Imanol Arias en la Argentina: "He vendido todo para empezar de cero"
El actor español regresó a nuestro país para presentar "Retiro voluntario", la película que se estrenará el próximo jueves y en la que comparte cartel con Darío Grandinetti, actual pareja de su ex mujer Pastora Vega; aquí habla de los problemas con el fisco español que lo obligaron a "empezar de nuevo" y de su relación con nuestro país
El primero fui yo, el segundo fuiste tú”. Imanol Arias recuerda la frase acuñada por su amigo José Sacristán. Un pensamiento que envuelve orgullo y verdad. Los dichos de Sacristán refieren al vínculo amoroso y estrecho que ambos actores españoles mantienen con nuestro país. “Cada vez que Pepe me ve, me dice esas palabras”, explica el inolvidable protagonista de Camila en su suite del hotel del microcentro porteño que lo tendrá hospedado hasta el próximo domingo, una vez que finalice el primer fin de semana en cartel de Retiro voluntario, la película de Lucas Figueroa que se estrenará el jueves y que lo cuenta como protagonista junto a Darío Grandinetti , Miguel Ángel Solá y Luis Luque . “Tengo una relación con la Argentina en la que no entro en conflicto porque voy y vengo. Es una situación cómoda, me hace feliz. Si estuviese más tiempo, ya diría pavadas”, dice exultante.
–¿Sos consciente de lo que significás para el público argentino?
–No, para nada. La falta de conciencia de lo que me conocen acá me hace vivir más relajado y ser bien sincero con todos ustedes.
–Cada vez que nos has visitado, tus trabajos se convirtieron en éxitos de taquilla.
–Camila fue la puerta de entrada. Luego vinieron Calígula en teatro y la película Tango feroz, donde pude conocer a un hermano como Fabián Vena . Recuerdo que en aquellos tiempos estaba Carlos Menem en el gobierno. Había un clima festivo donde se consumía mucho, pero todo era carísimo. Una época loca. No sé si un país puede aguantar eso.
–Los personajes de Retiro voluntario se muestran con una doble faz: nadie es tan bueno ni tan malo. Esto otorga una textura interesante al film y una coloratura definida por los matices no estereotipados. En el caso de Javier, el ejecutivo que interpretás, una equivocación lo conduce a una pesadilla sin retorno.
–Es el tonto contemporáneo. Quiere su bonus y sabe muy bien qué hacer para ascender en la compañía. Pero el costo es alto, ya que conoce lo que significa despedir gente porque ya lo ha hecho en España. Todo ese mecanismo le ha causado múltiples problemas físicos y afectivos, incluido el abandono de su mujer. Cuando llega a Buenos Aires, una ciudad que es una bomba, un sitio con otra inteligencia, sueña con cumplir su anhelo de escalar y no tener que despedir a nadie. Pero se topa con los que tiene arriba de él y con los de abajo con calle, seres muy interesantes. De todos modos, tiene la suerte de que alguien le quiere reventar la vida.
–¿Por qué esa situación es una “suerte”?
–Es que a partir de eso él se da cuenta de que todo hombre bueno tiene siempre una segunda oportunidad. Lo genial es que, como en la vida, los roles no van para un solo lado.
Políticamente incorrecto
Al igual que su recordado Ladislao Gutiérrez, el sacerdote que enamoró a Camila O’Gorman y él interpretó en el film de María Luisa Bemberg, su actual personaje debe tomar medidas políticamente incorrectas. Como suele suceder, ficción y realidad se dan la mano, ya que no han sido pocas las oportunidades en las que el actor tuvo que asumir riesgos extremos, aunque con consecuencias menos trágicas que las padecidas por el religioso: “A la hora de tomar decisiones, soy más intuitivo y poco reflexivo. Diría que muy ingenuo, pero he tenido suerte. Y cuando he cometido equivocaciones, me han permitido restaurar esos errores, incluso cuando no han sido mi responsabilidad. Es por eso que jamás me instalo en un lugar, estoy renaciendo continuamente. Tengo muchas vidas y me gusta que a mis personajes les suceda lo mismo, así el espectador puede soñar”.
–De algún modo, ¿sería resignificar la inestabilidad?
