Joaquin Phoenix, Reese Witherspoon, Robert Patrick
Con Dios y con el Diablo
Ni biopic ni drama romántico (o las dos cosas a la vez), la película sobre la vida de Johnny Cash deriva en una recia road movie en clave western.
Lo menos trascendente de Johhny y June: Pasión y locura (para otra ocasión quedará referirnos a su estólido subtítulo español) es lo que más trasciende en los medios: sus posibilidades frente al Oscar. El propio John R. Cash (1932-2003), Johnny, viejo pistolero errante, trovador de la América profunda, entraría a patadas en las oficinas de prensa de su película en los Estados Unidos preguntando por el responsable de todo esto. Y lo menos interesante de Johnny y June [Walk the Line] es lo que más le interesó al director y guionista James Mangold ( Tierra de policías, 1997; Inocencia interrumpida, 1999): la relación de Cash con su última mujer, June Carter, cristiana fundamentalista que, no obstante, y mal que le pese a los más recalcitrantes fieles del Hombre de Negro, lo salvó de hundirse en el fango de los excesos y despertó en él una insospechada lírica humanitaria. Algunos podrán pensar que esta coraza religiosa es utilizada por Mangold para caer en el vacío de las hagiografías de estampita del tipo Ray, apelando a una estrategia argumental que subraye el espíritu puro de Cash, prohombre del country, conservador del campo y poeta.
Pero no. Esta película no es ni un drama romántico ni un biopic: es las dos cosas. Hay química entre Joaquin Phoenix y Reese Whiterspoon (¿hace falta decir nuevamente que ambos dan interpretaciones excepcionales?). Y hay vida y obra, biografía. Y canciones. Muchas. Phoenix es Cash (recientemente el actor visitó la cárcel de Folsom, California, aquella donde Cash grabó el mítico At Folson Prison en 1968, y desgranó en vivo algunas estrofas). El gran mérito de Mangold tampoco es reescribir el género de la biografía musical cinematográfica (no lo hace), sino evitar caer en la reverencia post mortem de un servil monaguillo que llora por su párroco muerto. Deja que Cash hable por sí mismo a través de citas y frases célebres de algunas de sus más de 1.500 canciones editadas, convirtiendo su película en un festival para entendidos sin descuidar la curiosidad de los iniciados. “Le disparé a un hombre en Reno/ sólo para verlo morir”, un verso de “Folsom Prison Blues” que enlaza insólita pero directamente a Cash con la poesía del gangsta rap.
Espero que no resulte pomposo afirmar que Johnny y June acaba convirtiéndose, sin apelaciones sentimentales de villancico, en una impura pero conmovedora parábola de la fe de un individuo en sí mismo. Un recio road-western cubierto de polvo y respeto.
Más leídas de Espectáculos
"Destruido para siempre". La contundente respuesta de Pampita a García Moritán y el nuevo paso que dio en su relación con Martín Pepa
Polémica. Quién es Manuel Anido Cuesta, el polémico nuevo amor de Ana de Armas
La salud del periodista. El motivo por el que Jorge Lanata aún no pudo ser trasladado a la clínica de rehabilitación