Jimmy Page, con el peso de la historia
Londres (El País).- Jimmy Page (Heston, Middlesex, 1944) ha visto una y otra vez cómo su nombre ocupaba los primeros cinco puestos entre los guitarristas más grandes de la historia. Arquitecto del hard rock con Led Zeppelin, precursor del heavy metal, Page hizo historia con su banda entre 1968 y 1980. Pero antes había aprendido el oficio junto a The Yardbirds, grupo al que entró en 1965 para sustituir a Eric Clapton y en el que formó dúo con Jeff Beck. Caballero de la Orden del Imperio Británico y ciudadano honorario de Río de Janeiro -por sus labores de inserción y desarrollo en las favelas-, Page ha dedicado años a cuidar el legado de Led Zeppelin, de quien fue productor.
Leyenda con colita. Precursor de la guitarra de dos mástiles, músico oscuro y esquivo, dado en su tiempo a las drogas y al oscurantismo, marcado por la tragedia, pero responsable ante las consecuencias de su legado artístico, Page no sólo es uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos, es hoy un artista minucioso, perfeccionista y nada complaciente.
A los 70 años, confiesa que cuando formó Led Zeppelin lo tenía muy claro. Que no fue una improvisación, sino un proyecto meditado tras sus pasos como becario del estrellato mundial en un estudio de grabación como instrumentista de The Yardbirds. Pero su grupo debía liderar un avance más allá, hacia terrenos en los que la exploración del sonido junto a los jardines de delicias prohibidas se unían en un ámbito de culto.
Conectaron un aire de libertad desconocido con historias de todo tipo: desde abusos a menores hasta palizas a granel por sus guardaespaldas y de excesos como el que llevó a la muerte a su baterista, John Bonham. Hoy Page se siente responsable de un legado artístico que acaba de recopilar, con novedades en vivo y remasterización de sus tres primeros discos. Espera que sirva para que el grupo ocupe su lugar en las alturas del rock. En Londres, dentro de un salón en un hotel de Kensington, Page repasa y se reivindica sin complejos.
¿Usted ha asumido la responsabilidad del legado de Led Zeppelin? A los otros no se les ve por aquí.
No sé dónde andan, no tengo ni idea de lo que están haciendo. Pero hay que tener en cuenta que yo era el productor, porque no queríamos que las cosas acabaran en manos equivocadas. Aun así, existe material que ha salido a la luz y algunas de esas versiones han sido frustrantes.
¿Por qué?
No es que tenga que ver con mi perfeccionismo, aunque lo soy. Siempre se puede mejorar. Sobre ciertos asuntos, creo que nunca deberían haber salido, más cuando no pertenecemos a nadie, salvo a nosotros mismos.
-La herencia es algo muy sensible. Porque una vez que un grupo termina, alguien debe ocuparse de situarlo en la historia de la música. ¿Es consciente de ello?
Soy muy consciente porque existen varios ejemplos de músicos importantes de los que hemos olvidado el nombre. Bandas muy grandes en los 60, a las que nadie considera.
-Quizá han caído en el olvido porque nadie se ocupó.
Sí, y no quiero que se me malinterprete, pero nosotros supimos que nuestra música permanecería, lo sabíamos. Por eso no nos limitábamos, por ejemplo, a hacer las cosas como se imponían. No sacábamos singles al mercado, ofrecíamos un trabajo completo, un concepto. Eso nos diferenciaba. Nos costaba mucho trabajo imponer ese estilo propio, pero lo hacíamos con tanta pasión? Por eso creo que ampliamos los horizontes de la música, y todo el mundo se fijaba en lo que hacíamos.
-Ustedes tenían muy claros dos conceptos fundamentales: lo que debía ser un grupo en estudio y lo que debía ser en directo. ¿Cree que Zeppelin lo consiguió? ¿Cómo lograron compaginarlo?
-Hay muchas bandas que reproducen exactamente lo que tocan en vivo calcado del estudio. Nosotros no queríamos eso. Los cuatro ya éramos músicos formados que queríamos desarrollarnos en conjunto. No teníamos una superestrella a la que acompañar. Nuestra banda trabajaba en comunión. Desde el primer día. Primero ensayábamos, tocábamos y nos metíamos en estudio. Muy concentrados, pero, en vivo, muy volcados a los cambios. Nunca abandonamos esa manera de trabajar. Por eso siempre nos resultaba excitante, caminábamos sobre el filo de la navaja.
¿Cree que los diez años que duró la banda han marcado para bien y para mal toda su vida posterior?
Sí, aunque he podido disfrutar una existencia más allá de eso. Lo que sí he sentido es una deuda con esa etapa de mi vida y por ello, ahora, con estos lanzamientos y esta colección, quiero presentar algo muy digno que demuestre lo que fuimos. No soy yo quien suele hablar bien de las discográficas, pero la compañía Warner lo ha hecho con mucho estilo. Ha sido un trabajo muy duro en el que espero que haya predominado la decencia, la ética de emprender las cosas bien, no malgastar el legado, no echarlo a perder. Por eso me he involucrado tanto, me he ocupado de que todo esté bien y de quedar al mando de todo. Fui parte fundamental de su creación. Me acuerdo de todo, además. Sé dónde estábamos cuando grabábamos cada canción, cómo nos encontrábamos.
