John Stamos revela en sus memorias que sufrió abusos sexuales de parte de su niñera: “Tenía que hablar de esto”
El actor de 60 años da dolorosos detalles de su vida en su libro If You Would Have Told Me, en donde además habla de sus años más oscuros y de su difícil divorcio de Rebecca Romijn
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En agosto, John Stamos, uno de los rostros más conocidos de la televisión, cumplió 60 años. Y la cifra, redonda, parece haber sido un incentivo para sacar a la luz sus casi cuatro décadas de carrera en la pequeña y la gran pantalla y su vida hollywoodense. Así, el martes próximo lanzará su libro de memorias, titulado If You Would Have Told Me (Si me lo hubieras dicho...), del que se empiezan a conocer los primeros extractos. El miércoles, la revista People publicó varios de ellos, acompañados de una entrevista, donde el actor californiano habla de algunos episodios complicados de su existencia, como la ruptura de su mediático matrimonio con Rebecca Romijn, su posterior adicción al alcohol y los abusos sexuales que sufrió de pequeño por parte de su niñera, de los que afirma que él mismo se había olvidado hasta que empezó a desempolvar su biografía para escribirla.
Según Stamos, hasta su adultez ni siquiera él había sido consciente de lo sucedido. “Me llevó escribir todo un libro”, afirma en la revista, para reaccionar ante lo sucedido. El conocido tío Jesse de Full House, una de las comedias televisivas más exitosas y recordadas de los ochenta y noventa, reflexiona acerca de ello y de cómo se dio cuenta de lo sucedido. Cuenta que siempre había sido portavoz y defensor de los niños que habían sufrido abusos, que era algo que siempre había estado ahí, y que incluso ha recibido premios al respecto. De hecho, fue al preparar un discurso de aceptación de uno de ellos cuando cayó en la cuenta de lo sucedido.
“Empecé a escribirlo y ahí fue cuando de repente todo me vino”, recuerda sobre ese instante. “Y entonces pensé: ‘No, esta noche no es sobre mí, es sobre los niños. Voy a dejarlo de lado hasta que sea el momento adecuado sino seré un farsante”. Prefirió no ponerse en el centro en ese momento: “No quería que los titulares fueran eso, ni quería que el libro fuera sobre eso”, asegura. “Será una página, algo así, pero sentía que tenía que hablar de esto. Era raro. Fue algo cuando yo tenía, creo, 10 u 11 años. Nunca tendría que haber lidiado con esos sentimientos”.
Según él, “siempre hubo algo por detrás”, algo de lo que él no tenía una consciencia clara. “He hecho mucho trabajo por las víctimas. Y sentí que recordaba algo, ligeramente. Siempre estuvo ahí, pero lo almacené, lo dejé de lado, como hace la gente, supongo”, explica. Por entonces no se lo contó a nadie, simplemente se dijo a sí mismo: “Cosas de chicas”. El recuerdo es lejano, nebuloso: “Es como si te estuvieras haciendo el muerto para que parara, pero no era algo del todo agresivo. No sé, pero no era algo bueno”.
Un nuevo comienzo
Stamos mantiene una relación con la también actriz y modelo Caitlin McHugh Stamos, de 37 años, desde 2016. Se conocieron en un rodaje en 2011 y volvieron a coincidir años después. Se casaron a principios de 2018 y ese año, en abril, dieron la bienvenida a su único hijo, un niño llamado Billy, que ahora tiene cinco años. “Si descubriera que alguien le ha hecho algo así a mi hijo... esa sería otra historia”, asegura.
En If You Would Have Told Me, el actor también habla de su primer matrimonio, el que mantuvo con la modelo y actriz californiana de origen holandés Rebecca Romijn. La pareja se conoció en 1994 durante un desfile de la firma de lencería Victoria’s Secret en el que ella participaba y se casó en 1998. Anunciaron su separación en 2004 y se divorciaron oficialmente en marzo de 2005. A finales de ese año ella se volvió a comprometer, con el actor Jerry O’Connell, con quien se casó en 2007, un año después tuvieron gemelas. Pero el divorcio de los Stamos fue muy mediático y, como él cuenta ahora, muy duro, incluso difícil. “Mi primer matrimonio me destrozó. Me destrozó durante mucho, mucho tiempo”, afirma en la entrevista con People, explicando que su primer año fue aceptable, pero que durante los siguientes todo se complicó.
De hecho, admite que cuando se separó no soportaba a su expareja, aunque ahora ve que la culpa de aquello puede que fuera compartida: “La odiaba. No podía creerme lo mucho que la odiaba y eso arruinó mi vida. Lo veo mirando hacia atrás y hablo sobre ello en el libro porque el cuarto paso de Alcohólicos Anónimos es soltar todas tus quejas, todo lo que te hicieron. Y ahora puedo decir: ‘nada’”. De hecho, las casi dos décadas de separación han hecho ver aquella relación con otra perspectiva. “Empezás a pensar: a lo mejor ella no era un demonio. Quizá yo tenía tanta culpa como ella”. Todo fue entonces demasiado público y eso les causó dolor a ambos. Según el actor, él pensaba que Romijn lo dejó porque la carrera de ella iba muy bien y la suya entonces no demasiado. “Y aquello fue humillante”, reconoce hoy. “No la culpo por ello, era la percepción de la gente y quizá tenían razón. Ella iba genial por entonces y yo no tanto”.
Fue entonces, cuenta, cuando empezó a beber demasiado. No supo cómo superarlo, su curación “no fue sana”, reconoce. Por entonces, además, también murió su padre. La bebida se convirtió en una adicción. “Cada vez me hundía más, no me animaba. Me rodeaba de gente que no debía”, reconoce. En 2015 fue detenido por conducir bajo los efectos del alcohol, un momento que, como contó hace años, “fue vergonzoso” y lo llevó incluso al hospital, y aquello fue una iluminación. “No puedo seguir con esto, tengo que ponerme firme”, se dijo a sí mismo. Entonces decidió entrar en un programa de rehabilitación y hacer todo lo que pudiera para superarlo.
No fue fácil, reconoció entonces y cuenta ahora. Intentó recurrir a medicación como antidepresivos para dormir, pero le impedían memorizar los guiones y recordar datos esenciales. Así que decidió ir despacio y realizar todo el proceso. “Fue un poco oscuro en algunos momentos”, recuerda, “pero empezó a ir mejor y luego hice muchos amigos”. Sus hermanas y también la llegada de la serie Fuller House, que empezó poco después, lo ayudaron, así como su esposa y después la llegada de su hijo. “Es duro, pero quizá de forma distinta. Para mí no es tan duro porque todavía tengo fresca en mi cabeza la imagen de mí mismo esposado en medio de una calle. Estaba sentado en un borde o algo así. Solo pensar en eso me dan ganas de vomitar. Nunca más”.
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