Jane Fonda: a los 82, la estrella de cine y TV deja paso a la guerrera ecologista
Quería que Jane Fonda me aleccionara.
Quería que Fonda, que ha estado en el frente de batalla de la cultura, el fitness, la política y Hollywood desde hace más de medio siglo, me contara la verdad: sobre los Panteras Negras, el Green New Deal, del paso de una vida sexual legendaria a una vida de sexo inexistente, de las cirugías plásticas a las esposas plásticas que le puso la policía cuando la arrestó semana por medio hasta el comienzo de la pandemia, de Barbarella a Quentin Tarantino, de Richard Nixon a Donald Trump, de Marilyn Monroe a TikTok, de la mala vibra de su "Hanoi Jane" hasta los buena vibra de los consoladores. Y ahí estaba Jane Fonda por Zoom, con el pelo totalmente canoso y cortado bien corto, hablando desde su elegante petit hotel en la ciudad de Los Ángeles.
"Me dejé el pelo blanco en el momento justo –dice–. No sabía que se venía el Covid-19, pero estaba cansada de los químicos en el pelo y del tiempo y el dinero que invertía en mantener ese tono de rubio ¡Me harté! Así que llamé a los productores de Grace and Frankie —la serie de Netflix que protagoniza junto a Lily Tomlin— para decirles que me iba a dejar las canas, y que por lo tanto mi personaje, Grace, también tendría que hacerlo, y les pareció perfecto."
A sus 82 años, Fonda conserva la misma intensidad que la hizo ganar dos Oscar y la convirtió en activista antibélica y bomba sexual intergaláctica. Y que también la convirtió en "repetidora".
"¿Sabés lo que es una repetidora?, me dice, fijando en mí sus ojos azules, del color del Pacífico. "Las repetidoras son esas antenas que se ven en la cima de las montañas. La señal no se origina ahí, sino en el fondo del valle, y entonces las repetidoras levantan esa señal y la llevan más allá, a una audiencia mucho más grande –sigue Fonda–. Bueno, las celebridades somos eso: antenas repetidoras."
"Hablá con Ivanka"
Fonda ya se consideraba ambientalista antes de 2020, "pero todavía no había puesto el cuerpo por la causa", dice. "Pesqué en altamar con todos los hombres importantes de mi vida, empezando por mi padre." Sabía que las tortugas mueren estranguladas por los residuos plásticos y que los osos polares mueren de hambre. La actriz usa energía solar y eólica, tiene un BMW eléctrico, recicla, come poca carne y casi no usa plástico, aunque cada tanto se permite unas costillitas asadas. En 1979, fue protagonista y coproductora de El síndrome de China, una película sobre los peligros de la energía nuclear.
Pero entonces, en septiembre último, mientras manejaba rumbo a Big Sur para sus caminatas habituales con sus amigas Rossana Arquette y Catherine Keener, tuvo una epifanía. "Empecé a estremecerme ", cuenta Fonda en su nuevo libro, What Can I Do? ("¿Qué puedo hacer?").
Inspirada por Greta Thunberg y por el libro de Naomi Klein sobre el Green New Deal, decidió asomar la cabeza desde su bolsa de dormir, mudarse a Washington durante un año, y hacer un acampe frente a la Casa Blanca para protestar por el cambio climático. (Su padre, Henry Fonda, hizo Viñas de ira, sobre la terrible sequía y el desastre ecológico del "Dust Bowl" durante la Gran Depresión.)
"Me preguntaba dónde iría al baño", cuenta Fonda. "Soy bastante más vieja y de noche tengo que levantarme varias veces." No quería quedar como "la vieja estrella que desembarca desde Hollywood", pero al final "me puse las pilas", según sus propias palabras, se compró un elegante abrigo rojo en Neiman Marcus, y se fue a Washington.
Sentía que podía entender a Donald Trump, porque creía reconocer en el actual presidente norteamericano los mismos rasgos de crianza de su tercer marido, Ted Turner, fundador de CNN. "Como había sido un chico traumatizado, un poco como le pasó a Ted, pensé que había ciertas cosas que yo entendía de ese tipo de hombres –dice Fonda–. Así que se me ocurrió convocar a las cuatro mujeres más bellas, sexies e inteligentes preocupadas por el cambio climático, para ir ahí, arrodillarnos y rogar." Llamó a Pamela Anderson, "y se prendió". Fonda seguía pensando quién podía sumarse. ¿Sharon Stone?
"La idea era decirle que la crisis es grave, que hay que hacer algo, y que si hace algo, será el mayor héroe de la historia, y cosas por el estilo", dice Fonda. "Incluso llamé a Jared o como sea que se llame, y le conté mi idea, pero me mandó a hablar con Ivanka, "la ambientalista de la familia". Sí sí… cómo no. Así que Ivanka me llamó, le conté mi idea, se rió mucho y nunca más supe nada de ella."
Fonda le pidió consejo a Annie Leonard, directora ejecutiva de Greenpeace en los Estados Unidos; al parecer, acampar frente a la Casa Blanca era una mala idea. "Hay ratas", le dijo Leonard, pero había otras formas de manifestar desobediencia civil.
Hay una famosa foto incluida en el frondoso prontuario de Fonda tomada cuando fue arrestada en 1970 por cargos inventados por el gobierno de Nixon. El entonces presidente estaba furioso por las protestas de la actriz contra la Guerra de Vietnam y fue grabado diciendo "¿Qué le pasa a Jane Fonda? Es linda, sí, pero siempre agarra por el mal camino."
