Ivana Figueiras, sobre la ex de Sebastián Ortega: "No volvería a opinar, no volvería a meterme en nada"
La novia del productor se confesó con Personajes.tv y habló sobre todo: el comienzo de su relación, el embarazo que perdió y los encontronazos con la prensa
Ivana Figueiras es de esas chicas que te hacen sentir fea, gorda, mal vestida, sucia... Sentarse a su lado es devastador para el ego. La novia de Sebastián Ortega es flaca, pero con curvas, linda a cara lavada, sexy, buena onda... Elige para hacer esta entrevista el showroom de Pompavana, un emprendimiento que encaró junto a dos socias. ¿De qué se trata? Venta directa de ropa interior y trajes de baño. En el lugar -un PH en Recoleta- están los muebles de su casa de soltera, cuadros pintados por su mamá y una foto de ella con su novio. Antes de conocer al Ortega que la hizo famosa, Ivana estudiaba Relaciones Públicas y conocía de lejos la fama por su padre, Marcelo Figueiras, uno de los dueños de Laboratorios Richmond y flamante marido de la senadora kirchnerista Maria Laura Leguizamón.
-¿Te sentís una celebrity?
-Para nada. Todavía no caigo que la gente me pueda reconocer.
-¿Nunca quisiste ser famosa?
-No. Cuando terminé quinto año, me metí a estudiar Derecho en la Universidad Di Tella. Hice un año y la verdad es que después de ahí me di cuenta de que no era lo mío, de que no me gustaba. Entonces dejé, y ese año me metí a estudiar Relaciones Públicas en la Uade. Hice un año perfecto, todas las materias... Y al otro año, en el segundo cuatrimestre, quedé embarazada de Juana. Seguí cursando pero menos materias. Me sentía tan mal, tan mal, que a veces llegaba a la facultad y tenía tantas náuseas que me volvía a mi casa.
-¿Dejaste la carrera?
-Juana nació en marzo, ese cuatrimestre no lo hice. Y después intenté seguir pero no pude. Le dí de mamar a mi hija un año y tres meses. Me sacaba leche toda la noche, con el coso ese, lo dejaba en la heladera. Toda una movida.
-¿Cuántos años tenías vos?
-Acababa de cumplir 20 años cuando quedé embarazada. Mi cumpleaños es el 6 de julio, y el 28 de agosto me enteré que estaba embarazada. Un día llegué a la facultad y en el recreo le conté a mi grupo de amigos. Imaginate, ¡no lo podían creer! Pensaron que era un chiste, que les estaba haciendo una joda.
-Claro, a esa edad, enterarte que estás embarazada...
-Era lo peor, lo peor.
-¿Estabas de novia?
-Si. El papá de mi hija era mi novio de toda la vida. Lo conocí cuando estaba en tercer año del colegio, en un hotel en el sur. Él era barman porque estaba estudiando hotelería. Yo estaba con mi hermana Natalia ahí, en año nuevo, las dos re aburridas. Cuando volvimos a Buenos Aires, nos pusimos re de novios. Yo empezaba cuarto año del colegio. Bueno, estuve con él todo ese año y al año siguiente… En mi viaje de egresados medio que cortamos. ¿Viste cuando estás creciendo, sos adolescente y a la par tenés una relación re en serio? Tuvimos un par de idas y vueltas...
-¿Cómo fue el embarazo?
-Tuve amenaza de parto prematuro y estuve un mes internada. Juana nació antes. Un día estaba en la casa de mis ex suegros y me agarraron vómitos, mucho dolor, contracciones. Llamé a mi mamá y le dije: "Mami, vení urgente a buscarme porque no sé qué me pasa, me parece que es algo muy grave". Y me internaron. Suero, cinco pastillas por día... Fue bravo. Mi novio se portó genial: durmió todas las noches conmigo en el sanatorio.
-¿Cuánto duraron después de que nació Juana?
-Dos años y medio. Fue una decisión que fui pensando, pensando, pensando hasta que cuando me separé, me separé. Igual fue bastante traumático.
-¿Por qué quisiste separarte?
