Juan Sorini: "Es más cómodo besar a un actor que a una actriz"
El petisero de Viudas e hijos del rock n roll habló con Personajes.tv sobre su flamante carrera, sus gustos, la pelea con Antonio Gasalla y su personaje
Sentado en un bar del estudio donde graba todos los días, Juan se pregunta por qué a la gente le sorprende que él se mueva en colectivo de línea o que ande corriendo por la calle haciendo su clásica rutina diaria (corre 18 kilómetros por semana). Tiene 31 años y hace mucho tiempo que estudia teatro y trabaja en el off, sin embargo pocos lo conocían. Tiene un parecido a Christian Sancho pero, modesto, asegura que Sancho se ofendería si escuchara esa comparación. "Él tiene mucho mejor cuerpo que yo", dice. Le cuesta arrancar, no le gustan mucho las notas o, tal vez, no está acostumbrado a ser el centro de atención. No teme convertirse en galán, aunque asegura que él se va a encargar de que no lo encasillen. Mientras contesta las preguntas de Personajes.tv reflexiona sobre sus palabras. "Después vas a tener que desgrabar esto y te vas a querer morir porque yo pienso en voz alta. No hago sinapsis". Debe ser de los pocos que todavía no tiene listo el cassette.
Juan Sorini es rosarino, rugbier y modelo. Tiene dos hermanos, uno de 28 -tecladista- y una de 1 año. "Mi viejo me ahorró trabajo, tuvo la hija que quise tener", sintetiza . No se la cree. En su infancia le pedía a un amigo que lo tire a la pileta en remera porque le daba vergüenza su extrema delgadez. Hace algunos años su nombre resonó en los medios por un supuesto problema con Antonio Gasalla en Más respeto que soy tu madre, donde el carilindo (porque Juan es carilindo) había entrado para hacer un reemplazo y después de pocas funciones fue desvinculado. O al menos, eso trascendió. Pero su personaje en la tira de Underground Viudas e hijos del Rock n Roll fue lo que lo hizo realmente conocido. El es Tony, el petisero gay que se enamora de su patrón.
-¿Cómo te preparaste para componer a Tony? No debe haber sido fácil debutar en televisión con un personaje tan complejo...
- Ya era complicado para mí entrar a una tira de semejante envergadura en el prime time. Cuando me preguntaron sobre el personaje me pareció muy atractivo. Lo pensé dentro de la línea que me habían bajado los productores y empecé a ver cómo iba a hacer la construcción, cómo iba a sostener esa historia desde un personaje de campo y sin caer en tanta pretensión. Era algo muy nuevo para mí y por ahí te podés paralizar. Lo hice desde la simpleza, desde las cosas que tenía a mano de Rosario: un canto, una melodía y después una construcción de cómo hablar. Juan Minujín [Segundo en la ficción] me ayudó mucho.
- Lo fuiste delineando desde adentro, entonces…
-Sí. Es inevitable encontrar y construir el personaje en las peripecias que van pasando en la historia. Creo que lo que sostiene todo es la ternura que Tony tiene hacia su patrón desde el vamos. Él es bueno. Él está para él desde el vamos, sin saber que ese amor, esa atracción que tiene, es homosexual. No importa, él le va a ser fiel. Ahí es donde empiezan esas confusiones y esas cosas tan divertidas. Por eso se puede estirar tanto porque hay veces que él mismo duda, Segundo duda y por más que Tony le haya confirmado muchas cosas, tampoco entiende. No es tan fácil para un ser humano que tiene alrededor mucha información aceptar que es homosexual. Imaginate para alguien que es de campo que no tiene las herramientas. No sabe muy bien qué le pasa y menos expresar eso que le pasa. Ahí es cuando entra la comedia, la ternura, la ingenuidad. Al principio no se sabía bien qué le pasaba. Es un trepa o no es un trepa. Creo que ha sido un gran acierto que no lo sea. Ahora me tuve que poner en el papel de celar, y él es tan bueno que fue difícil encontrar los agravios. Ni siquiera me pareció usar la palabra "joder" es "usted no joroba". Fui más por "colgajo", "estreñido". Esos agravios los escuchás y te das cuenta que están cargados de buena leche.
