Tras 2 años sin dirigirle la palabra a un medio escrito nacional, Jorge Gonzalez decide hablar. De entonces a hoy, han sucedido varias cosas. Lanzo multiples discos (‘Los Prisioneros’, ‘Raras Tocatas Nuevas’, ‘Manzana’ y ‘+1’ con Sieg Über Die Sonne), participo en el extenso libro de conversaciones Maldito Sudaca y se apresta a radicarse en Mexico. Por eso, y justo antes de subirse al avion, el compositor vivo más versionado y activo del medio, conversa in extenso con Rolling Stone.
Entre 2004 y 2005, tocaron en USA, Canadá, México, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, Perú y Chile, pero al revisar la prensa, parece que casi no tocaron y que sólo lo hicieron en Venezuela. Además, allí se dice que los pifiaron y se separaron luego de una pelea en el escenario.
Es chistosa la impresión que lo único que hicimos fue tocar en Caracas, donde "nos pifiaron y nos peleamos", cuando en realidad ahí tocamos el set list de siempre, luego un bis de 2 canciones y la gente quedó tan entusiasmada que después de despedirnos tuvieron que llamarme al hotel para que volviera a cantar más, con guitarra acústica, porque no teníamos preparado nada más.
Ahí canté tres más, ante una audiencia delirante. Es decir, que el público estuviera así y que haya tenido que volver, es el resultado de una actuación exitosa. La gente estaba muy arriba, con cada canción saltaban como locos, como que ya iban a romper el teatro.
Ahora, como la banda terminaba ese día, para mí la emoción no era la misma que la del público, porque para mí, subirme a un escenario, tiene que ver con estar desarrollando un proyecto. Tocar nada más que por la satisfacción de reproducir lo mejor posible las canciones antiguas y luego pasar a cobrar, no me emociona mucho.
Y, claro, si la gente lee los diarios, se va a quedar con una impresión deformada. En todo caso, a mí no me hace mucho conflicto, porque mi generación tiene más claro lo que significa la historia versus la realidad. Si la gente lee los diarios de los ‘70 y ‘80, va a tener la impresión que los detenidos y desaparecidos se torturaban o mataban así mismos. La historia es manipulada por los que tienen más poder.
Entonces, de pronto, si Los Prisioneros tuvieran una historia favorable por la prensa, a mí me daría la impresión que algo hicimos mal o que empujamos una causa equivocada.
Terminado ese concierto, Miguel Tapia le cuenta a un periodista local que fue el último, lo que en Chile se replica como que "luego de una discusión en el escenario, Los Prisioneros se separan". Sé que la discusión no existió, que la decisión de parar se pactó mucho antes y que tus fans ya lo sabían.
En agosto 2005 quedó claro que Miguel no podía cumplir con los planes de irnos a México. Estaba ampliando sus inversiones de bienes raíces en Santiago y necesitaba ocupar su dinero allí, por lo que decidimos que si la banda sólo se podía juntar para tocar y no para crear o ensayar, estando yo en México y él y Coti Badilla en Chile, lo mejor era terminar con los compromisos adquiridos y yo iniciar otros proyectos que me permitieran avanzar en la creación, que era para lo que me había ido, y agregarle otro capítulo a mi vida, porque si bien he disfrutado estar tocando con Los Prisioneros, creo que ya es tiempo que haga una música nueva, diferente y que me signifique un desafío. Acordamos que el 1 de marzo 2006 ya no existirían Los Prisioneros. Y la actuación de Venezuela era la última pactada.
En vivo movíamos una buena cantidad de dinero y cuando eso sucede y hay transferencias internacionales y todo eso, puede haber malos entendidos. A mí, aparte que ya no ensayábamos, me preocupaba que empezaran a surgir desencuentros, porque si suceden con gente que uno ve todos los días, imagínate con quienes no ves nunca. Y pienso que tenía la razón, porque quizás si hubiésemos trabajado dos meses más, cada vez sería más complicado y no quería que el nivel de interpretación decayera. De hecho, en los últimos conciertos, se había reducido la cantidad de canciones que tocábamos, porque no teníamos cuándo ensayar ni probar nada. Solamente podíamos tocar lo que nos salía fácil, y eso es limitante y nada estimulante.