Como bromeó sobre ella Troy Garity, su hijo con Tom Hayden, en el homenaje que le hizo el American Film Institute, en 2014: "Mi madre nunca contrató a una niñera para cuidarme. Para eso estaba el FBI".
Así que todos los viernes durante cuatro meses, frente al Capitolio, Fonda desempeñó en Washington su papel de "repetidora" y se convirtió en la estrella de la protesta climática "Fire Drill Fridays". La arrestaron en cinco ocasiones y se ocupó de verificar si las esposas de plástico negro usadas por la policía eran de plástico reciclado.
La necesidad de la desobediencia civil
De regreso a Los Ángeles, Fonda llevó su activismo al ciberespacio y se sorprendió por la repercusión que tuvo. "No paramos de crecer", dice sobre la cantidad de visitas que ha tenido la serie de videos realizados junto a Greenpeace. "Primero 100.000 views, después 300.000, 400.000, y ya son 600.000".
En sus videos tiene invitados, como Mary Trump, que opina sobre el negacionismo climático del presidente, su tío. Y tiene un nuevo libro con muchos consejos útiles para los que no logran entender el tema de la ecología. "¡Coman menos pescado!".
Cuando la llevaron presa llamó la atención de Trump, que durante un acto en Louisiana, dijo: "Arrestaron a Jane Fonda; nada nuevo". "Siempre con las esposas puestas, qué cosa", agregó el mandatario. "Anda saludando a todos con las esposas puestas. No lo puedo creer. Cada 25 años la llevan presa".
Cuando le recuerdo el comentario, Fonda se ríe. "Soy de las que creen que las maldades de Trump son la expresión de una persona traumatizada –dice–. Podemos odiar esas acciones, pero mejor no odiar a la persona, porque si la odiamos, gana". Y agrega: "Así que en realidad siento empatía por él. Miro a esta persona y veo a un nene asustado que es muy muy peligroso porque tiene todos los botones en sus manos."
–¿Qué comparación haría entre Trump y Nixon?
"¡Trump es mucho más peligroso!", exclama la actriz. "Nunca pensé llegar a decir esto, porque en los años 70 no podía pensar que Nixon tuviera nada bueno: pero impulsó la Ley del Aire Limpio y tomó buenas medidas para los nativos americanos. Tuvo algunos logros, tenía cierta inteligencia y sabía de política exterior. Así que no era tan peligroso como alguien que no tiene límites a la hora de desmantelar el país". Y aunque se declaró partidaria de Elizabeth Warren, está contenta con Kamala Harris como candidata a la vicepresidencia, y hasta organizó con Lily Tomlin una cena virtual para recaudar fondos para Joe Biden. "La verdad que prefiero presionar a un moderado que luchar contra un fascista, y esa es mi postura en este momento. Porque a Biden uno puede presionarlo, y ya ha avanzado mucho en el tema del clima. Para 2030, tenemos que haber reducido las emisiones de combustibles fósiles a la mitad, y eso va a ser difícil, pero es posible. Aquí es donde entra en juego la desobediencia civil. Y yo seré una de las primeras que salgan a las calles, no bien termine Grace y Frankie".
Cuando vivía con su padre y se juntaba con los Panteras Negras, Henry Fonda le dijo: "Si llego a descubrir que sos comunista, voy a ser el primero en entregarte". A principios de los ochenta, adoptó extraoficialmente a Mary Williams, la hija de dos miembros de los Panteras Negras que ya no podían cuidarla.
No importa cuántas veces se haya disculpado por tomarse una desafortunada fotografía sentada sobre un cañón antiaéreo norvietnamita ni cuantas veces haya explicado que ser pacifista no significa estar en contra de los soldados estadounidenses: sabe que algunos de la derecha nunca se lo perdonarán.
"Creo que, así como hay algunas personas que realmente creen que Trump está haciendo un buen trabajo y ha cumplido todas sus promesas, hay personas que piensan que yo estaba en contra de los soldados y que lo que hice fue una traición, y eso difícilmente cambie", señala. "Nunca dejo que esas cosas me detengan: pido disculpas, intento explicar el contexto, y sigo adelante". Aunque Fonda tiene un pasado fascinante, hace énfasis en que vive en el presente.
La mujer que revolucionó el mercado de los videos caseros con sus rutinas de fitness en polainas de lana en la década de los 80, ahora juega en TikTok con videos que son un homenaje a su icónico entrenamiento para los que se quedan en casa y engordaron durante la cuarentena.
A diferencia de la mayoría, no tiene mala opinión de los millennials. "Creo que son bárbaros, muy diferentes a nosotros, y me llenan de esperanza", dice la actriz. Fonda señala que "la mejor parte de ser activista es que entrás en contacto con hombres conscientes".
Fonda, que solía andar con Marlon Brando y Warren Beatty, ¿cree que Netflix eclipsó el glamour del viejo Hollywood? "Tenés que superarlo de una vez –me retrucó–. En lo personal no comparto esa visión idealizada del viejo Hollywood y casi nunca miro películas viejas. Yo salía todo el tiempo, no me importaban las películas. No tengo una imagen romántica de aquella época, para nada, y además hay actores fantásticos actualmente."
(Traducción de Jaime Arrambide)
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