La compositora y vocalista dio un primer concierto en Buenos Aires presentando su muy elogiado último disco
Es más nerd indie que el estereotipo de una California girl, pero Julia Shammas Holter es ambas cosas. Con la mirada casi fija hacia arriba como si el cielo fuera visible desde el escenario de Niceto, detrás de un atril y un teclado, el pasado viernes 7 de octubre, la cantante estadounidense interpretó con prolijidad casi todos los tracks de su cuarto y último lanzamiento (Have You In My Wilderness, 2015), donde, aunque siguió con la experimentación y la mezcla de lo clásico con lo moderno, el resultado fue un disco más todo terreno y de escucha más accesible que el resto.
Aunque se extrañaron muchos reverbs, ecos, delays y efectos de los discos, el set logró generar un clima que se sintió íntimo y atravesó lugares oníricos y misteriosos (“Vasquez”, donde más que cantar, habla), intensos y dramáticos, (“How Long?”) llegando a lo trágico por ejemplo en su versión de “Hello Stranger” de Barbara Lewis, que aparece en el álbum. Lo presenta diciendo que “es una canción triste, una canción nostálgica, escrita acerca de los recuerdos”. Es lo único que cuenta acerca de los temas, cuyas letras narran historias desde la perspectiva de un personaje, ya sea preexistente o concebido por ella misma. El elemento dramático es incentivado por la fuerte presencia de las cuerdas: dos de los tres integrantes de la banda tocan contrabajo y violín (el tercero, la batería). Y también su voz. De a ratos es más delicada y angelical (“Feel You”), en otros más potente (“Horns Surrounding Me”), por otros ejecuta glissandos que remiten al lamento de una sirena. Si bien ha confesado que el mar le resulta aterrador también lo asocia con la expansión y la libertad, y éste parece tener una influencia sobre ella. Otro elegido para el show, “Lucette Stranded On The Island”, está basado en un cuento de Colette donde, tras un viaje en barco, el personaje de Lucette queda varado sobre una isla y termina muriendo.
Años atrás, Julia grabó demos en su habitación, incluso algunos sin auriculares, oyendo solo lo que emitían los parlantes de la notebook, trabajó en la radio de su universidad y compartió casa con Ariel Pink. También aprendió a tocar el piano a los 8, estudió composición en dos escuelas, citó en sus canciones a Virginia Woolf, realizó grabaciones que seguían instrucciones escritas por John Cage y leyó por motivación propia a Eurípides... en la playa. Fue la obra de este poeta que inspiró su primer álbum de estudio (Tragedy, 2011). No cuesta imaginarse esta escena. Holter posee el aire relajado que muchos asocian con las personas que viven en la costa este de los Estados Unidos, sin llegar al extremo de The Dude (protagonista de El Gran Lebowski, filme de los hermanos Cohen). En persona transmite calma, discreción, y algo de timidez. Mientras toca, no parece conectar demasiado con el público, pero entre los temas habla con él cálidamente, halagando la escena musical porteña y agradeciendo a quien abrió la noche, Sobrenadar (¿otra conexión con el agua?). En la casi bailable “Everytime Boots” sí se suelta un poco y mueve la cabeza de lado a lado, alzando los brazos para golpear con más fuerza las teclas del Nord.
Durante el bis, en “Betsy On The Roof” desacierta una nota dos veces, una justo detrás de la otra, pero no deja de tocar. Ríe, dice “¡Alright!” y la tercera es la vencida. En este instante se la siente más cerca. Finalmente, usando el Nord de clavecín, intercala vocales con silbidos en “Sea Calls Me Home”, despidiéndose con una última alusión al mar.
Christine-Marie Andrieu
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