-Porque tener una hija a los 20 años te provoca una sofocación. Pensaba: "¿Ahora toda la vida voy a tener que...?" Igual, al papá de Juana lo re quiero, ahora me llevo super bien.
-¿Ahora?
-Bueno, él quería seguir la relación. ¿Viste que al hombre le cuesta más soltar un poco? Y él me seguía llamando, me buscaba... Entonces, yo en un momento le dije: "Bueno, basta, estamos separados, ya está".
-¿En esa época trabajabas? ¿Qué hacías?
-No. Lo primero que hice como modelo fue una gráfica con las que ahora son mis socias, Belén Garat y Natalia Sturba . Y después de eso también hice otra campaña. Pero yo hacía esas cosas de onda porque no me interesaba trabajar de eso. Pero bueno, después, las vueltas de la vida. Me separé...
-¿Enseguida conociste a Sebastián?
-No, estuve un año en pausa.
-Disfrutando de la vida.
-Sí, ocupándome de mi hija, también era super difícil criar a una hija y de repente quedarte sola. El día que el papá de Juana se fue de la casa, dije: "¿Y ahora qué hago?". Estaba sola. Bueno, obviamente que con la ayuda de alguna niñera, pero sola.
-¿Tan sola?
-Estuve un año saliendo con un chico. Y un día, así de casualidad, estaba en un asado con mi prima y le dije: "Che, ¿por qué no salimos?", porque hacía un montón que yo no salía. Eran las dos y media de la mañana. "¿Por qué no vamos a Tequila?", le dije. Y terminamos yendo a un cumpleaños de alguien, de un conocido de ella. Y ahí lo conocí a Sebas, sentada en un sillón, como estoy ahora. Y no sé, te juro que lo miré y... Empezamos a charlar, creo que le pedí un cigarrillo. Yo ahí me acordé que un muy amigo de mi papá, Guillermo Montenegro (el ministro de Seguridad porteño), estaba con nosotros en el cumpleaños de mi sobrino y le sacaba fotos a mi hermana que quería ser actriz y se las mandaba a Sebas. Y yo en ese momento, cuando le pedí el cigarrillo, le dije: "¿Sabés que un día un amigo de mi papá te reenviaba fotos a vos de mi hermana?", y me dice: "¿Quién, Guillermo?". Porque Sebas iba todos los jueves a comer con Guillermo y un grupo de gente. Y nos matamos de la risa. Y bueno, nos quedamos charlando, charlando, charlando... Me pidió un número de teléfono y yo justo lo había perdido. Le dije: "Mirá, no tengo teléfono. No es de mala onda, lo perdí, pero te doy el de mi hermana. Como estoy bastante con mi hermana, si querés llamala a ella". Esto fue un viernes, el sábado a la tarde le llega un mensaje a Naty de Sebas: "Hola, soy Sebastián Ortega, ¿podría hablar con tu hermana?". Fue muy gracioso. Ese mismo día me fui a comprar un celular, caí en un negocio y dije: "Quiero un teléfono".
-Claro. ¡Conocí a un chico y no me puede llamar!
-Dependía de mi hermana y dije: "No, ya fue". Y a partir de ahí las cosas se dieron muy naturalmente. Nos empezamos a ver. Pero como muy tranquilo, muy espontáneo. Al día siguiente de conocerlo, fui a la casa.
-¿Cuánto hacía que salían cuando salieron publicadas las primeras fotos?
-Tres semanas. Fue muy violento. Habíamos ido a almorzar con el papá de Sebas, estaba Julieta, me acuerdo que también estaba Iván, el hijo de ellos... Y después fuimos a la casa de un amigo de Sebas y de repente aparecieron como cuatro tipos sacando fotos con la camarita. El corazón me empezó a latir muy rápido, no entendía nada, dije: "¿Qué pasó?". Yo no me esperaba nunca eso. Subí a lo del amigo de Sebas y me fui al baño a tranquilizarme porque me pareció algo rarísimo. Y bueno, yo creo que esas fotos también a Sebas no sé si lo asustaron o qué, pero…
-¿Se enfrió la relación?
-No, no, para nada. Pero no estuvo bueno porque sus hijos se enteraron por los medios.
