Inmaduros: una comedia con ritmo y actores populares
Adrián Suar y Patricia Echegoyen se lucen especialmente en esta comedia dirigida por Mauricio Dayub
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★★★ Autores: Juan Vera y Daniel Cúparo. Elenco: Adrián Suar, Diego Peretti, Patricia Echegoyen, Fernanda Metilli, Jessica Abouchain y Carla Pandolfi. Voz en off: Andrea Politti. Escenografía: Jorge Ferrari. Luces: Matías Sendon. Sonido: Gastón Briski. Vestuario: Jimena Bordes. Música: Diego Monk. Producción general: Adrián Suar y Nacho Laviaguerre. Dirección: Mauricio Dayub. Teatro: El Nacional, Corrientes 960. Funciones: jueves, viernes, sábados y domingos, a las 20.30; y sábados, a las 22.45. Duración: 70 minutos.
Acaso sea Extraña pareja (1965), de Neil Simon, la obra más influyente en la historia de la comedia, a juzgar por el vigor de su descendencia adaptable a variantes de género y generaciones, grados de parentesco y color local: bienvenida sea una vez más la estructura de dos opuestos y viejos conocidos que forzosamente conviven y, como era imaginable, no concuerdan pero, gracias a esa reunión, darán luz a algo inesperado.
El dúo Juan Vera y Daniel Cúparo, los mismos de Dos más dos (teatro y cine), son los autores de Inmaduros, la obra que une por primera vez en el escenario a Adrián Suar y Diego Peretti. A Fideo (Peretti), un psicoanalista bastante pacato, lo deja su mujer después de muchos años de matrimonio. Muy deprimido, busca ‘’cobijo’' en casa de su amigo Alfi (Suar), un publicista separado que mantiene relaciones sin compromiso con distintas mujeres; coacheado por Osho y Paulo Coelho, el desapego es su lema. Como buen compinche, intenta derribar la melancolía de su compañero armando reuniones con chicas: primero, dos sub-30 (Fernanda Metilli y Jessica Abouchain) y luego, ‘’más cercanas a su edad’' (Patricia Echegoyen y Carla Pandolfi).
La escenografía de Jorge Ferrari es tan impecable como usual en el circuito comercial. Living con barra de tragos (el realismo debería rever esa añeja norma), escalera y desniveles pero con algo más, el mejor ingrediente de la puesta que pesa como otra personaje, ‘’la casa inteligente’' que responde a las demandas del dueño con la voz de una mujer (en off Andrea Politti). Este ingenioso dispositivo tiene un gran potencial para desplegar una galería de equívocos pero no es del todo aprovechado. Tampoco se usa la visible cama del segundo nivel ni tiene consecuencias que Fideo tome “la pastillita azul’' ni se entiende porqué van a preparar bebidas a otra parte con semejante barra a su disposición.
Bien sintonizados entre sí, de esta pareja de experimentados protagonistas a quien se ve más suelto y en su salsa es a Adrián Suar con un personaje a su medida –el del canchero en apariencia–, mientras que Diego Peretti cumple con oficio el papel de anticuado “ratón de campo”. Las cuatro actrices son dispares, con distintos recorridos escénicos, entre las que se nota el timing de Patricia Echegoyen para el humor. Los autores buscan el guiño a las mujeres de este tiempo e incluyen a un personaje feminista (Metilli) que roza el estereotipo y donde el pañuelo verde aparece en un gag suelto, poco construido, demasiado banal.
Marcado por la dirección de un experto comediante como Mauricio Dayub, el ritmo es vertiginoso, la fricción no se detiene y corre con fluidez: el resultado es entretenido y festejado por el público de todas las edades que llena la sala y provoca, sin duda, la mejor noticia.
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