Ivor Martinić, el rey de las didascalias enunciadas, llegó a Buenos Aires para presentar un nuevo trabajo
Su nueva obra, dirigida por él mismo se titula Sería una pena que se marchitaran las plantas y quedan pocas funciones
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El recorrido artístico del autor teatral Ivor Martinić es bien particular. Quizá sea por su elocuente forma de titular y escribir las indicaciones escénicas, esas didascalias que algunos directores toman al pie de la letra y otros tantos ignoran y le dan su impronta. Con los textos del croata Martinić ocurre algo diferente que se repite a lo largo y ancho del mundo: sus acotaciones muchas veces son dichas en voz alta por algún personaje que encarna el de presentador o algo semejante.
El autor de Mi hijo solo camina un poco más lento, obra que en la Argentina dirige Guillermo Cacace hace años con un éxito que lo sacó del off para llevarlo al circuito comercial, está en Buenos Aires por unos días ya que estrenó Sería una pena que se marchitaran las plantas, escrita y dirigida por él mismo, con las actuaciones de la catalana Júlia Ferré y el argentino Victorio D’Alessandro en Moscú Teatro. Las funciones culminan este domingo. También realizarán una función en Vicente López y dos en La Plata.
¿La diferencia fundamental en esta oportunidad? No sólo escribió y dirige su texto sino que además subirá al escenario para dar las indicaciones él mismo y completar la obra en plena función.
“Hay muchas versiones de Mi hijo solo camina un poco más lento en las que un actor lee las didascalias o se pone en el escenario como narrador o hay subtítulos con mis palabras. Esta necesidad de poner mis palabras en el escenario, antes de que yo lo haga efectivamente, sucedió hace mucho. Parece que hay algo en mis obras que proponen escuchar la voz del autor. Lo que cambia ahora es que ya no le tengo miedo al escenario”, afirma Martinić. Con un español muy fluido y perfeccionado, el dramaturgo croata cuenta a LA NACION sobre el proceso de trabajo de esta nueva pieza.
“Muchos directores me dicen que les gustan mis didascalias. Nunca las escribo como indicaciones tales como ‘la actriz sale de tal lado’ sino que hablo de otras cosas para abrir un poco la obra a los actores y a los directores. Intento que ellos puedan ver la atmósfera de la obra y qué pienso sobre ella. Uso las didascalias como un diario, una especie de bitácora de escritura”, explica.
Será por esta particularidad que Martinić decidió en esta nueva pieza subirse al escenario. Abandonar la soledad de la escritura para tomar diferentes roles y no sólo el de dirección sino también el de director-autor en escena dando indicaciones a los actores. “Trabajé como escritor por quince años, y hace unos pocos, cuando me mudé a España, tuve una crisis creativa por el cambio de idioma que me rodeaba. Quería o necesitaba algo diferente para intentar refrescar mi manera de trabajar. Me pareció bien cambiar esta actitud de un escritor que no quiere tener nada que ver con la producción escénica. Me gusta escribir en mi casa, darles el texto al director y a los actores y que tengan la libertad para ver qué pueden hacer con él. Entonces me propuse probar algo muy radical: subirme al escenario. Con esta obra, Sería una pena que se marchitaran las plantas, me animé a hacerlo primero en Croacia y luego en la versión española. Ahora lo hago en la Argentina. Vamos a ver cómo soy en este viaje”.
La nueva obra habla sobre el amor que, junto a la familia, son los temas que afirma Martinić que le interesan. O quizá sean los temas universales junto a la muerte, o al miedo a ella. Pero Martinić viene trabajando estos tópicos de forma pareja desde hace mucho. Es probable que en mayo llegue a Buenos Aires otra de sus obras, Todo bien mientras nos muramos por orden de ascendencia. Y entonces se sumará a la lista de títulos increíblemente bellos pero además significativos. ¿Cómo resumir el fin del amor sin hablar de él? ¿Cómo hablar de la discapacidad de un hijo, de la negación de su madre, del dolor abigarrado en la familia sin nombrar la enfermedad? ¿Cómo hablar del sufrimiento que puede causar que un hijo no quiera ser más parte de su familia, que desaparezca antes de morir pero también antes de tiempo?
Martinić quizá tenga ese don. En una frase que utiliza como título para sus obras contener todo su universo, ese cotidiano pero que agrieta los días. En este caso, la obra aborda la ruptura amorosa de una pareja que entra en crisis cuando uno de ellos se olvida de un hecho que para el otro es nodal en la relación. Durante la hora que dura el espectáculo, intentarán contar la historia que tienen en común si es que acaso hay una historia en común o cada uno armó la suya. La particularidad de la pieza es que se trata de una obra abierta, esto quiere decir que cada puesta es diferente a la otra. Los actores en este caso, usan sus nombres y algunas referencias propias.
“Esta obra es una plataforma en la que pude escribir sobre el amor. Tiene una estructura abierta, depende mucho de los actores que quieran hacerla. Mi idea es tener una versión con dos actores, dos actrices, o tener una pareja mayor para ver cómo cambia en ese sentido la ruptura. Qué significa una ruptura en una pareja que está unida hace dos o diez años. Como es súper difícil escribir sobre amor y creo que es un secreto que todos vamos a ir descubriendo toda la vida esta obra me funciona como una plataforma en la que todo el tiempo puedo escribir algo nuevo”.
Entonces algunos pensamientos cambian, algunos espacios, los distintos idiomas también le dan otro tinte y la música. “Tenemos diez canciones que nos gustan y depende de la energía de la función vamos eligiendo la canción del día. No soy actor y por eso no me gusta la repetición”.
Para esta obra, cuenta, partió de una conversación que presenció en un auto con una pareja amiga. “Yo iba atrás y ella le dijo que a esa casa habían ido a cenar y él le dijo que no se acordaba. En el momento fue trágico; para mí estaban juntos todo el tiempo y conformaban una especie de unidad. De repente cada uno se me reveló con diferentes ideas y recuerdos. Como escritor me apareció esto como una pregunta que me hago aquí, en esta obra, que es cómo contamos la historia, por qué no podemos creer en nuestra memoria y la necesidad de los seres humanos de tener la historia completa para poder finalizarla”.
En mayo llegará el turno del estreno de otra de sus obras: Todo bien mientras nos muramos por orden de ascendencia. “Se trata de una familia muy patriarcal y lo que le sucede cuando se rompe debido a que el hijo ya no quiere ser parte de esta familia. Qué pasa cuando una familia se rompe. Cómo afecta a la mujer, al hombre, cuáles son los sueños de un patriarca, qué significa tener un hijo, cuál es la libertad de los miembros en una familia. Cómo vivir cuando alguien que querés mucho no quiere ser parte de tu vida”.
Para agendar:
Sería una pena que se marchitaran las plantas
De Ivor Martinić
En Moscú teatro, Ramírez de Velasco 535.
El domingo, a las 18. Entradas por Alternativa.
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