-¿Por qué salís tan seria en las fotos? Sos mucho más simpática personalmente.
-Me cuesta acostumbrarme a esas fotos de asalto, porque me parece que son muy invasivas. A veces viene el papá de Juana a buscarla o a traerla y yo quiero bajar en pijama y estoy como nerviosa. Me escondo y le digo al portero "traémela a Juanita" porque llega a haber alguien y... Te tenés que estar cuidando mucho de todo: de cómo estás vestida, de esto, de lo otro. En Punta del Este, este verano me sacaron mil fotos en bikini y te juro que yo no lo hacía a propósito, no es que yo decía: "Voy a ir a la playa a mostrarme". Pero tengo 26 años, no me tengo que esconder de nada. Y un día me llamó mi papá y me dijo: "Ivana, cuando vayas a la playa, llevate un pareo, no quiero verte más en las revistas".
-¿Estaba harto de verte la cola?
-Claro, y de que los amigos le hagan comentarios en chiste.
-¿Cuando Sebastián te conoció te dijo: "Vos tenés que ser actriz, tenés que ser modelo"?
-No, cero. Yo creo que lo que más le gustó a él es que yo no pertenezca al medio. Fue todo muy espontáneo, muy genuino. Un día en la semana él me llamó y me dijo: "Quiero ir a visitarte, quiero conocer tu casa". Y la conoció a Juanita. Se fue dando todo muy natural. Hasta que un día me dijo si quería ser su novia, y bueno, yo le dije que sí. Y a los tres meses nos pusimos de novios.
-¿Te lo dijo formalmente?
-Si, estábamos comiendo y me dijo: "¿Querés ser mi novia?", y me pareció muy raro, porque hoy no se usa mucho eso, ¿viste?
-Es un terreno difuso. Hace veinte años te daban un beso y ya te ponías de novia. Ahora no es tan así.
-Yo no estaba acostumbrada a eso. Mirá que entre los vaivenes que tuve con el padre de Juana no me quedé en mi casa tejiendo, salí con algún chico. Pero nunca fui de salir y estar con un pibe una noche, ponele, jamás, nunca, nunca. A mis amigas les pasa y las super respeto. Pero yo necesito sentir algo por la otra persona para por lo menos darle un beso. Jamás podría ir a un boliche y transarme a un pibe. No es mi estilo y jamás lo fue.
-¿Por qué estuvieron separados un tiempito con Sebastián?
-Fue parte de todo... Estábamos en el ojo de la tormenta en ese momento que nos separamos.
-Siempre estuvieron.
-Siempre, siempre, siempre.
-Una vez reaccionaste.
-Sí, pero... no es que me arrepienta de nada, pero hoy no lo volvería a hacer, no volvería a opinar, no volvería a meterme en nada. Imaginate que yo estuve con Sebastián tres meses espectaculares. Sus hijos vinieron a mi casa del sur en agosto y hasta ahí no había pasado nada. Yo vivía una vida super tranquila con él. Nos fuimos a Chapelco en plena temporada de esquí y no nos sacaron ni una foto.
"No me gusta armar quilombo"
-O sea, empezó el problema cuando apareció Tinelli.
-Sí, no, no, no, no lo quiero decir así. Pero ahí empezó lo de los asaltos fotográficos y todo eso. Y a mí me pareció muy shockeante al principio, porque me dio tantos nervios esa foto, que fue cuando no había pasado todo lo mediático, imaginate después. Me sentí muy invadida. Fue una situación en la que acompañé a Sebas como pude, qué sé yo, tratando de meterme lo menos posible, pero en algún punto estaba metida.
-A él se lo veía como enojado.
