James Stewart llenó una época
La estrella de "Qué bello es vivir" y de "Vértigo", figura del cine por más de medio siglo, falleció ayer a los 89 años
LOS ANGELES, 2 (Reuter).- El actor James Stewart, una de las estrellas de la época dorada de Hollywood, murió a los 89 años, confirmó su agente Mort Viner.
Army Archerd, un veterano reportero de Hollywood, había asegurado momentos antes que Stewart, que protagonizó películas clásicas como "Caballero sin espada", "Qué bello es vivir", "La ventana indiscreta" y "Vértigo", falleció de un ataque cardíaco en su casa en Beverly Hills.
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Como si una infausta casualidad persiguiera en estos días a los sobrevivientes más gloriosos de la época de oro del cine, James Stewart murió un día después de la desaparición de otro grande, Robert Mitchum.
Al igual que éste, Jimmy Stewart _así lo conocía y lo trataba con entrañable afecto toda la comunidad hollywoodense_ protagonizó una carrera extensa, que abarcó casi sesenta años y trabajó con casi todos los nombres más gloriosos del cine norteamericano.
El hombre alto, desgarbado, de voz nasal, algo aflautada y tartamudeante, que llegó a convertirse a través de la pantalla en la quintaesencia del hombre americano, nació en Pennsylvania, el 20 de mayo de 1908, hijo de un ferretero que, más allá de la fama de su hijo, siguió manteniendo su negocio hasta el final.
Y aunque concluyó en 1932 los estudios de ingeniería, en Princeton, desde niño mostró afición por el arte de la representación.
De pequeño le gustaba subirse a los escenarios escolares para realizar trucos de magia o tocar el acordeón.
Y no esperó demasiado para dar su primer paso en el mundo del espectáculo. En un destartalado subsuelo de su ciudad natal, el adolescente "Jimmy" (como lo apodaron más tarde) recitó la obra "Jaque al Kaiser".
Pero tuvo que hacer a un lado su pasión actoral y, siguiendo los consejos de su padre, se anotó en la Facultad de Ingeniería de Princeton. Y hasta finalizó sus estudios y se mudó a Nueva York para ser realmente un ingeniero.
Eso no duraría mucho. Aconsejado por Joshua Logan, ingresó en la universidad para estudiar actuación. Allí conoció a dos compañeros inseparables: la actriz Margaret Sullavan y el actor Henry Fonda. Y aunque con Fonda lo unió una amistad que comenzó en 1935, cuando ambos entraron en Hollywood, las diferencias políticas terminaron por distanciarlos. Es que Stewart terminó siguiendo los pasos del conservadurismo.
El tímido, el despistado
La leyenda suele atribuir la suerte de Stewart a un "descubridor de talentos" que vio en el altísimo Stewart un nuevo astro para Hollywood. La Metro Goldwyn Mayer lo contrató y su fama se fue articulando en una larga trayectoria.
En sus primeros films, James Stewart jugó a ser el tímido, "el despistado que patea la tierra por donde camina", según lo describen sus biógrafos.
El popular "Jimmy" estiraba las palabras y mostraba apariencia de campesino, de "country boy". Justamente esas rarezas frente a tanto actor de empuje fueron su capital interpretativo.
Entre las películas donde expuso este temperamento, la obra de Frank Capra "Qué bello es vivir" (1939) resulta paradigmática. También lo son otras comedias sociosentimentales de Capra como "Vive como quieras" (1938) y "Caballero sin espada" (1939). Esta última es un clásico indiscutido entre las obras del director y los trabajos de James Stewart.
Por "Caballero sin espada" el actor ganó el premio de los críticos de Nueva York. Un año después, en 1940, otra maravilla, "Pecadora equivocada" ("Philadelphia Story") lo llevó hasta la cumbre del Oscar.
Aún cuando estuvo nominado otras veces ("Qué bello es vivir" fue una de ellas), la Academia sólo decidió cederle un Oscar honorífico en 1985.
Con Margaret Sullavan actuó en 1940 en "El bazar de las sorpresas" (1940) a las órdenes de Ernst Lubistch. Tenía filmadas 7 películas cuando le tocó desempeñarse en el frente de batalla, desde 1942. Como piloto bombardero realizó 20 vuelos sobre Alemania.
Fue condecorado y permaneció en la Fuerza Aérea hasta su retiro en 1968 con el rango más alto, brigadier general de la reserva.
Terminada la guerra, retornó a la pantalla en 1947. Ya no volvió al tímido y desgarbado "country boy", de los primeros films.
Su carrera se diversificó. Interpretó a detectives, cowboys, jueces, abogados, "falsos culpables" , valientes enamorados y fue uno de los actores predilectos de Hitchcock.
Con el maestro del suspenso rodó, en los años 50, tres películas antológicas que lo llevaron a la cumbre de su carrera: "La ventana indiscreta", "Vértigo" y "En manos del destino", en donde hizo memorables parejas, respectivamente, con Grace Kelly, Kim Novak y Doris Day. Durante esa prolífica década ganó también prestigio como protagonista de varios films no menos destacados: "Anatomía de un asesinato" (Otto Preminger), "El espectáculo más grande del mundo" (Cecil B. de Mille), "La historia del FBI" (Mervyn LeRoy). Fue también el rostro de Charles Lindbergh en "The spirit of St. Louis, y el de Glenn Miller "Música y lágrimas" (Anthony Mann).
El hombre del Oeste
Fue precisamente Mann quien logró dar un vuelco decisivo en la carrera de Stewart al convertirlo en el protagonista de muchos de los grandes westerns que el realizador rodó en esa década, como, por ejemplo, "El hombre de Laramie", "Colorado Jim", "Winchester 73" y "Horizontes lejanos".