¿Se ha sorprendido con algo al repasar todos esos años?
Con el vínculo, con la fuerza del vínculo que nos unía. Esa búsqueda de la calidad cualesquiera que fuesen las circunstancias. El hecho de que haya salido con tal contundencia proviene de aquel esfuerzo en conjunto. Y eso ha dado lugar a una obra muy potente en cuanto a su concepción intelectual y amplia. Puedo decir que no me arrepiento de lo que hicimos. En la presentación de este legado, he hurgado en muchas cosas con enorme pasión. Merece la pena oírlo y pensar en esos términos.
El lamento artístico no cabe, desde luego. ¿Y en otros términos? Aquellas historias de violencia, abusos, salvajadas?
Eso no tiene nada que ver con la música.
-Yo creo que sí, y que su música lo deja patente.
Le diré algo. De las cosas que me han contado que se comentaban sobre nosotros, los desparrames, la violencia, no creo que ninguno de quienes formamos Led Zeppelin quisiera verse en mitad de aquellas situaciones aportando una banda sonora a las mismas. ¿Me entiende?
Sí, claro. ¿Se llevan bien?
Desde luego.
¿Por qué rompieron?
Porque perdimos a John Bonham, ¿o no? Nuestra creatividad se habría visto afectada. Ese instinto? Era una banda que estaba predestinada a existir, desde luego. Sin duda. Como una profecía divina. Pero si hubiésemos perdido a cualquiera, a John Paul Jones, a Robert, a mí, no hubiésemos continuado de ninguna manera, lo sabíamos. Incorporar a alguien nos hubiese limitado mucho. No queríamos. Aun así, cuando nos volvimos a reunir una vez, con el hijo de John en la batería, lo hicimos con mucha dignidad. Pudimos volver a experimentar aquella tensión positiva, aquella energía de nuestra música.
Discografía diseccionada
Un detalle de los bonus disc de la reedición de los primeros tres álbumes de Led Zeppelin que llega mañana a las disquerías
Antes que adentrarse en los discos que acompañan esta nueva reedición de los primeros tres álbumes de Led Zeppelin habrá que dejar en claro que los originales, tal como fueron grabados en 1969 y 1970, son álbumes indispensables para la historia del rock, que aún hoy, más de cuarenta años después, suenan con una actualidad y un ingenio abrumador. ¿Era necesario agregarle algo? No, sin duda. Son, lo que se dice, masterpieces. Pero a los 70 años, a Jimmy Page aún le resuenan en la cabeza esas canciones que hicieron historia y con su ex socio Robert Plant negándole la reunión no encontró otra forma de volver a inmiscuirse en ese material sagrado. La apuesta de esta reedición remasterizada y ampliada entonces camina entre lo comercial (volver a venderles el disco a los fans, intentar fascinar a los más jóvenes melómanos) y lo arqueológico (cómo se escuchaban aquellos temas durante su proceso de creación, antes de ser acabados). Atendiendo a los tiempos que corren, los tres discos llegarán mañana al país en formato simple (los discos originales remasterizados), doble (con sus respectivos bonus disc) y en box set deluxe (con vinilos y libro).
Led Zeppelin
Compuesto por ocho temas grabados el 10 de octubre de 1969 en el Olympia de París, el disco que acompaña al álbum debut de Zeppelin recupera el sonido de los primeros años de la banda, cuando aún no había alcanzado su pico escénico y performático. Por lo tanto, no puede compararse con registros como How The West Was Won (con shows de 1972) ni tampoco con las compiladas en el DVD Led Zeppelin (conciertos realizados entre 1970 y 1979). Sucio y desprolijo, el álbum es un documento de ese potencial para la improvisación que la banda tenía entre sus manos y que muy pronto explotaría por los aires. De todas formas, para los fanáticos, los solos de Page en "White Summer/Black Mountain Side" y en la blusera y extendida "You Shook Me" ya pagan la vuelta.
Led Zeppelin II
El viaje en el tiempo propuesto por Page aterriza en el mismísimo estudio de la banda, con versiones previas o a medio terminar. Desde el inicio con uno de los riff más pegadizos y potentes de la historia del rock en su versión cruda ("Whola Lotta Love") hasta el inédito instrumental "La la" (probablemente, lo más cercano a una composición pop que se haya escuchado del grupo), las canciones de Zeppelin II se muestran en diversos estadios de producción y confirman la versatilidad de estos cuatro músicos. Los backing tracks de clásicos como "Thank You" o "Moby Dick" ofrecen la posibilidad de imaginarse en el estudio, subiendo y bajando perillas en la consola de grabación.
Led Zeppelin III
El material incluido aquí quizá sea el más interesante para el escucha zeppeliniano. Con la banda en busca de nuevos horizontes (incluidos los gráficos, como lo demuestra la inolvidable portada), las canciones de Zeppelin III ya lo tienen a Page como productor experimentado y las versiones "desnudas" de "Celebration Day", "Since I've Been Loving You" o "Gallows Pole" dan cuenta de ello. Lo más preciado del álbum está en el final, con la seguidilla de los inéditos "Jennings Farm Blues" (con partes musicales que luego terminarían en "Bron-Y-Aur Stomp") y el doblete blusero de "Key To The Highway/Trouble In Mind".
EL PAIS