Tuvo su primer hijo a los 51 y ahora, con 60, Hugh Grant ya tiene cinco. Su vida dio un giro y también sus actuaciones. Atrás quedaron los papeles de Romeo y apostó por otros más oscuros, como el de The Undoing, una de las series más esperadas. Además, se mete en política
La pantalla nos engaña. Vemos a un actor interpretar un personaje, otro, y otro más, hasta que nos convencemos de que sabemos quién es. Leemos en revistas y blogs detalles sobre su vida que parecen completar el retrato. Cada vez que un zapping desganado se convierte en la milésima vez que vemos Cuatro bodas y un funeral o Un lugar llamado Notting Hill pensamos que conocemos bien a Hugh Grant. Pero es solo una ilusión. En realidad, no tenemos idea de quién es Hugh Grant.
El actor británico, que cumplió 60 años el mes último, consideraría esto un triunfo. La fama en sí misma no parece tener valor para él, según lo que se puede interpretar de sus propias declaraciones y de su actitud frente a la prensa, algo reticente a revelarse del todo. La lucha por la privacidad frente a las invasiones delictivas de parte de la prensa británica, de las que fue víctima, lo convirtió en activista. Las redes sociales, esa vidriera en la que exponen su vida desde los famosos hasta quienes quieren serlo, le parecen venenosas y la autopromoción en Twitter "poco elegante", según él mismo le cuenta a LA NACION revista en una entrevista exclusiva, vía Zoom.
Un hombre al que no se puede conocer del todo podría ser una buena descripción del personaje que interpreta en su último trabajo, a propósito del cual tuvo lugar el encuentro virtual con el actor. Se trata de The Undoing, la miniserie que coprotagoniza con Nicole Kidman y que se estrenará el próximo domingo, a las 22, por HBO y HBO Go.
Basada en la novela You Should Have Known, de Jean Hanff Korelitz, esta nueva creación televisiva de David E. Kelly (Big Little Lies), dirigida por Susanne Bier (Después del casamiento), se centra en el derrumbamiento de la aparente vida perfecta de la exitosa psiquiatra Grace Fraser (Kidman), su esposo Jonathan (Grant) y su hijo Henry (Noah Jupe). Tras un terrible crimen que los toca de cerca, el cuento de hadas del siglo XXI, que incluye una hermosa casa en Manhattan, triunfos profesionales y un matrimonio idílico, comienza a tambalear y Grace ya no sabe bien en quién confiar, ni siquiera si puede hacerlo en su propia perspectiva. Jonathan es un renombrado oncólogo infantil, un padre amoroso y tiene el carisma seductor que le aporta Grant; a todas luces parece el marido perfecto. Pero, ¿lo es?
En entrevistas anteriores dijiste que los actores prefieren, en general, los papeles más oscuros, que no quieren ser Romeo. En un momento de tu carrera eras protagonista de comedias románticas, muy exitoso, ¿te sentías atrapado en esos roles, por cómo te veían el público y los productores, o estabas cómodo y simplemente querías hacer eso?
Probablemente, estaba un poco atrapado. Un poco como un animal de zoológico que no conoce la libertad, después de un tiempo, ni te das cuenta de que estás atrapado.
En los últimos tiempos interpretaste varios personajes bastante oscuros y que describiste como narcisistas, ¿te resultan liberadores este tipo de papeles en este momento de tu carrera y tu vida?
Sí, lo son. Nunca quise ser actor. Lo que sí pensaba cuando iba al colegio y a la universidad era que soy bueno componiendo personajes, personas que están a miles de kilómetros de mí mismo, con voces tontas y acentos ridículos. En una época, cuando tenía poco más de veinte, me gané la vida haciendo eso. Y después me olvidé. Volviendo a tu pregunta anterior, fui tan profundo en este túnel de la comedia romántica que me olvidé que había tenido otra vida antes. Es muy lindo volver a eso ahora. Creo de verdad que soy mejor haciendo personajes que lo que podríamos llamar "actuación de protagonista".
¿Pensás que al tener ahora la oportunidad de interpretar este tipo de roles podés ver a tu período de las comedias románticas de una forma distinta, con orgullo y apreciar el impacto cultural que tuvieron?
No me avergüenza ninguna de esas películas. Bueno, o muy pocas, al menos. Algunas creo que son geniales. Siempre pensé que no tiene sentido actuar si no cumplís un propósito y el objetivo es entretener al público. A veces, la gente se pone muy grandilocuente y elitista hablando del "arte de la actuación" cuando, en realidad, lo único que uno está haciendo es tratar de entretener a las personas. Me siento muy orgulloso de que esas películas entretuvieron y siguen entreteniendo al público. Eso es hermoso.