Por otro lado, hubo un momento en que se rumoreó que nos estábamos separando, lo que confundió a los fans, que escribían a nuestra página web. Allí decidí enviar un e-mail a los directores de los clubes de Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile, contándoles que programábamos actuaciones hasta febrero, para que no siguieran ilusionándose con todo el trabajo que hacían. Había que ser leal y contarles a ellos, que siempre nos apoyaron.
A mí me daba un poco de lata por Coti, que siempre fue un músico súper dispuesto y que prácticamente reinvertía todo lo que ganaba en equipos, sintetizadores, secuenciadores. Es más, terminamos tocando, en gran parte, con cosas que él añadía. Tenía el entusiasmo que tú ves en los músicos que salen al escenario y ven repleto de gente y no lo toman como algo lógico, sino como algo maravilloso, casi un milagro.
Las Últimas Noticias tituló "El Pinochet de Los Prisioneros siempre ha sido Jorge" y El Mercurio "Ni perdón ni olvido", a notas donde sepultan a la banda.
Hay bandas legendarias con una suerte de democracia, como The Police, donde tres talentosos trabajan una especie de consenso, a pesar de que Sting era el compositor y cantante, pero hay otras donde uno la lleva. Y eso no se puede negar. Por ejemplo, en Los Tres o en Lucybell hay algún integrante que pesa más en las decisiones.
Ahora, mencionarme a mí como el dictador o el Pinochet, suena curioso, porque siempre que leo eso es en medios que apoyaron y encubrieron sus crímenes y todavía lo siguen haciendo. Entonces, hasta puede que lo digan como halago.
Miguel habría nombrado a Loreto Otero, tu esposa, como alguien que complicó la relación.
Sobre las copuchas, no me haré cargo. De todas maneras, estoy muy agradecido del trabajo que ella ha realizado gratis, implementando y renovando la página web, que yo le pedí detener cuando comprendí que el grupo no avanzaría creativamente; de las miles de fotos que nos tomó y que regaló a nosotros y a millares de fans. Al final, las habladurías no importan más que el hecho de sentirme contento y satisfecho de haber vuelto a tocar con Los Prisioneros. Pienso que fue una experiencia interesante, y claro que hubo cosas difíciles, pero sin duda que volver a trabajar con Claudio, Miguel y Carlos fue, desde un punto de vista musical y creativo, muy enriquecedor, por el sonido que logró la banda y, además, porque el dibujito de los tres chicos de San Miguel estaba tan metido en una cosa colectiva, que, hicieran lo que hicieran juntos, sería mucho mejor recibido que estando separados. Es más real mirarlo como una emocionante aventura. Yo preferiría, con respecto a copuchas, ni desmentir ni afirmar nada, porque son cosas personales y, la verdad, no es bueno que la gente se haga una opinión ni crea que es cierto lo que lee en los diarios, porque no es información, es sólo entretenimiento. De hecho, más que distracción, muchas veces es propaganda para los intereses de los que manejan esos medios. Aunque en el nombre se lea ‘rock’, los que ponen la plata son UDI y Opus Dei.
Manzana casi no sonó. ¿Luego de que botas los micrófonos en esa histórica conferencia de prensa, en el 2003, hay un veto al grupo?
Por un lado, Warner Music desapareció cuando promocionábamos "Eres mi hogar", lo que fue frustrante. Y está esa conferencia, en la que ilusamente quise mantener una dignidad y no ponerme a pelear en los titulares con Claudio. Pensé que no era bueno para Los Prisioneros que ahí yo entrara a decir todo lo que había pasado, que luego sí conté en el libro Maldito Sudaca, porque es otro contexto, pero fue peor. En ese momento quedé con cero dignidad y, sin duda, después no volvimos nunca más a tener apoyo o un comentario que nos ayudara para que la gente se enterara siquiera que teníamos un disco nuevo o un concierto.
En los ‘80, no existía un establishment que se adueñara de los discos. Los discos que se editaban eran olímpicamente ignorados, porque no había críticos, entonces, la música llegaba al público sin ningún filtro. Ahora eso no pasa, por lo que no hay comparación en la oportunidad y la difusión que tuvo Manzana con el primer disco mío o los cuatro primeros discos de Los Prisioneros, por ejemplo.
Pero esos medios que no ponen tus discos, justamente lo hacen porque estiman que eres tú quien ‘ya no hace rock’.