–Hay un paradigma que se sostiene en que cuando más creces, te va peor. En el camino se cometen errores, por lo tanto hay que asumir las consecuencias desagradables. Si no la vida te los va a repetir como un reloj de péndulo, hasta que aprendas. Y cuando aprendes que nada es definitivo, esa sensación de inestabilidad te permite no envejecer del todo. Envejeces físicamente, pero vives con ilusión. Tengo 61 años y aprendí que a la vida hay que verla como algo único. Los sueños se hacen realidad cuando sos más realista. Lo que me queda lo vivo a tope y eso no es declinar.
–¿Cómo manejás el desapego tan vinculado a la inestabilidad?
–A veces la vida te ayuda: te suelta y te deja solo. Y ahí aprendes. Hay que estar muy abierto a todo.
–¿Te ha soltado muchas veces la vida?
–Sí, pero siempre con suerte.
–¿En qué momentos sentiste que te han soltado la mano?
–Bueno, he tenido tres o cuatro relaciones y se han terminado. Ahora mismo, estoy con un problema fiscal enorme en España.
El actor se refiere a una demanda millonaria que le realizó el fisco por una deuda contraída a partir del error de la liquidación de impuestos por ganancias percibidas.
–En España se ha hablado mucho de esa situación. ¿Cómo la sobrellevás?
–Voy a solucionarlo. Me he comprometido a retribuir. El público me conoce y sabe quién soy. La gente me ha dado mucho y tengo una enorme deuda con ellos. Soy una persona que jamás ha eludido sus responsabilidades. He vendido todo para empezar de cero. Vivo como una pluma.
–¿Qué significa “he vendido todo”?
–Eso mismo: vendí todo, pero no siempre te compran bien. Hay abuso. No tengo vivienda propia y he tenido que despedir a los cuatro empleados que trabajaban conmigo. Eso me permitió cumplir con una obligación. Nunca he podido engañar. De lo contrario estaría muerto o enfermo. Como en la película, siempre creo que las personas buenas tienen una segunda oportunidad. Yo no era consciente de lo sucedido, pero soy responsable. Voy a devolver todo, hasta el último centavo. En España no puedo hablar de esto. No debo, ni quiero, entrar en conflictos en mi país.
–A partir del proceso de pago, ¿te sentís más aliviado en cuanto a tu reputación pública?
–Asumo. Además, cuando se comete un error fiscal, pagas la deuda, o lo que has supuestamente defraudado, y además el 170 por ciento más, así que nadie puede decirme: “¿Qué has hecho con el dinero de todos?”. Voy por la calle tranquilo.
–¿Cómo surgió esa deuda?
–El problema fue por un cambio de ley con la propiedad intelectual. El gobierno fijó unas cuotas de propiedad intelectual que no eran legales. Europa le llamo la atención y ahora el Estado nos debe mucho dinero a los actores, autores, periodistas, por la copia privada. Ellos fijaron una cifra que no se podía discutir. A partir de las variaciones en la ley, en un momento se nos animó a los actores que teníamos gente contratada a que tuviéramos sociedades anónimas, luego personales o profesionales. Pero al tiempo nos dijeron, retroactivamente, que pagáramos como cualquier ciudadano. Sin embargo, nosotros no tenemos un estatuto de trabajador de actores, pero abonamos impuestos como todos y no podemos tener sociedades. Las sociedades pagan menos. Es algo atípico. Mi problema no es de ocultación, sino de un error en el sistema de pago no consentido. Jamás oculté mis ganancias ni mi patrimonio. Pero ese error en los pagos me significó que debo saldar el 170 por ciento de todo lo que he ganado.
Solicitado
La carrera de Imanol Arias tiene grandes hitos. Cine, televisión y teatro lo han contado como una de sus figuras más solicitadas y no se ha privado de trabajar con quien quiso: “Filmar con Pedro Almodóvar fue una experiencia increíble –explica–. No pertenezco a su círculo más cercano, pero le tengo un gran cariño y respeto. Sé que el día que me necesite, me llamará. Laberinto de pasiones fue un acontecimiento rompedor. Conocer a Vicente Aranda y hacer El Lute también fue una oportunidad única. Y, al igual que el cine, la TV me dio grandes satisfacciones, a pesar de que yo era renuente con el medio. Anillos de oro o Cuéntame cómo pasó, ciclo en el que llevo trabajando dieciséis años, son trabajos que me han dado mucha felicidad y reconocimiento”.
