Juan Leyrado ahora juega solo sobre el escenario
En El elogio de la risa se sumerge en el desafío del unipersonal, género que nunca abordó en su extensa carrera
Le gusta ver a gente convencida de hacer lo que hace. Le encanta observar la pasión, sentir la seguridad de que se está haciendo lo mejor posible, sea un zapatero, un mozo o un actor. Él, Juan Leyrado, es de esa especie: un actor comprometido con su labor y con, como él las llama, las cosas importantes de la vida. Hoy estrena El elogio de la risa, en el Multiteatro, escrita y dirigida por Gastón Marioni, obra que lo enfrenta con el desafío del unipersonal y dos cosas que hace bien: reír y hacer reír.
"No hay que pensar la risa como enemiga de las cosas importantes", asegura. En la obra interpreta a Antonio, un hombre que, mientras espera a su mujer para celebrarle el cumpleaños, recuerda, reconstruye y reflexiona sobre lo que es vivir, y revive cómo conoció a su esposa a partir de la risa. "Ves su vida, cómo fue transcurriendo y modificándose, y cómo él observa ya desde grande ese cambio. Muta desde un inicio introspectivo hacia algo más amplio. Es un recorrido durante una espera." Como la risa es algo conocido y transitado por todos, Leyrado desea que el público se identifique, aunque ése no sea el objetivo principal: lo importante es contar bien la historia. Él aportó a la idea inicial de Marioni, y la obra se fue gestando a partir de charlas. "Tenía ganas de hacer un unipersonal por primera vez, pero tenía que ser algo que me conmueva y me movilice mucho. Si no, no iba a ser feliz", asegura.
-¿Te elogia saber reír o poder hacer reír?
-Me entusiasma mucho reírme, descubrir esa posibilidad que tenemos y que últimamente se fue relegando. Hablo de la risa interna, de esa risa de niños que de grande, con suerte, se recupera. Todo lo que pueda hacer para que la gente también se pueda reír no sé si me elogia, pero me gusta.
-¿Cómo te llevás con el humor?
-Muy bien, tengo un humor particular y lo fui puliendo porque era muy irónico y, afortunadamente, mutó a algo menos duro. Soy una persona que se ríe y se tienta mucho, fundamentalmente cuando trabajo me río de mí. Me río y también no me río, tengo muy definidas las dos facetas. Así ando por la vida, entre la risa y el llanto.
Dice que el personaje no le costó, pero tampoco le fue fácil, simplemente "le salió" a partir de un trabajo de mucha investigación, entendimiento, verdad y compromiso. A la vez, define la experiencia del unipersonal como un gran aprendizaje. "Es muy extraño y hermoso. Estoy encontrando muchísimas cosas más de las que imaginaba en un proceso de buceo interno", asegura, y dice que lo alegra haber tomado la decisión de embarcarse en este proyecto porque, además de ser un desafío, lo acercó a un lugar que como actor tenía descuidado.
Con una gran carrera detrás, sin embargo, lo que más le gusta ver cuando la analiza es que tiene mucho por aprender, y la vida le está dando esa oportunidad de vivir nuevas experiencias. "Podría haber hecho a Panigassi de Gasoleros toda la vida, pero no quise. Y no volví a hacerlo no porque no me guste, me encanta, si no porque no hubiese podido conocer y transitar otras experiencias, éxitos y fracasos de los que aprendí", asegura. Otra vez, el aprendizaje es el protagonista.
"No me imagino en otro oficio que no sea el de actor", afirma, y dice que siempre quiso seguir jugando del mismo modo que llegó al teatro: un lugar en el que la gente grande jugaba como chicos y la risa y lo lúdico continuaban como en la niñez. "Si no hubiese descubierto el teatro, no sé qué hubiera pasado. Era bravo, un provocador. Creo que por eso me dediqué a esto: todo está permitido." Arriesga que también podría haber sido marino, como su padre, por la misma razón: estar lejos de la tierra. "La tierra siempre fue muy dura y el agua es como una canción de cuna."
Juan Leyrado disfruta de vivir y, se nota, le importa ser feliz y estar cómodo con sus elecciones. Le gustan los buenos vinos y los buenos quesos, y lo cuenta con la misma pasión que le gusta ver en los demás. Disfruta de la risa, del llanto y de los pequeños placeres como ver el trabajo de sus colegas, más allá del resultado. Es un bon vivant sin esnobismos, es un bon vivant de la risa. "Hay que abrir la llave de ese cajón que es nuestro y se cerró o nos lo cerraron. Más allá de todo lo que nos pasa, que nos hace llorar, hay un espacio interno que es donde aflora el niño que no necesitaba más que conectarse con un momento feliz. Hay muchos problemas, demasiadas complicaciones, todo es muy difícil, pero si te hace reír, vale la pena. No hay que dejar eso de lado." La solemnidad y la seriedad, dice, no son buenas compañeras de las cosas importantes.
El elogio de la risa
Dirigida por Gastón Marioni
Funciones, de miércoles a domingos, a las 21.
Multiteatro, Corrientes 1283.
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