-Si pudieras elegir tu propio final para Tony y Segundo, ¿cuál sería?
- Juntos, no sé bien de qué manera. Quizá compartiendo una casa de campo.
-¿Cómo vivís el paso de no ser conocido a que te reconozcan en la calle?
- Bien, porque fue muy de a poco. Me fui acostumbrando a que me vayan saludando o a advertir que me conocían. No fue violento el boom. A parte son reconocimientos con mucho cariño. Evidencia de que las cosas y el programa, la historia y todo está muy bien y que gusta, atrae. Y está bueno que la gente se identifique con eso.
- ¿Cómo te sentís haciendo televisión?
- Me gustó. Es un ejercicio muy particular para la cabeza, una gimnasia para el actor que no tenía y que de poquito voy adquiriendo. Es muy lindo como también es lindo hacer cine y teatro. El tema es advertir las diferentes dinámicas que tiene cada proceso y poder adaptarte lo más saludablemente posible a cada espacio. Son distintos los tiempos, las personas, las maneras, las formas de trabajar. Hay momentos en los que te sentís muy abrumado, pero en seguida tenés compañeros que han hecho muchas tiras como Minujín o Paola Barrientos y los directores y te vas acomodando. La tele tiene un poder que no se puede entender. En siete meses, si algo va bien, puede haber un cambio muy grande en la vida de un artista. Si fuese por mí haría tele hasta que me muera.
- Hablemos del tan esperado beso entre Tony y Segundo, ¿cómo fue? ¿cómo lo viviste?
-Era esperado por todos. Construimos muy bien ese beso por todo lo que pasó antes. Lo vivimos bien, lo pensamos mucho en relación a cómo contarlo, no pasarnos pero tampoco quedarnos cortos. Fue bastante practicado por el tema de los tiempos. Pero no hubo problema, es más cómodo que con una actriz porque con la actriz es diferente: te cuidas de que se sienta cómoda como en todos los ámbitos de la vida. Los besos no los ensayamos con las actrices. Acá era una comunión, teníamos que contar algo, era más cotidiano, más liviano. No hubo mucho drama con eso. Con un hombre me sale compinche al no tener ningún tipo de atracción. Es más: "No hinches los huevos".
- En este contexto, donde las historias de amor homosexuales están dándose de manera más natural en la televisión, debe ser un reto encarnar una de ellas...
-Claro, en el momento que lo hice no fui consciente. No estaba dimensionando lo que iba a pasar con Tony porque si no no sale. Está bien, pasa, la sociedad todavía no aguanta tan bien y tan liviana de cuerpo un beso entre dos personas de un mismo sexo. Se ve que no está todo bien, está todo mucho más flojo, pero está bueno tener un poco de inconsciencia con eso. Identificamos a mucha gente que se anima a dar ese paso, ahí sí siento responsabilidad.
-Vos venís de un entorno muy masculino, hasta hace no tanto eras rugbier, ¿cómo toman tu personaje tus ex compañeros de equipo?
-Pegó bien. Es que es divertido, no puede pegar mal. Ni siquiera me sorprende que pegué así porque es más cercano a todos los prejuicios que pueda tener la gente de rugby, de fútbol o de cualquier ámbito deportivo. Mucho hombre de vestuario es más cercano a simpatizar con una historia de este estilo a que le haga ruido. Si tuviera que hacer Las 50 sombras de Grey entre dos hombres ahí te digo que me preguntaría más cosas.... Tiré una idea que la debería registrar.
Su experiencia con Gasalla. Pero antes de llegar a convertirse en el petisero de
- ¿No tenés miedo a quedar encasillado?
- No. Yo me voy a ocupar de no quedar encasillado, eso seguro, pero con trabajo. Desde el día uno lo dije: "Me parece bárbaro que hoy sea el petisero y que quede como el petisero porque es algo bisagra". Está bueno, no se ha visto un petisero con un patrón; por eso me pareció genial desde un principio esta historia.
