Con entradas agotadas, el colombiano mostró por qué es un ícono de la música urbana de América Latina
Parecía que el show de J. Balvin se terminaba el jueves por la noche cuando el colombiano anunció que no se podía ir de Argentina sin volver a tocar la canción que está actualmente en el puesto Número Uno del ranking global de Spotify: “Mi Gente”. En pleno proceso de internacionalización, el cantante se preocupa por dejar en claro dónde están sus raíces, y le habla a lo que él llama “la familia”. “¿A dónde está mi gente?”, preguntó durante el tema, y un Luna Park con entradas agotadas (y la presencia de celebrities como Esteban Lamothe, Chano y Mica Tinelli) demostró que ya se convirtió en un ícono de la música popular urbana de América Latina. Balvin había tocado “Mi gente” en el comienzo de la presentación, justo después de la misteriosa “Veneno”, en la que ostenta, como un rapero, sus diamantes, su money y su Ferrari.
Acompañado por cuatro bailarines y una banda completa (que incluye teclados, bajo, guitarra, batería y el infaltable DJ), el colombiano se movió con carisma por el escenario, de la misma manera que se desliza por diferentes estilos: su setlist permite escuchar cómo el reggaetón se fue transformando en la última década, y cómo él no tuvo ningún problema en adaptarse, desde el tono agresivo de “Tranquila” hasta el sonido dulce y melódico de “Sigo extrañándote”.
También hubo una tramo entero del show dedicado al trap -un estilo que Balvin abordó en Energía, su último disco-, en el que la banda se desmembró y sólo quedó el DJ disparando las típicas bases minimalistas, oscuras y sincopadas del género, en canciones como “Ahora dice” y el remix de “Soy peor”, de Bad Bunny. La banda volvió para tocar los hits “Si tu novio te deja sola” y “Snapchat”, y el sonido del trap nunca sonó tan inmenso.
El setlist incluyó, además, varios de los temas en los que Balvin colaboró y que lo ayudaron a convertirse en una estrella global, como el remix latino de “Sorry”, de Justin Bieber; “Buscando Huellas”, de Major Lazer; y “Hey Mama”, de Pitbull, que fue parte del soundtrack de Rápido y furioso 8.
Entre temas propios y feats. en tracks ajenos, a Balvin le sobran hits para sostener dos horas de show, algo que quedó claro en los bises, cuando tocó “Ay Vamos” y “Ginza”, volviendo al ritmo rápido y liviano que marcó un quiebre en el reggaetón en 2015. Si en ese momento Balvin trascendió los boliches, su show en el Luna Park lo confirmó como un artista multifacético y uno de los máximos referentes actuales de lo latino en el mundo.
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