James Spader, un actor tan excéntrico como sus personajes
En Nueva York, el intérprete habló con LA NACION sobre The Blacklist, la serie que lo tiene como protagonista excluyente y mediante la cual sigue alimentando su afición por lo raro
Es un viernes caluroso de septiembre en la ciudad de Nueva York y, entre aperitivos y snacks, un pequeño número de periodistas de diversas publicaciones, incluida LA NACION, entabla agitadas charlas en un salón privado del Rock Center Café. A pocos metros de distancia, la pista de patinaje del Rockefeller permanece impoluta, sin uso, pero decorada hasta el último detalle. En ese contexto de contemplación y conversaciones sobre la ciudad que nunca duerme, alguien se sienta en la punta de la mesa, se saca el sombrero y desliza, casi sigiloso, una pregunta: "¿Cómo están todos por acá?". Inmediatamente nos desligamos de las charlas y redirigimos nuestra mirada al hombre por el que todos viajamos desde distintas partes del mundo: James Spader .
El actor, quien fuera un sex symbol indiscutible en los ochenta y un representante de personajes imperfectos décadas más tarde, ahora se divierte usando su charme para interpretar a ese criminal colaborador del FBI Raymond "Red" Reddington en The Blacklist, la serie de Jon Bokenkamp cuya cuarta temporada se estrena esta semana en los Estados Unidos y que en la Argentina se puede ver todos los jueves, a las 22, por la pantalla de AXN. Mientras juega con ese sombrero, - extensión de sí mismo y del propio Red -, el carisma de Spader se vuelve irrebatible. Segundos más tarde, el silencio se quiebra, y uno comprende cabalmente por qué la serie, plagada de vueltas de tuerca irresistibles y descabelladas, ha cautivado a una audiencia fiel: su protagonista tiene la inteligencia y astucia suficiente como para ponerse a cualquier interlocutor en el bolsillo.
Spader solo quiere divertirse
Cuando Bokenkamp y el productor John Eisendrath concibieron, allá por el 2013, un boceto del episodio piloto de The Blacklist (posteriormente dirigido con nervio por Joe Carnahan), algo parecía faltar. Ese tono irreverente de su protagonista estaba tapado por una narrativa más ceremoniosa que se tomaba demasiado en serio a sí misma. En esencia, The Blacklist encontró su estilo cuando lo encontró a Spader. "El piloto era muy seco y por eso vi una posibilidad para involucrarme, para hacer humor, para ser irreverente, para divertirme en medio de la intensidad de la acción. Me gusta mucho interpretarlo a Red de ese modo porque como espectador busco exactamente lo mismo: sostener la atención, no encasillarme en un género, buscar el equilibrio", expresó el actor, recordando también las primeras reuniones en su casa con Jon y John: "Colaboramos desde el principio y esa dinámica se sostuvo hasta el día de hoy. Todos hablamos de lo que queremos que pase con la serie tanto a largo plazo como en episodios puntuales, ya conocemos a fondo nuestras sensibilidades".
Espíritu gangster
En su interesante libro Difficult Men, Brett Martin analiza el prototipo de personaje masculino televisivo de compleja moral. El autor se pasea por Tony Soprano (Los Soprano), Don Draper ( Mad Men ) y Walter White ( Breaking Bad ), mientras intenta dilucidar qué le atrae al espectador de esos hombres con distintos grados de malicia. "El héroe puede hacer muchas cosas malas, puede cometer toda clase de errores, puede ser vago y parecer tonto, siempre y cuando sea el tipo más listo de la habitación y haga bien su trabajo. Eso es lo que les pedimos a nuestros héroes", sentencia Martin, dando en el clavo acerca de cómo cambió nuestra percepción como espectadores. Cuando hay un personaje dominante bien escrito, quien lo observa aprenderá a apreciarlo como tal.
Sobre eso mismo habló Spader, nuevamente moviendo su sombrero al responder, casi como si nos estuviera presentando su tic nervioso. ¿Por qué Red, un hombre inescrupuloso, resulta tan atractivo de ver? Su intérprete plantea tantos escenarios como Martin, incluso aludiendo a su propia niñez: "Recuerdo que cuando era chico solo me gustaban las películas de James Cagney y de Humphrey Bogart, y posteriormente me iba a gustar explorar la dicotomía en las personalidades, las idiosincrasias, las excentricidades porque siempre encuentro algo con lo que me puedo vincular; si el personaje se mueve en un amplio espectro mejor aún, porque como actor tengo más posibilidades", explicó para luego ponerse en la piel del espectador: "Creo que los personajes malos atraen más porque el riesgo es mayor, la gente quiere salir de su vida cotidiana para meterse en algo que no les resulte familiar, a la gente le interesa transportarse o simplemente esos hombres les parecen divertidos".