Mira, a mí la palabra rock me importa un comino, pero como se usa, pienso que en Chile no ha existido prensa rockera. Hay secciones o medios que tienen el nombre rock, pero en realidad no tienen un espíritu de lo que ellos mismos definen como rock. Puede haber una cobertura para el rock anglosajón y también para las bandas nuevas, pero desgraciadamente siempre cuando alguien consigue una suerte de éxito, le va realmente bien y entra en un nivel comparable a los extranjeros, algo pasa en nuestra forma de ser que los queremos bajar rápido.
Ya en mis primeras entrevistas dije que el rock había muerto, y que pertenecíamos a una nueva generación de música, independiente, latinoamericana, que no era rock. Estábamos súper influenciados por The Clash, Adam and the Ants o Devo, que hablaban que el rock había muerto y lo encontrábamos súper interesante. Que el rock era la música de mi mamá, que adora a Elvis Presley, Little Richard y Jerry Lee Lewis.
Por eso, cuando yo hablo de rock no me refiero a que tengas lo mejor de Lou Reed, una compilación de Robert Johnson’s, la caja de Led Zeppelin o que alguna vez hayas escuchado a MC5. Me refiero a una actitud ante la vida, una actitud independiente.
Luego de Carlos Fonseca, se sucedieron rápidamente Víctor Varela, Patricio Guzmán y Marco González como manager. ¿Por qué?
Hubo una persona que habló de trabajar como manager e irse a México con nosotros, pero pronto se dio cuenta de que no estaba en condiciones, por algo familiar o de trabajo, nunca lo aclaró. No duró ni dos semanas. Luego encontramos a un chileno que vive allá, pero desgraciadamente no pertenecía a la clase de compatriota que nos deja bien parados en el exterior, desde el punto de vista de la honradez, por así decirlo. Entonces, es muy complicado el tema del manager. Es casi imposible encontrar gente honrada y enfocada, sobre todo para trabajar con músicos con experiencia, a los que se les puede engrupir hasta cierto punto, no más.
En algún momento, los números van a cambiar y favorecer a quien controla las cuentas bancarias. Cuando uno tiene 22 años, casi no se da cuenta ni le importa, pero a los 40, se da cuenta pronto y sí le importa. Es un tema muy delicado.
El mundo de la música es complicado cuando se junta con los números y las cuentas, puesto que hay un porcentaje grande que es de apariencia, deslumbrarse por las luces, por lo que están diciendo de ti, porque te consideren un ‘artista’, diferente a demás los trabajadores, lo que no es tan así. En el mundo de la música hay una cosa creativa, sin duda, pero el 90% de la gente alrededor no lo es, aunque sí bohemia, pero ellos, de alguna manera, piensan que por vestirse distinto o porque la gente los mira un poco distintos, sí son personas creativas, con una libertad, digamos, de ser menos estrictos con los aspectos de la vida real, cosa que nunca da buen resultado. En algún momento hay que escrutar las cifras y preguntarse por qué están tan lejos de cuadrar.
En Maldito Sudaca dices que sin Carlos Fonseca, Los Prisioneros no habrían llegado muy lejos. Ahora podría inferir que lo que me dices también va para él.
Lo que yo te digo es una cosa general, no me refería en particular a Carlos. Y, la verdad, las cosas que tengan referencia a Carlos, Claudio y Miguel, no me gustaría meterme a profundizarlas acá, porque ni yo mismo, en mi vida personal, tengo tiempo ni ánimo de analizarlas a fondo. No quiero quedarme pegado en las cosas amargas.
Todas las pequeñas cosas que hubieran pasado, por motivos de trabajo, por la grandeza del proyecto y por la resonancia de todo lo relacionado a Los Prisioneros, para bien o para mal, yo prefiero recordarlas para bien.
¿Cierras la posibilidad de una nueva reunión, aunque sea para un acto solidario, un tributo u otro evento?
Yo creo que nunca más, pero en 1992 también dije eso.
INDEPENDENCIA CULTURAL
Versiones sobre tus canciones siguen y suman. En los dos últimos años, argentinos, mexicanos y chilenos realizaron nuevos covers. En dibujos animados y teleseries, también se escuchan. En 2005, los auditores de radio Concierto eligieron a Corazones como el mejor disco chileno de los ‘90.
