Javier Bazterrica, el Gigoló, que busca la Justicia y la TV
Un nuevo personaje mediático ha surgido
Cuando los ladrones son torpes y tontos como los de Mi pobre angelito no provocan miedo, provocan risa. Porque se equivocan, se tropiezan, se confunden y, finalmente, no engañan a nadie. Eso es el gigoló, este nuevo personaje de la televisión argentina que comenzó a dar vueltas por la pantalla hace tres días.
Javier Bazterrica , dice, es su verdadero nombre. Jura que tiene 37 años, que es polista (o algo parecido), que vive en un country o en un barrio cerrado, que heredó una fortuna, que tiene como 90 pares de pantalones blancos y que se baña todos los días. Pero ese aspecto de personaje de Peter Capussotto no lo ayudó para convencer a la gente de la tele. No le creyó Mariana Fabbiani -la primera en entrevistarlo junto a su panel-, ni tampoco Santo Biasatti, ni Jorge Rial. Lo que parecía ser una denuncia seria por estafa que había dejado un tsunami de mujeres llorando por el dinero perdido, se convirtió rápidamente en una caricatura de Todo por dos pesos.
No ayudó que Flavio Mendoza, el hermano damnificado, le escupiera en la cara y amenazara con golpearlo. Se sabe: en televisión, un escupitajo o una piña siempre se toma para la chacota. Ni siquiera la seriedad con que lo trató Telenoche, hizo que el tema se convirtiera en un suceso de indignación colectiva como el vuelo de Xipolitakis.
El Gigoló no gustó desde el primer día, en que apareció con el pelo sucio y el vestuario de la década del 90. Dudó, se contradijo, se burló de las mujeres... Eso la tele no se lo perdonó y duró poco.
Ahora ya no lo buscan los productores ansiosos por rating: lo busca la policía. Se hizo justicia.