- ¿Y de convertirte en "el galán"?
-Yo tuve suerte porque una de las primeras bajadas que tuve es que era galán a pesar de él y eso estuvo muy bueno. Ahora puedo hacer de galán tranquilamente y está bien. Es lo que más a mano tengo, pero ahora hay que crecer. Si nos ponemos a pensar ya ha habido todo tipo de galanes. El galán ya está, el gay ya está, la historia gay ya está, entonces no hagamos más nada. Una vez le llevé este planteo a mi maestro de teatro, me retó y me dijo: "No tenés que pensar que está todo hecho, está todo intentado". Y es así, Ingmar Bergman hizo como cuatro veces Señorita Julia porque cada vez que la vio o la leyó se le ocurrió algo. Almodóvar es un claro ejemplo de eso también. ¡Si vienen galanes que vengan! Me ocuparé yo y será mi problema cómo lo cuento y también si elijo toda la vida hacer de galán. Le tengo miedo a todo, pero le daré batalla al rótulo. Todavía no tengo ninguno, salvo el de petisero, quedémonos con ese.
- ¿No renegás de ser considerado un chico lindo?
- Yo lo renegué. ¿Querés que te cuente algo? A mí en teatro me bajaron línea de galán y una vez se ve que el personaje requería de eso y se notaba que no me hacía cargo de lo que representaba. Y era verdad. No hubiese podido ser Tony si no hubiese aceptado lo que represento dentro de esta belleza social impuesta. Me costó. No por creérmela sino porque la sociedad sí o sí ya te dice qué sos. Cuando era chico no era así, yo crecí muy despacio. Era muy flaquito. ¿Querés que te diga algo divertido? Yo le pedía a un amigo que me tirara a la pileta porque no me animaba a sacarme la remera. Era muy, pero muy flaco y me desarrollé muy tarde.
- Y ahora, parece que tuvieras ningún problema con tu cuerpo...
-El trabajo fue más que nada desde la cabeza. El resto, por más que corra y demás, es genética. Mi papá y mi mamá y punto. Pero aceptar todo eso es terapia, de crecer y trabajar y de encontrarle la vuelta. Corro mucho. Suerte, no. No soy de los que dicen "no yo no hago nada". Corro 28 kilómetros semanales y yo también tengo suerte que hice deporte 18 años, jugaba al rugby y entrenaba en serio. Debuté en primera, hacía alto entrenamiento de verdad. El cuerpo también tiene memoria. Para mí siempre va a ser más fácil que alguien que nunca hizo deporte en su vida. Si te tengo que decir algo, hay que tener voluntad, agachar la cabeza y trabajar. Para salir a correr, también. A mí no me gusta, me aburre, pero si la mitad de las veces hubiese dicho "corro mañana" hubiese corrido la tercera parte de lo que corrí en mi vida. Yo soy muy disciplinado. Yo he rendido mejor en adversidades que cuando está todo bien. A falta de genialidad, voluntad.
- Se dice que estás en pareja con la modelo Belén Bergagna… ¿es verdad?
-Está todo muy bien.
- ¿Se perfila para algo serio?
-Sí... Es algo mío. Hace cuatro años y pico que estaba soltero. Después de dos convivencias complejas, tuve cuatro años para drenar.
- Falta poco para que terminen las grabaciones, ¿tenés algún proyecto laboral para este 2015?
- No tengo ningún proyecto.
-¿Te dijeron muchas veces que te parecés a Christian Sancho?
-Sí, pero él se esfuerza mucho más y tiene un cuerpo mucho más atlético que el mío, por favor. Yo hasta engordé un poquito acá porque estaba muy finito y demasiado fitness para alguien de campo. Si te llega a escuchar Sancho se vuela la cabeza. Lo digo bien. El pibe entrena y tiene una disciplina que yo no tengo. No está mal. Al lado de él tengo panza.
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