La SCD hace un informe de lo que se escucha, de cada vez que pasan una canción por la radio, y la verdad es que de Los Prisioneros o solistas mías, siempre las tocan. Más o menos, entre mis discos con Los Prisioneros, solistas y lo que he hecho, por ejemplo, con Sieg Über Die Sonne, se ha llegado a un millón y medio de discos vendidos. Si nadie volviera nunca más a escuchar una canción que haya escrito, igual me daría por más que satisfecho.
¿Planes para reeditar algún disco?
La gente que hoy tiene flamantes discos nuevos y que tienen trayectoria, tiene serios problemas para editar o distribuir, así que no es muy imaginable que haya espacio para reediciones. No hay ningún plan, salvo Gonzalo Martínez. Una compañía lo relanzará en Canadá y USA.
Sé que en el libro Maldito Sudaca descubriste compilaciones con temas tuyos.
Sí, hay compilaciones inglesas e italianas de las que no tenía idea. Cosas de Gonzalo Martínez o Sieg Über Die Sonne, en general.
¿En qué proceso musical estás?
Siento que he podido dedicarme a escuchar música de una manera diferente. Antes, inconscientemente había un poco de filtro sobre lo que pensaba que podía aprender de eso, por estar en Los Prisioneros y la imagen que se tiene del grupo, que aunque no quiera, afecta harto a lo que uno hace.
Estoy disfrutando discos de una manera más libre y pensando que puedo ir por ese lado. Y, claro, no es que exactamente vaya a hacer eso, pero lo que más me ha gustado ahora es Juan D´Arienzo o selecciones de vieja milonga. O el músico clásico más importante de Sudamérica para mi gusto, Astor Piazzolla, que tiene una obra increíblemente variada y diferente. Una música que no existe en otro lugar del mundo, con un maravilloso tipo de sonoridad y sobre todo por el lunfardo, idioma del hampa a comienzos de siglo en Argentina, que llenó de palabras nuestro vocabulario.
Lo otro, curiosamente, es el country. Dolly Parton, Waylon Jennings y Johnny Cash, que no es country puro, sino más rockanrollero, pero ese feeling me gusta. Soy el único músico que conozco que le gusta el country y no el blues.
Con respecto a proyectos, hay dos cosas que he soñado y voy a tratar de hacer este año. Hacer música electrónica pura, como para hacer bailar y ni siquiera con la idea de editar discos, sino con la idea de tenerlos para poder mezclarlos como DJ o tocar en vivo. Y lo otro es hacer canciones completas, con guitarra acústica y voz, muy centradas en las letras. O sea, hay una parte que me tira a hacer algo completamente instrumental, y otra como complemente cantado y con verso.
¿Quién hace más o menos lo que tú quieres hacer?
La verdad es me gusta la parte armónica del tango, pero no sé si podría incorporar algo así. Cuando hice Gonzalo Martínez, pensé que alguna vez haría un disco de tangos con sintetizadores, pero el tango no lo domino como la cumbia. Es una música que me plantea un desafío mayor. La verdad es que no me veo haciendo country o tango. Sí haciendo algo que incorpore el arte de contar historias, que tiene el country o la verbosidad del tango, donde me gusta mucho el acercamiento a las palabras, ese lenguaje tan cerrado, tan lleno de curvas. Eso me parece interesante.
¿Por qué te vas a México, si el proyecto era hacerlo con Los Prisioneros? ¿Por qué no te quedas en Chile?
Te respondo nombrándote a La Ley y Pánico. Si La Ley se hubiera quedado acá, se disuelven a los pocos años, entre decepción y una mala onda que tiene que ver con que todo lo que hacían era mal visto, por ser demasiado pop. Y Pánico, también creo que si se quedan acá habrían terminado desencantados y dedicados a otra actividad. En este momento, en Chile es difícil promocionar lo que uno hace, es difícil hacer llegar una propuesta musical o incluso una postura de vida. No existe la manera de hacerlo. Todo pasa por un filtro y por una distorsión, que finalmente cuando llega al público, por los medios que existen, termina todo pareciéndose, entonces es muy complicado. Yo pienso que, para una banda que comienza, Santiago puede ser muy estimulante, porque hay muchos músicos y bandas tocando y que son independientes, pero para una banda o un artista que hace rato trascendió el underground, es muy difícil trabajar acá.
