"Yo pienso al Cosquín Rock 2021 como la vuelta a la normalidad", dice José Palazzo, cerebro creativo y director del festival que hace varias décadas viene disputándose el territorio con el folklore en el imaginario popular joven. No solo a nivel local, Cosquín Rock creció sin pausa al punto de franquiciarse en países que quizás poco tengan que ver con los paisajes serranos y el fernet. Y a pesar de la coyuntura de crisis que envuelve a la industria el aislamiento por el brote de Covid-19, el productor cordobés continúa mirando hacia adelante: "Me imagino a la gente volviendo paulatinamente a los eventos, pensando en fines de noviembre como la bisagra. Tengo una sensación, es lo que percibo, es lo que me dice mi instinto".
En paralelo a la veintena de ediciones del Cosquín, Palazzo se construyó progresivamente a sí mismo en una dimensión propia, personal. Algo así como un Willy Wonka festivalero, que ahora tiene un nuevo motivo de orgullo: una plataforma online propia con programación anual, eventos y contenidos de artistas de más de diez países, en la que viene trabajando desde 2017 junto a varios inversores, y que -acorralado por la pandemia- planea estrenar en una versión digital del Cosquín Rock, el 8 y 9 de agosto, con bandas tocando en vivo y transmisión vía . "Sinceramente estoy feliz", dice. "En este proyecto yo aporto desde la parte artística pero hay un grupo de gente, tipos creativos que piensan con enfoque global. Es super seguro, tiene un nivel de encriptación, con tecnología de punta".
¿Qué tipo de adopción esperás por parte de un público que habitualmente asocia a Cosquín con la experiencia física en Córdoba?
Desde hace veinte años, cada vez que traigo una novedad la gente se enoja. Pero mi sensación es que van a aparecer nuevos públicos que van a entrar curiosos. Es muy importante entender que esto no es un reemplazo sino un complemento del Cosquín Rock. Si la pandemia lo permite, haremos el festival como siempre en febrero, con nuestra edición número veintiuno y también iremos a Tijuana y Playa del Carmen en México, España, Paraguay, Chile y Uruguay. Todo eso va a convivir simultáneamente con la plataforma.
¿Cómo va a ser la dinámica de la plataforma?
Va a funcionar por suscripción, y lo interesante es que pagando el abono al festival tenés un mes gratis de membresía en el sitio. Esa suscripción te permite ver los Cosquin Rock del mundo, junto a otros contenidos exclusivos que evaluamos desarrollar y, por supuesto, le va a facilitar a los artistas tener un venue virtual todo el año. Inicialmente la vamos a inaugurar con el festival digital en un par de meses, dependiendo de la flexibilización, pero ya streaming se puede hacer y prácticamente todo va a ser en vivo. Van a ser tres escenarios en distintos puntos, y por otro lado vas a tener un zoom con charlas, donde seguro esté Hernán Casciari contando cuentos, y otra sala más donde se va a poder acceder al archivo de Cosquín Rock, como también una sala de prensa, y actividad interactiva con marcas.
¿Consideraste que a este proyecto lo pueda afectar el arancel que instaló recientemente SADAIC por shows vía streaming?
Todavía no lo tenemos resuelto y probablemente por el valor de la entrada tengamos que pagar el arancel, pero solo por las entradas vendidas en Argentina. Hoy la situación de las bandas es complicada pero el pago es inexorable. Lo que si, nosotros no tenemos previsto pagar por las marcas, porque las marcas son el sponsor del Cosquín. Es como me quieran cobrar por los auspicios del festival en Santa María de Punilla. Es una doble imposición, no es viable.
¿Y en cuanto a los protocolos de habilitación? ¿De qué manera van a funcionar los distintos escenarios en Argentina?
Hay varios venues. Quizás en Buenos Aires vamos a usar La Trastienda y eso es toda la dinámica que tenemos: una banda de Argentina tocando algo así como treinta minutos y después una de Uruguay, una de Paraguay, una de Chile. En el set change los protocolos se van a poder llevar a cabo perfectamente.
Habiéndose cumplido veinte años del primer Cosquín, ¿tenés otros planes en mente?
En el Cosquín de febrero pasado en Córdoba lo anunciamos: vamos a hacer otro festival grande en Argentina con una edición en Buenos Aires en noviembre, por única vez para que los fans de todo el interior viajen a Capital Federal. Lo estamos trabajando. Tenemos algunas ideas de lineup, pero obviamente con la prudencia del presente, no nos hemos vuelto locos. No avanzamos en venta y difusión porque desde el momento en que empezamos el proyecto a la situación de hoy cambiaron tantas cosas que no sabemos qué va a pasar. Desgraciadamente tuvimos un año importante al principio pero después fue letal. Yo tengo setenta y siete empleados, un venue, restaurantes, centro cultural, todo cerrado. Todas nuestras giras están paradas. Vamos a tener que invertir más de sesenta millones de pesos sólo para mantener viva a la empresa.
¿Cuál creés que es hoy el desafío más grande que tiene la industria?
Desinstalar el miedo. Mirá, yo leí un libro que se llama ‘El miedo como herramienta política’ [ Se refiere a El miedo, historia de una política de Corey Robin], me lo recomendó el flaco Skay y te lo super recomiendo. Habla sobre el entramado detrás de la instalación del miedo como sistema para controlar a la gente. Yo me acuerdo de Cromañón y el principal problema era el miedo que tenían las autoridades. Había lugares que tenían todas las condiciones, inclusive restaurantes que les pedían los mismos requisitos que el Luna Park, porque tenían miedo. La crisis económica y el miedo, todo eso tenemos que enfrentar.
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