusta hacerlo, disfruto, me entusiasma, me divierte pensar en cosas. Si me deja de pasar eso siento que no lo voy a poder hacer, siento que no tengo el oficio. En el momento en que me deje de hacer ilusión no sé si me va a salir bien", piensa en voz alta. También se imagina en una casa en Córdoba, aunque no, prefiere la ciudad.
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