Desde San Martín de los Andes, el actor habló con LA NACION acerca de su principal hobby y el nuevo film en el que está trabajando
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Lejos de la gran ciudad, se siente cómodo. Llegó a San Martín de los Andes el miércoles pasado para filmar su nueva película, Una muerte silenciosa, de Sebastián Schindler. Así es cómo Joaquín Furriel vuelve a la Patagonia, su lugar feliz, donde los tiempos se desaceleran, según sus propias palabras.
La charla con LA NACION toma lugar en las alturas del Cerro Chapelco, durante el clásico encuentro anual Movistar Ski Day and Night, un evento que propone esquiar de noche, con linternas y, luego repetir la experiencia doce horas después, durante el amanecer. El actor, amante del esquí, se divirtió en las pistas bajo esta consigna, una experiencia sin dudas atípica de la que también formaron parte Santiago Korovsky (División Palermo), Martín Piroyansky y Nicole Neumann. Se sacó las ganas: “Hacía 3 años que no esquiaba”, dice.
-Estuviste dándole tips de esquí a Korovsky y parece que él disfrutó la clase porque te definió como “el ángel de la nieve”, ¿cómo lo viste?
-(Risas) Muy bien anduvo. Me dijo que no esquiaba desde hacía 10 años. Se ve que recuperó muy bien la memoria. Ni un solo palo, ni siquiera estuvo cerca de caerse.
“Acá siento que el tiempo fluye de otra manera, disfruto más”
-Estás lejos del ruido político, del caos, se te ve alegre.
-A mí estar en la montaña me genera una sensación parecida a la que siente la gente que medita. De hecho, hacer trekking y esquiar es como una meditación activa para mí.
-¿Es tu “lugar feliz”?
-Sí. Yo, acá, siento que el tiempo fluye de otra manera. Obvio que varía según las experiencias que uno esté viviendo. En la ciudad, para quienes somos urbanos, tenemos una tendencia a tener una relación vertiginosa con el tiempo, más asociada a la actividad, a la producción; sobre todo a la producción... Y con cierta ansiedad. Mientras que en ámbitos como este es distinto: la naturaleza y la montaña desaceleran eso y te invitan a percibir el tiempo de otra manera. De repente te sorprendés y decís: “¡Uy, llegó el atardecer!”, pero lo disfrutás, no sentís que se te pasó todo el día.
-¿Cuánto tiempo vas a estar en San Martín de los Andes?
-Llegué ayer (por miércoles pasado) y voy a estar un buen tiempo, aproximádamente 6 semanas. Voy a estar trabajando mucho, filmando la película.
-¿Hay alguna pista que puedas dar sobre la trama de la película?
-La historia va a ocurrir en un coto de caza, muy de montaña, rodeado de nieve, en un ambiente muy hostil para mi personaje. Me entrené mucho en Buenos Aires para venir acá, para que mi estado físico no sea un impedimento a la hora de filmar en jornadas de clima frío y de nieve. Vamos a filmar mucho de noche y al hacerlo, por cuestiones de vestuario, no siempre voy a poder estar abrigado. Por ahora solo puedo decir eso, pero... ¡me dan unas ganas terribles de compartir más!
“De adolescente elegía la montaña, no la playa”
-¿Cómo fue que te enamoraste del Sur?
-Yo me acuerdo que de chico, en mi época, en la revista Billiken estaba el personaje del Nahuelito. Yo había quedado fascinado con esa historia, me quedó toda esa leyenda en la mente. Entonces vine, a los 15, con un grupo de amigos. Trabajábamos de jardineros y teníamos nuestra economía personal más o menos afianzada. Les pedimos permiso a nuestros papás, ellos se coparon y nos dejaron viajar. Compramos un ticket de tren y vinimos desde Constitución hacia Bariloche.
-Se vinieron de mochileros.
-Sí. Es cierto que no vinimos solos... Ahí en Bariloche, uno de los chicos del grupo tenía familia y ellos nos alojaron. Nos quedamos 3 semanas y durante ese tiempo conocí la montaña y el lago y me enamoré. Los años siguientes, cada verano, elegí volver al Sur mientras que todos los chicos de mi barrio tenían la costumbre de viajar a la costa. Yo no tengo una adolescencia de boliches o de mar y playa; siempre fui de acampar, de hacer trekking, de caminar. Obvio que siempre conocí nuevas personas durante estos viajes, pero siempre en el hábitat que te digo: conectado con la naturaleza.
-Has hecho de todo tipo de trekking en el Sur. ¿Y en las otras regiones del país?
-Hace poco estuve en Catamarca, en el Nevado Ojos del Salado. Increíble.
-¿Y en el extranjero?
-Cuando cumplí 30 años me fui a Nepal, con un amigo. Hicimos el “Annapurna Trek”, un camino de 280 kilómetros que nos llevó 15 días terminar. Es probablemente uno de los senderos más bellos del mundo.
-Has hecho cine y teatro con personajes muy variados. También te tocó ponerte en la piel de políticos,¿cómo ves esos roles hoy en día en comparación con otras épocas?
-Tengo diferentes subjetividades a la hora de ver eso porque yo mismo soy diferente respecto a otras épocas, pero sí siento que me doy bastante cuenta de lo entrenados que están para actuar. Entiendo el juego, su juego. Pero bueno, a mí me pagan por actuar. A mí me pone contento decir que yo soy actor, pero si yo fuese político, no me gustaría actuar. Me gustaría ser una persona íntegra que tenga una vocación por su sociedad y que quiera mejorar las cosas.
-¿Notás esa integridad hoy en día?
-Hace muchos años que no, pero sigo creyendo en la política. Sigo considerando que es el medio para modificar la realidad. Los grandes movimientos que hemos logrado como especie fueron gracias a la política.
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