Juan Esteban Cuacci: "No tengo tarjeta de crédito"
Un espacio experimental en busca de la entrevista soñada: el invitado se interroga y se fotografía
De paso por Buenos Aires, el argentino Juan Esteban Cuacci dedica un rato a autoentrevistarse. Mientras corre de Clásica y Moderna -donde presentó su disco- al Teatro Colón -donde tocará con Horacio Lavandera- el pianista residente en España se toma el pelo, se irrita y se confiesa frente a frente. La autofoto es de archivo.
-Bienvenido a la patria, ¿qué tal el viaje?
-Muy agotador, como siempre.
-Igual será una recompensa llegar a casa.
-Primero deberíamos discutir dónde es casa.
-¿Todavía no lo tiene claro?
-Usted tampoco, no se haga el canchero.
-Lo noto algo áspero, ¿qué molesta?
-Cierta gente y ciertos aeropuertos.
-Ezeiza y yo.
-Ese sería el título de un microrrelato operístico. Pero le aclaro que usted me molesta más que Ezeiza? Y eso ya es bastante.
-Bueno, no se irrite. Hablando de aeropuertos, creo que no hay ningún aeropuerto hermoso o cómodo, ¿no?
-Primero, a usted nadie le preguntó, soy yo el entrevistado. Y, segundo, sabe muy bien que el de Singapur no tiene competencia.
-¿No es snob y antipatria pensar así?
-¡Cómo la tiene usted con la patria! ¿No? Se ve que estos días le afectan mucho. Por otro lado, no sé por qué la gente lleva todo a lo patriota o no patriota, ¿qué les pasa? Hay que dejar de ver películas de héroes. Y no me parece snob hablar del aeropuerto de Singapur, que tiene máquinas que dan masajes gratis y unos sectores para fumar que están buenísimos.
-¿No piensa dejar de fumar?
-Sabe que deberíamos, pero ya hemos bajado considerablemente el número de cigarrillos diarios. Lo tomo como un logro.
-¿No le parece arcaico lo de fumar?
-Para nada, y me gusta. Ah, y no tengo tarjeta de crédito, eso también me me encanta.
-¿Sigue sin preocuparle el dinero?
-Es lo que menos tengo y, por esa razón, lo que menos me preocupa.
-¿No se siente medio tonto al cumplir 41 años y no haber comprado ni un monoambiente en ningún lado?
-Por el contrario, me da orgullo no poseer ninguna propiedad. Es de las pocas ideas que conservo de mi adolescencia.
-Eso, el piano... y las mujeres.
-Bueno, usted sabe que lo de las mujeres.. Lo único verdaderamente estable es el piano.
-Se define como autodidacta, pero sabemos que es más un ladrón de ideas.
-Claro, pero, en mi defensa, quiero decirle que si bien me deslumbraron muchas ideas de otros, también he sabido transformarlas y poder generar un lenguaje propio, honesto.
-¿No le molesta no haber estudiado de manera académica?
-Si, usted sabe todo lo que sufrimos por eso. Estamos más expuestos a rompernos ante cualquier problema, y un músico bien formado tiene las herramientas necesarias para no pasarse cinco días descubriendo un acorde que se inventó hace 400 años.
-Pero el sabor del descubrimiento es espectacular.
-Sí, pero frustra descubrir que uno no descubrió nada y que todo es producto de la ignorancia. Hágame caso: si le dan otra oportunidad, estudie durante su adolescencia y juventud todo lo que pueda. Quémese las pestañas. Después de los 30 es más difícil.
-¿Y la patria?
-¡Pero qué pesado, señor mío! ¿Sabe qué es la patria para mí? Amadeo y Salvador, mis hijos.ß
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