Por otro lado, en otro país, está el hecho que lo que yo hago se toma como música y no se le busca una ideología ni cómo tirarlo para abajo. Y, aparte, me gusta viajar y vivir afuera, especialmente en la maravillosa relación de pareja que disfruto. Me rejuvenece.
Aparte del abortado traslado, ¿algún otro sabor amargo luego de la separación definitiva?
Siento que alrededor de Los Prisioneros, interna y externamente, había más bien un afán de sacarle leche a la vaca, aunque se dijeran otras cosas. Aunque tú vieras a tu compañía de discos haciendo tal o cual plan o internamente a uno u otro manager diciendo esto o lo otro, o de repente, en un ensayo, a un músico diciendo "sí, hagamos esto, probemos lo otro", yo me quedé con la triste sensación de que la mayoría, al ver que no era tan fácil todo, quería sólo sacarle leche a la vaca, sin ningún interés en arriesgar o invertir lo que estaba ganando. Es cosa de ver lo que cada uno hizo, hasta dónde se comprometió, sobre todo de un punto de vista económico, con el proyecto.
Pero también pienso que esa actitud es correcta en la mayoría de los casos, porque siendo músico o teniendo tendencia artística en Chile, hay que asegurarse el futuro cuando es posible. Es complicado confiar en tu talento o apostar a que repetirás el éxito una y otra vez.
Perfectamente podrías quedarte acá y ser productor, arrendar tu estudio, componer para otros o realizar cualquier actividad lucrativa propia del líder de Los Prisioneros.
Es que si no hago música nueva o algo creativo y no estoy en plan que signifique soñar y aventurarse, la verdad es que me empiezo a morir. Y no quiero que me pase, no contemplo esa posibilidad. Creo en encontrar esa canción, esa pieza de música que trascienda, que remueva, que se comparta con otra gente y que me haga sentir feliz.
Aparte de presentarte con Los Prisioneros, en México grabaste con Sussie 4, tocaste en Mutek y con Moenia. Sumado a tu amistad con otros músicos, no se ve difícil que toques allá.
Claro. Allá, "Estrechez de corazón" y "Tren al sur" fueron éxitos muy grandes. Y de mi primer solista, "Esta es para hacerte feliz" y "Fe", son súper importantes.
Molotov, en sus ensayos, cuando empezaban, tocaban temas de nosotros, y Rubén Albarrán, líder de Café Tacuba, antes tocaba en una banda de covers y la mitad del repertorio era Los Prisioneros. Entonces, entre los músicos de allá, mis temas están en sus cancioneros, junto a Miguel Mateos, Cerati y otros.
¿Qué otros proyectos has realizado allá?
Nada que piense que sea tan importante para contarlo. Soy poco dado a contar algo que yo mismo, internamente, piense ‘qué fome lo que estoy contando’, algo que puede pasar luego que vas a Guayaquil, por ejemplo, y te reciben como un héroe del rock y tocas en un lugar repleto y todo el mundo salta y se vuelve loco, y después contar que estás haciendo un remix para tal artista, como que para ti mismo es fome, por mucho que lo disfrutes cuando lo haces. Entonces, no hay mucho que contar. Ya llegará el momento.
Es más, esta conversación es un poco forzada, porque sé que varios medios están tratando de entrevistar a cualquier persona que haya trabajado con Los Prisioneros o que alguna vez nos haya visto pasar por la calle, para que den la versión definitiva de la separación. A mí me hubiera gustado conversar cuando ya hubiera editado algo nuevo o estuviera tocando, para que fuera más sabrosa, pero desgraciadamente no se puede mantener una dignidad ni un respeto por uno mismo, porque se está forzado a salir a la calle y abrirse el corazón y tener que soltar la copucha, porque si no, hay un montón de gente a la que van a convencer, engañar o incluso la van a hacer hablar y después le van a cambiar todo. Es bien triste.
Ahora, elegir la vía de no hablar y no dar entrevistas es muy duro, porque de repente cierras la puerta a gente honesta. Uno tiene que adoptar una actitud muy desagradable. Y, en realidad, las dos opciones lo son, la de cerrarse o abrirse a los medios y ser parte del show. Es una pena, pero hoy no existe una alternativa agradable en nuestra patria.