En efecto, Red es magnético porque es eficiente, tanto en su cuestionable trabajo como en la forma en la que verbaliza esos deliciosos one-liners, dirigidos a su protegida y posible hija Elizabeth Keen (Megan Boone) como a su fiel compañera laboral Mr. Kaplan (Susan Blommaert), suerte de versión femenina del cleaner Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks) de Breaking Bad. La relación de Red con esas mujeres y con el resto de los actuantes del convulsionado mundo de The Blacklist fluctúa a la velocidad de la luz. En consecuencia, Spader no tiene tiempo de aburrirse. Por el contrario, juega tanto con su personaje que no le quiere poner nunca el punto final. "The Blacklist era el programa correcto para mí porque la construcción permitía que fuera en diferentes direcciones, es una serie que evoluciona y que se va para cualquier lado; Red evolucionó en su trato con Elizabeth y con las personas cercanas a él y si el programa continúa sorprendiendo en esta era donde hay tantas ofertas en televisión, entonces yo voy a seguir, siempre y cuando se mueva con la misma fluidez que en la actualidad", contó y reveló un detalle del proceso creativo: "Estamos pensando en algunas cosas pero queremos guardarlas para la sexta temporada, eso te da una idea del largo camino que el programa tiene para recorrer y del vasto campo que hay para cubrir".
El hombre que no sabe usar Twitter
"No tengo ni la más remota idea de cómo acceder a Twitter y solo uso mi teléfono como lo que es: un teléfono", cuenta Spader, fogoneando aún más el mito (que ya dejó de serlo) de que él es, efectivamente, una rara avis, un actor con impronta old school. Así como el resto de los actores de la serie interactúan con los fanáticos luego de que una vuelta de tuerca los dejara boquiabiertos pero escépticos, Spader asegura que los seguidores se sienten intimidados por él cuando se lo encuentran en la calle, único marco en el que podrán conversar, dado que Spader jura nunca caer en las redes de las redes: "La gente se me acerca para decirme gracias y no mucho más, son muy agradables, pero en cuanto a otra clase de intercambio, no me interesa estar en Twitter ni nada de eso, solo uso mi teléfono para llamar, ni siquiera mando mensajes".
El actor cita, inconscientemente, a Brian Wilson de los Beach Boys, cuando comparte una inquietud similar a aquella que atormentaba al músico: le aterra tanto la idea de perderse escuchar más discos o leer más libros que, al tener tiempo libre, se dedica a consumir arte. "Cuando no trabajo o estoy con mi familia, solo salgo a caminar o leo, tengo muchos libros apilados en la mesa de luz; por eso, al tener un espacio no lo voy a usar en las redes sociales, lo voy a usar para la lectura". Curiosamente, cuando vuelve a hablar de Red y sus características, Spader habla un poco de sí mismo. "Él está conectado con lo que le sucede internamente, está alerta y, como está siempre al límite, disfruta y se ve movilizado por todo lo que hace". Así, aunque Spader no sea el criminal más buscado sino un actor en constante mutación, ese apetito por vivir cada segundo al máximo lo emparenta con el personaje por el cual fue nominado dos veces consecutivas al Globo de Oro. "Me siento muy afortunado por hacer este trabajo, no solo por filmar en Nueva York, ciudad a la que quería volver, sino porque también me permite equilibrarlo con películas grandes como Los vengadores; es agotador, sí, pero no me voy a sentar acá y quejarme", aclaró.
Cuanto más raro, mejor
Graham Dalton en Sexo, mentiras y video. Lee Woods en 2 days in the Valley. Edward Grey en La secretaria. Spader, ese hombre que dijo que "un personaje no puede ser lo suficientemente extraño para mí", subió la vara respecto a aquellos fascinantes roles y, con Red, sigue sin encontrar el pico de la rareza. "Raymond es tan excéntrico como esos otros tres", le asegura Spader a LA NACION, pero comparte una cualidad mayor: "Todos son tan raros que lo peor que hicieron o lo más excéntrico no lo vas a ver nunca, ése es mi trato con el espectador, quien sabe que no está viendo lo más extremo del personaje, que es su imaginación la que tiene que concebir otros escenarios, y eso es lo que tanto a ese espectador como a mí como actor me mantiene curioso, me atrae todo aquello que no se ve", dijo, enfático, y es imposible no pensar en el final de La secretaria cuando Lee Holloway ( Maggie Gyllenhaal ) posa una cucaracha en la cama, despide a Edward y mira desafiante a la cámara. ¿Qué es lo que se viene? ¿Una reprimenda de su marido por violar las normas de higiene? No lo sabremos nunca. El espectador se queda con el contacto visual de Lee e imagina el resto.
"Me gustan las diferencias entre las personas, sus inclinaciones, ansias y fantasías". Con esa frase, el actor concluye una larga jornada en la que, por más agitada que haya estado Nueva York, lo más intenso llegó desde el momento en el que él entró a cuadro en el Rock Center Café. Sí, James Spader produce tal efecto. Con sombrero o sin él.
- Podrán ver las tres primeras temporadas de The Blacklist todos los jueves a las 22, por la pantalla de AXN, que emite dos episodios seguidos. La cuarta temporada, que se estrena esta semana en los Estados Unidos, llegará a nuestro país a comienzos de 2017.
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