Esa nueva condición de hombre del Oeste de Stewart fue descubierta posteriormente por otros grandes directores que aprovecharon la ductilidad interpretativa del actor para encarnar personajes complejos y que subrayaban los conflictos del tránsito hacia la civilización en ese tiempo y ese lugar.
Así lo hizo, por ejemplo, John Ford, que convocó a Stewart para actuar en algunos de sus últimos westerns: "El ocaso de los Cheyennes" (donde encarnó a Wyatt Earp), "Dos cabalgan juntos" y "El hombre que mató a Liberty Valance", esta última junto a John Wayne.
En las décadas del 60 y del 70 estuvo bien activo, con títulos como "El vuelo del Fénix", "Cheyenne Social Club", "Aeropuerto 77" y "El tirador", otro western que, además fue el último film rodado por Wayne.
Hacia fines de ese período fue uno de los presentadores del film colectivo "Erase una vez en Hollywood", que reunió trozos de famosas películas musicales, antes de iniciar un retiro que interrumpió muy pocas veces. La última fue en 1991, donde puso su voz para uno de los personajes del dibujo animado "Faivel va al Oeste".
Stewart permaneció largamente soltero. Fue célebre por los romances que se le adjudicaron, aunque nunca aceptó intromisiones periodísticas en su vida privada. Se casó en 1949, a los 41 años, con Gloria McLean, de quien no se separó. Tuvieron mellizos, Michael y Ronald. Gloria tenía un hijo de un matrimonio anterior, pero el muchacho murió en Vietnam.
Ayer desapareció Jimmy Stewart, uno de los rostros de sonrisa interminable, una de esas eternidades mágicas que llenaron de sueños a los clientes de la fábrica de la felicidad. A pesar de su muerte, la luz de Stewart no se consumirá.
El mito y la verdad de su visita
Las leyendas y las historias verdaderas suelen diferir en algunos tantos. O en muchos, según los agregados de la fantasía y la imaginación.
La leyenda asegura que James Stewart estuvo en la Argentina, en febrero de 1957, cabalgando por las montañas de Bariloche después de haber volado su propio avión desde Chile.La leyenda afirma además que el caballo logró derribar al actor de la amplia sonrisa y que su vuelo se atrasó un día porque las autoridades del país vecino lo consideraron un piloto sin experiencia. Justamente a él que realizó veinte vuelos sobre Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y fue condecorado por la fuerza aérea cuando se retiró con el grado más alto.
La historia real, claro, tiene otro color. Es cierto que James Stewart estuvo en la Argentina por una única vez. Y es cierto también que fue en febrero de 1957, en los lagos de Bariloche. Pero en aquel breve paso, el protagonista de "Qué bello es vivir", no cayó de su caballo. Es más, ni siquiera se montó a uno. "La última vez que anduve en un caballo fue cuando hice mi última película de cowboys", aclaró cortésmente a un cronista de la época.
Tampoco era cierto que había llegado piloteando su propio avión. Si retrasó unos días su arribo a Buenos Aires no fue por el inconveniente con las autoridades chilenas. El único motivo por el que se quedó en Bariloche, junto con su mujer, Gloria McLean, fue porque allí pudieron practicar una de sus pasiones favoritas:la pesca de truchas. Algo que ni siquiera la leyenda pudo exagerar. El mismo Stewart se encargó de anunciar que su mujer había ganado el campeonato secreto, que ellos organizaron, con una trucha de cinco kilos.
Un rol de película en la vida real
"James Stewart era la esencia del ciudadano norteamericano honesto", señaló Charlton Heston al lamentar la muerte de su amigo. "Era un profundo patriota, un gentilhombre, un gran actor -agregó Heston. Estoy profundamente triste. Yo pierdo un amigo, pero toda la comunidad del cine ha perdido una leyenda."
La caracterización de Heston responde a la imagen que este actor se ganó en el inconsciente colectivo de sus compatriotas y, en gran medida, entre quienes siguieron su brillante carrera.
En la creación de este personaje, el propio, el que construyó con su vida fuera del set, no sólo tuvo vital importancia su acción en la Segunda Guerra Mundial, durante la que participó como piloto de un B-52 en más de veinte ataques a ciudades alemanas, sino su labor posterior en defensa de principios e ideales estimados por la más acendrada tradición norteamericana.
Condecorado como general de brigada en reserva, apegado a la vida de familia (solía hacer largos viajes en avión con su esposa Gloria y sus cuatro hijos Ronald y Michael, en realidad hijos de Gloria nacidos de un matrimonio anterior, y Judy y Kelly, hijas de su matrimonio con Gloria), se declaró abiertamente en favor de los postulados políticos de los conservadores y emprendió, en ese sentido, la más diversas cruzadas. Fue memorable el movimiento que encabezó junto a Burt Lancaster, diez años atrás, para oponerse a la coloración de los clásicos realizados en blanco y negro: "La coloración se hace para hacer dinero. Que hagan dinero honestamente", reclamó Stewart en un alegato frente al Congreso.
Su apego a la tradiciones morales y a la severidad de costumbres lo movió a reflexionar públicamente en ese sentido: "Lo que está matando al cine son los guiones desvergonzados, por eso no pienso más que en tratar de evitar participaciones en esta clase de films. Espero que mis películas puedan ser vistas por padres e hijos, juntos", sostuvo en 1988.
Al fallecer su esposa Gloria, en 1994, Stewart se recluyó, según muchos, incapaz de superar el trance. Aunque en 1991 prestó su voz a Wylie Burp, un sheriff de dibujos animados, James Stewart es uno de los protagonistas más solicitados del cine clásico en los videoclubes por su participación en "Qué bello es vivir", de Frank Capra, "La ventana indiscreta", editada como "El hombre que sabía demasiado" y "Vértigo", ambas de Alfred Hitchcock.