El adiós al violinista del rock argentino.
Esta vez es de verdad. Durante los 70, cuando este cronista trabajaba en la revista Expreso Imaginario, nos llegó la versión aparentemente de buena fuente de la desaparición de Pinchevsky, y llegamos a publicar una sentida necrológica, que pasó a la historia como un mal blooper con final feliz. Pero no habrá finales felices ahora: una combinación de mala suerte (Jorge fue atropellado por una bicicleta) y los males endémicos de este país (la deficiente atención en los hospitales públicos) se llevó la vida de un personaje de leyenda, bohemio irredento, el único violinista del rock argentino que llegó a alcanzar fama como solista.
Pin era un buen ejemplo de cómo el rock le cambió la cabeza a toda una generación. Músico de conservatorio, tocaba en la Sinfónica de La Plata cuando tomó contacto con la vida comunitaria y artística de La Cofradía De La Flor Solar; a los pocos días, electrificó su instrumento y dejó la Orquesta para siempre.
Entre 1970-74 grabó con Billy Bond y La Pesada del Rock & Roll y colaboró en muchos álbumes históricos: entre ellos, Instituciones, de Sui Generis; Cristo Rock, de Raul Porchetto; los discos de Claudio Gabis, Alejandro Medina y Kubero Díaz... Junto a la Pesada también editó su primer trabajo en solitario: Jorge Pinchevsky y su violín mágico (1973). De su vagabundeo por Europa durante la segunda mitad de los 70 queda como registro un imperdible álbum junto al grupo Gong: Shamal (1976). Ya en los 90, de vuelta en Buenos Aires, se hizo habitué de zapadas bluseras y registró un nuevo trabajo solista (Jorge Pinchevsky y la Samovar Big Band, 1995) junto a los músicos del Samovar de Rasputín.
Las grabaciones servirán para contar sólo una buena parte de la historia. La otra, que habla de un duende de pelo blanco y su violín mágico, quedará en la memoria de quienes lo conocimos.