En otras épocas, el tema de fondo y las personalidades eran los artistas. En los años ‘60, por ejemplo, con Cecilia, revista Ritmo y otras grandes estrellas, era de los artistas de quiénes se hablaba y, en general, el medio se mantenía al margen y utilizaban el poder de encanto de esos artistas para llegar al público y vender más, pero hoy las estrellas son los opinólogos. Hoy, si tú ves un programa de televisión, por ejemplo, la estrella y el que tiene que quedar de héroe, es el que pregunta, no el entrevistado. Es difícil y complicado escapar a eso y es una de las razones por las que me voy de Chile.
Aconsejo, a quien quiera hacer una carrera donde la música y la creación sean más importante que la copucha alrededor, que se den una vuelta por otros lugares por un rato. En otras palabras, me veo obligado a contradecirme con "¿Por qué no se van?".
¿Planes para trabajar con Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel?
Aníbal se quedó esperando los demos que haríamos con Los Prisioneros, pero cuando haga música solo y llegue el momento en que sienta que vale la pena editar algo de una manera masiva, sin duda, me encantaría trabajar con Gustavo y Aníbal.
Eso sí, no tengo intención de mañana mismo hablar con una compañía establecida, poner mi firma, comprometerme a que sólo voy a trabajar con ellos, entregar un montón de demos y tomarme una foto de promoción. Hoy tengo más bien el ánimo de hacer música por mi cuenta y cuando sienta que hay algo que pueda ser de un interés masivo, empezaré a buscar la forma de distribuirlo.
Voy a hacer mis canciones y mi música y cuando aparezcan piezas que yo tenga la sensación que puedan tener un alcance, digamos, para todo espectador, creo que lo voy a poder reconocer y ahí lo pensaré. No lo voy a forzar, aunque evidentemente, no me cierro.
Haber compuesto y haber obtenido el resultado con canciones como "El baile de los que sobran", "La voz de los ‘80", "Estrechez de corazón", en fin, tendría que nombrar como 25, pienso que es una de las cosas que más me emociona, pero no es algo que uno pueda voluntariamente buscar. Aparecen en el momento más inesperado.
Estuviste en Mutek y Sundeck con Atom Heart, Ricardo Villalobos y Vicente Sanfuentes. ¿Proyectos con ellos?
Ricardo fue elegido, por la mayoría de las publicaciones de música electrónica mundial, el mejor DJ 2005. Él pertenece a esa maravillosa generación de hijos de exiliados que se criaron en Europa y que, si bien podría haber tocado en Japón para el año nuevo, cobrando una millonada, prefirió venir a tocar a una fiesta de amigos, porque en el espíritu de la electrónica la música es lo primero. Con él tuve el placer de realizar una sesión en Con-Cón, con nuestros computadores, realizando improvisaciones, y fue una cosa increíble. Yo no diría que él es como un músico de jazz, pero sí tiene eso de ir creando sobre la marcha y que ni se preocupa si está siendo registrado, entonces la experiencia de tocar con él, siempre es como única e irrepetible. Esa parte de la música a mí me interesa harto.
Quizás, ahora en México sea posible concretar un proyecto con él, pero sin duda que queremos hacer algo juntos, como también con Vicente y Dandy Jack. Ahora, en Mutek México voy como invitado de Atom Heart y Vicente, en su proyecto Surtec, en oposición al Colectivo Nortec, que es la banda mexicana más importante de música electrónica.
¿Y con Mauricio Clavería, el ex batero de La Ley?
Nos hemos juntado a tocar en mi casa en México y por internet también nos mostramos cosas, porque es fanático de la música electrónica; y habiendo dejado de tocar con La Ley, tenemos muchas ganas de embarcarnos y tocar, en distintos lugares, música enfocada al baile y que para los dos signifique un cierto descanso de tener que acompañar una canción, promocionar o tratar de darle una aureola artística mediática a la música, sino, sencillamente, salir, tocar y que la gente lo disfrute. Un proyecto que me refrescaría mucho.
¿En qué están los covers electrónicos de Los hijos de Putre con Los Hermanos Brothers?
Trabajar con ellos ha sido una gozada. Son geniales y muy excéntricos, aunque para mí ha sido difícil dar por finalizado lo que estamos haciendo, porque tenemos la vara tan alta con Gonzalo Martínez, que quiero que lo que hagamos, realmente sea muy superior.
