Jim Hall: el hombre que definió la guitarra eléctrica para el jazz
Anteayer, a los 83 años, Jim Hall falleció en su casa de Greenwich Village, de un paro cardíaco. Nacido como James Stanley Hall en Nueva York el 4 de diciembre de 1930, Hall redefinió el sonido de la guitarra eléctrica en el jazz desde su aparición en la escena, a mediados de la década del 50.
Con las fórmulas del bebop ya agotadas, primero como parte de distintas formaciones (entre las que se destacan el Chico Hamilton's Quintet y el Jimmy Giuffre Three) y a partir de 1957 ya liderando sus propias formaciones, integró parte de la camada de músicos que dio luz al cool jazz de la Costa Oeste.
Influenciado más por saxofonistas como Sonny Rollins, Coleman Hawkins o Lester Young que por otros guitarristas, Hall desarrolló un sonido único a la vez que mostró una innovadora perspectiva desde la cual encarar la guitarra eléctrica. Priorizando un fraseo espaciado, la sutileza de sus improvisaciones y el cálido tono de su guitarra fueron la marca de estilo que caracterizó sus casi sesenta años de trayectoria. "Pienso más en la respiración que en tocar un millón de notas. Una frase debe tener un destino", explicó en una entrevista de 2009 al describir su forma de entender la improvisación.
Abierto y receptivo a todas las músicas, su trabajo como parte de la banda de Ella Fitzgerald lo trajo a América del Sur en 1961, un viaje en el que absorbió la bossa nova en Brasil, primero, y se fascinó con el tango de Piazzolla durante su estadía de un mes en la Argentina, después.
De fuerte formación clásica, las composiciones de Paul Hindemith, pero sobre todo la visión del folklore de los cuartetos de Bela Bartok marcaron su personalidad musical, a tal punto que ello lo conectó al contrabajista Ron Carter, con el que grabó el excelente Alone Together, en 1972, y el doble en vivo Thelepahty, en 2001.
Amante de los duetos, Jim Hall se puso a dialogar con el piano de Bill Evans en 1963 para Undercurrent y en 1966 para Intermodulation , desplegando modulaciones, armonías modales y una expresividad introspectiva única que resumió todo un costado de la era post-bop antes de que el jazz rock fuera la novedad. Casi como en pose maestro-alumno, otro de los duetos que marcaron un hito en la carrera de Hall fue el que registró junto a Pat Metheny en 1999. Dueños de un sonido similar, el disco muestra los intereses de ambos por explorar y extender los límites del jazz sin perder de vista el carácter melódico y despojado que los caracteriza.
Jim Hall aseguró alguna vez que si tuviese que llevarse un disco a una isla desierta elegiría 4'33', de John Cage, aquella obra en la que no se oye sonido alguno. Totalmente coherente con su visión y su estética sonora, supo construir a partir del silencio, dotarlo de la relevancia que otros le negaron y dedicarse sólo a decorarlo con una delicadeza extrema.
Fallecido el martes, Jim Hall es un hito en la historia del jazz en general y de la guitarra en particular; su legado puede sentirse en cada nota tocada por John Scofield, Pat Metheny, Bill Frisell y en cualquier músico que haga de la austeridad y la libertad sus banderas.
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