Antonio Alcántara –su personaje en la eterna serie española de la que la TV Pública acaba de estrenar una versión local– tiene algo de su padre, un hombre duro que, en su Riaño natal, renegaba de su vocación artística y lo dejaba sin cena cuando llegaba tarde. “Esa serie se hace como si fuese cine, con un cuidado especial para cada uno de sus episodios”, explica.
–¿Cómo te llevás con el resguardo de la privacidad siendo una figura pública en tiempos de redes sociales intrusivas?
–Me da vergüenza mostrarme. Hay que medir mucho cómo conectarse en las redes y no perder el anonimato, la posibilidad de tener una parte tuya privada. Además, cuando eres muy conocido se anula la posibilidad de observar sin que nadie se de cuenta. La observación es una herramienta de trabajo para un actor. Sin embargo, ya no puedo construir personajes desde la observación en la calle o en el metro. Antes viajaba e imaginaba la vida de la gente y con eso construía.
Esa pérdida de la privacidad, a pesar de su perfil bajo, no impide que se hable de su vida personal. En julio último, la actriz Pastora Vega, su ex mujer y madre de sus dos hijos Jon y Daniel, se mostró en público con Darío Grandinetti, confirmando una relación que había nacido un año atrás. Paradojas del destino, el actor argentino comparte el elenco de Retiro voluntario con Arias: “Todo ha sido normal y fácil. Darío es un tipo muy querible. A la gente que yo quiero me gusta verla feliz, porque eso me hace feliz a mí. Pero supongo que lo pasó feo el día que me lo quiso contar”.
–¿Sucedió en el rodaje?
–¡Sí! Darío estaba muy nervioso. Cuando me lo confesó, le dije: “¡Qué suerte tienes!”.
–¿Cómo te ha ido en el amor?
–Por ser un hombre tan entregado al trabajo, he tenido una gran fortuna. Ha habido personas que me han querido y que me han dado hijos. Y ahora, hay personas que me enseñan.
–Con tu actual mujer, Irene Meritxell, tuvieron varias idas y venidas. ¿Cómo está la situación ahora?
–¡Todo maravilloso! Ha venido conmigo porque expone sus fotos en el Centro Cultural Borges.
–La intención separatista de Cataluña es un tema que, desde ya, excede a la región porque tiene implicancias nacionales e internacionales. ¿Qué opinás al respecto?
–Es una situación extraña. Por un lado está el derecho de los pueblos a decidir, y por otro, el marco jurídico. Si no se dan las dos cosas, se crean conflictos. La Constitución española dice que todos tenemos que decidir y ellos dicen que sólo ellos tienen derecho a decidir. Me gustaría una consulta que sirviera para algo, porque una consulta que no sirve hace daño, se convierte en una huida hacia adelante que intenta esconder otros problemas.
–Hace pocas semanas un atentado terrorista enlutó Barcelona y todo el país, volviendo a exhibir el poderío de esas organizaciones y la globalización de la violencia. ¿Cómo has vivido ese hecho tan doloroso?
–Los terroristas descubrieron que somos muy frágiles e ignorantes. Una furgoneta crea el pánico y nos demuestra que somos débiles. No se puede enclaustrar al mundo ni cerrar fronteras. Estamos en un momento de flaqueza, hay que estar muy atentos.ß
La comedia del capitalismo
“Es la comedia de la primavera, quita el frío. Es una cosa gorda, pero te diviertes. Está bien interpretada, es luminosa. Tengo mucho interés en ver qué repercusiones tendrá en Buenos Aires”, anhela el actor. Retiro voluntario, que llegará a las salas el jueves, desnuda con crudo humor negro un capitalismo salvaje y las herramientas de las compañías y sus directivos en busca de mayores réditos. Javier, el personaje interpretado por Imanol Arias, comete un error al indicar mal una dirección. Esa anécdota insignificante se convierte, sin embargo, en el comienzo de una desopilante pesadilla.
Tres éxitos en tv, cine y teatro
- Anillos de oro (1983) En la miniserie escrita y protagonizada por Ana Diosdado, Arias era Ramón, el socio del estudio jurídico en una España revolucionada por la sanción del divorcio.
- Camila (1984) El trágico romance entre una joven de alcurnia y un sacerdote es uno de los clásicos de María Luisa Bemberg y recibió una nominación al Oscar.
- Calígula (1994) Hizo un éxito teatral de la obra de Camus que dirigió Rubén Szuchmacher, en el Paseo La Plaza. Junto a él, Pastora Vega, Fabián Vena, Jorge Suárez y Osmar Núñez.
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