Creo que en México voy a tener más claridad para terminar ese proyecto. Incluso invitamos a Dandy Jack, que colaboró conmigo en Gonzalo Martínez, para que nos aporte, pero es un proyecto que no tiene apuro. Es que, te decía, uno termina un proyecto acá y dice: "¿lo saco o no lo saco en un sello, para que pase qué?". Si lo saco en un sello independiente o grande, inmediatamente va a quitársele el valor a esa música, porque va a aparecer, entre comillas, como un fracaso, porque no hay forma de difundirlo.
Entonces, lo que tenga que ver con eso, prefiero, en México, sentarme a pensar con la cabeza clara qué es lo que significa editar y dónde lo puedo hacer.
¿Alguna forma de difusión que valores?
Los discos ahora son muy baratos de hacer, por lo fácil de grabar. En eso no hay problema y la difusión por internet está siendo una realidad.
Una cosa muy buena sucede en el género electrónico, donde si una obra musical es realmente buena, todo el mundo se entera pronto, porque la gente escucha la obra y le da lo mismo quién está detrás, aunque esté editada en el sello más chico del mundo o sólo tenga una página web.
En el rock es más complicado, porque aparte de la calidad, entran otras cosas, como la imagen que hay alrededor. Si tú ves a una banda con la pinta de The Bloc Party o algo mediáticamente atractivo como The White Stripes, vas a ver más onda que si lo hicieran unos tipos con cara de nada.
¿Vas a venir a Chile por música?
No creo. Muchas veces he querido aceptar invitaciones de bandas que empiezan o de renombre, para que los produzca, por ejemplo, y a mí me ha dado la tristeza de tener que decir no, porque si lo hago les daré mala prensa. Pienso que estoy tan funado a nivel mediático que les haría daño si trabajo con ellos, por mucho que mi producción musical sea de un nivel alto. No olvides que produje, con 19 años, La Voz de los ‘80, que es un disco que todavía suena súper bien; Pateando Piedras, La Cultura de la Basura, más tres de mis discos solistas y los últimos de Los Prisioneros. O sea, alguna idea tengo de cómo suenan bien los discos y cómo la música va para adelante.
Igual en 2005 aparecieron discos de Los Miserables, Papanegro, Ángel Parra Trío y Mambotur que incluyen tu colaboración.
Sí, tuve la fortuna de colaborar con Los Miserables. Pasé a su estudio a buscar la sesión de pro tools y agregué voces en mi casa. En cuanto a Papanegro, algunos de ellos trabajan en la productora Sólo por las niñas, con quienes hicimos dos videos. Me pasaron la pista básica y me encargaron una parte hablada, muy sencilla.
La colaboración con Titae, Ángel y Moncho fue más cercana. Me encontré en una fiesta en el Alameda, donde disjockeaba junto a Ricardo Villalobos y DJ Dinky, con Titae, y ante la pregunta "¿cuándo me invitan a cantar?", me contó del disco que trabajaban con Óscar Arriagada, así que me anoté. Al escuchar los instrumentos en el estudio gocé tanto con las partes de bajo, tambores, guitarras y piano eléctrico que, al terminar mis voces, ofrecí un remix que agregaron como pista extra. Y conocer y ver tocar a Óscar fue un privilegio.
En cuanto a los colegas de Mambotur, desde Berlín, ellos hicieron una versión electrónica de "Latinoamérica" y rescaté la pista de voz para ellos.
Rarezas: Los Prisioneros tienen sólo dos DVD y grupos muy menores, ya tienen el primero grabado en vivo en una discoteque. Al Festival de Viña del Mar han ido sólo dos veces y otros de menor popularidad lo han hecho tres o más.
Una compañía se interesó en editar en DVD la actuación del Festival de Viña 1991-2003, pero al final, entre el rollo que habría entre integrantes, ex integrantes, ex managers, viudas y herederos de Los Prisioneros S.A., me pareció que iba a crear más conflictos que beneficios, así que decidí echar para atrás el proyecto.
En cuanto al Festival en sí, sin duda Los Prisioneros no son una banda,"para todo espectador". Hay reparos por tenerlos. O sea, no a Los Prisioneros, porque a nadie le va a dar susto subir a un escenario a Miguel Tapia o a
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