-Sí, sí, obviamente. Ahí aprendí que está bueno estar en pareja pero más para acompañarse. Estar juntos porque hay amor, pero no meterse en el pasado, porque yo no conocía a Sebastián hace 10 años. Entonces cuando digo que no volvería a opinar, no lo digo porque yo esté a favor o en contra de alguien en particular, sino porque me parece que no sumó. Yo no conozco la relación; ni la que Sebas tuvo con su expareja, ni la que Sebas tuvo con Marcelo. Entonces, yo no me puedo meter a opinar. Obviamente que lo puedo bancar, lo puedo apoyar, si está triste lo puedo escuchar, pero no meterme. Y además porque hay tres chicos en el medio. Yo a ellos los adoro, te juro que cuando estoy con ellos los cuido como si fueran mis hijos. Pasamos todos los fines de semana que Sebas está con ellos en Pacheco, en lo de mi mamá. Entonces, me parece que por respeto a ellos me arrepentí, porque si uno piensa algo me parece que está bueno hablarlo con un terapeuta, con tu psiquiatra, con tus amigas. Pero cuando te metés públicamente le das más trascendencia.
-Abrís una puerta difícil de cerrar.
-Y ése no es mi perfil. No me gusta armar quilombo.
-¿Cómo fue que se supo que estabas embarazada?
-Salió en una revista, no lo sabía nadie. Mi papá me mandó un mensaje: "Ivana, ¿estás embarazada?". No lo sabía nadie, pero nadie, nadie. Y después, bueno, lo perdí.
-¿Supiste por qué?
-Sí, en verdad fue un embarazo anembrionado, por eso también fue un bajón que sea público. Porque cuando se supo yo ni siquiera me había hecho la primera ecografía. Cuando me la hice, estaba de cinco semanas y no se vio absolutamente nada, ni un cosito así. El obstetra me dijo: "Mirá, Ivana, que esto puede ser un embarazo anembrionado. Pero esperemos una semana más por las dudas". Esperé una semana y media, y cuando fui, que ya eran siete semanas, no se vio nada. El médico me dijo: "Esto es un embarazo anembrionado, te van a tener que hacer un raspaje". Y de ahí fui al Mater Dei, fue una intervención, anestesia total, todo.
-¿Estuviste mal, o lo superaste bien?
-No, no. Lo superé bien. ¿Sabés por qué? Porque como no vi nada... Tenía síntomas, yo creía que estaba re embarazada. Pero no lo sufrí porque nunca vi un bebé, no le escuché el corazón. Me puse mal, obviamente, pero no fue tan trágico como puede ser en otras situaciones, por suerte.
-¿Trabajabas en ese momento?
-En la época en que lo conocí a Sebas había dejado la carrera y trabajé cinco meses con la mujer de mi papá, con María Laura.
-¿Haciendo qué?
-Estaba en su grupo de asesores. Pero estaba buscando lo mío, estaba buscando mi rumbo.
-¿Sebastián te apoya o prefiere que no trabajes?
-Me apoya, me apoya. Este proyecto de Pompavana nació un poquito antes de conocerlo. Las chicas vinieron con la propuesta de comprar la marca. Y a mí la moda me gustó siempre pero comprar sólo la marca no quería. Le iba a faltar la magia. Yo les propuse aportar desde la imagen. Ahora somos socias, tenemos el 50 y el 50. El otro día fui a comer a un lugar, vi un cartel de unos pajaritos, le saqué fotos y se las mandé. O sea, también aporto desde el diseño.
-¿Tu papá es el asesor financiero?
-Sí, pobre. Le hablamos de bombachas, de corpiños.
-¿El puso la plata?
-Sí, sí. El es un hombre que entiende mucho de negocios y para él es blanco o negro. No me hubiera alentado a hacer este proyecto si no hubiera confiado.
-¿Y Sebastián? ¿Te guía?
-Sí, Sebas tiene muchísima experiencia. Algunos consejos los tomos, en otros puedo estar en desacuerdo. Pero lo escucho bastante porque él creció en este medio, entonces hay cosas que él me dice y yo digo: "Sí, totalmente, tenés toda la razón del mundo".
-Iban a casarse, ¿qué pasó con eso?
-Hablar de casamiento fue muy apresurado cuando ni siquiera convivimos. Después, uno se da cuenta de que nadie lo corre y está bueno vivir el día a día y ver qué pasa.
-¿Hijos?
-Por ahora, no. Sebas tiene tres y yo una que está en una edad donde hay que disfrutarlos. Armar una familia ensamblada no es fácil y un hijo es mucha responsabilidad. Ya llegará el momento adecuado.
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