De su personaje en The Undoing puede hablar poco. "Es muy difícil hablar de este personaje sin revelar nada –dice desde la pantalla, mirando de reojo a la ventana al lado de su sillón–. Es una pesadilla. La serie se trata sobre darse cuenta de que las personas de tu vida que son cercanas, queridas, que pensás que conocés extremadamente bien, en las que confiás y sobre las que tu vida descansa como si fueran cimientos, a veces pueden ser algo completamente distinto a lo que pensabas que eran. Eso se aplica a varios de los personajes de la serie, incluido el mío".
La trama es muy densa y dramática, pero tu personaje tiene chispazos de humor que aparecen en distintos momentos. Teniendo en cuenta todos los papeles que interpretaste en tu carrera, ¿qué tan importante es para vos aportarle un poco de humor a cada rol, aún tratándose de un drama?
En el primer episodio es importante que el público piense que se trata de una pareja muy feliz. Parte de eso es entender por qué ella lo ama a él. Está bien, él es un oncólogo infantil prominente, pero era importante que además tuviera cierto encanto. Así que en esa primera parte ayudé un poco con partes de su diálogo.
¿Cómo influyó la interpretación de Nicole Kidman en la tuya?
Ella me recordó mucho a Meryl Streep. Son muy rigurosas en ponerse en el ánimo correcto antes de cada escena. Meryl Streep me dijo una vez, cuando estábamos haciendo Florence Foster Jenkins, que para ella era una fuente de orgullo nunca haber hecho una escena emocional sin antes haberse retirado un rato para ubicarse en el ánimo necesario. Nicole es igual. Y, también como Meryl, las dos son muy libres y nunca sabés lo que va a pasar, cada toma es distinta. Todo se interpreta a partir del otro actor. A través de los años aprendí que esa es la receta para una buena actuación en cine.
Parte de lo que hace parecer a Jonathan Fraser una buena persona es la relación con su hijo. ¿Hasta que punto pensás que la paternidad puede hacer mejor a ciertas personas?
Creo que eso es cierto y también tener a alguien en tu vida que amas realmente. Soy muy afortunado ahora. Pasé un largo período de mi vida bastante solo, como hombre soltero. Ahora tengo una esposa e hijos que amo. Stephen Frears dice que me hizo crecer y también pienso que me hizo ser mejor actor, aunque parezca raro. Tengo mayor acceso a ciertas partes emocionales de mí mismo que antes no tenía.
Tu sociedad con Marc Lawrence en varias películas (Letra y música, Amor a segunda vista, ¿Dónde están los Morgan?, Escribiendo de amor) fue muy productiva. Para todos esos hombres que interpretaste en ellas, el amor es un catalizador que les permite crecer, ¿sentís que eso también es así en tu propia vida?
Si, eso es cierto. Pero también la responsabilidad que viene con tener hijos. De repente, ya no sos la persona más importante en tu vida.
La idea del matrimonio y los hijos no tenía antes ningún interés para Grant, según declaró en diversas entrevistas. A los 51 años, en 2011, el actor tuvo a su primera hija, Tabitha, fruto de su relación con Tinglan Hong. Grant no estuvo en el parto y luego explicó que no quería que las inmediaciones del hospital se llenaran de paparazzi. Al año siguiente, el actor y Hong tuvieron a su segundo hijo, Felix, que nació poco tiempo antes que el primer hijo de Grant y su actual esposa, Anna Eberstein. La productora de televisión sueca es 20 años menor que el actor y tan reservada como él. Se casaron en una discreta ceremonia civil en 2018, después de seis años de relación, y tienen tres hijos. En poco menos de diez años, el galán solterón se convirtió en esposo y padre de cinco.
La relación del actor más conocida por el público fue con Elizabeth Hurley, la mujer que lo acompañó en su ascenso a la fama. La exmodelo, actriz y diseñadora estuvo en pareja con el actor durante 13 años. Juntos superaron el escándalo en el que se vio envuelto Grant cuando, en 1995, lo arrestaron por recibir sexo oral de una prostituta, en Los Ángeles. Después de su separación continuaron siendo amigos muy cercanos y el actor es el padrino del hijo de Hurley, Damian.
El secreto de la amistad irrompible entre Grant y Hurley tal vez tenga que ver con que los años en los que fueron pareja coincidieron con el período en el que el actor pasó de ser un buen intérprete de películas británicas y europeas a ser el rey de la comedia romántica de Hollywood. A pesar de tener notables trabajos anteriores como Maurice, la adaptación cinematográfica que James Ivory hizo de la novela de E.M. Foster, el mundo conoció a Grant en Cuatro bodas y un funeral, el film de 1994, escrito por Richard Curtis y dirigido por Mike Newell. Más bien, el mundo creyó conocerlo. El público y la industria del cine encasillaron al actor en el papel de héroe romántico, tan buen mozo y encantador como tímido, un poco confundido pero tierno. Ni el affaire Divine Brown pudo con esa imagen y Grant pasó los siguientes años repitiendo este tipo de personajes en películas como Sensatez y sentimientos y Un lugar llamado Notting Hill.
A principios de la década del 2000, un par de roles insinuaron que el actor podía ser tan atractivo, o más aún, interpretando a personajes un poco más peligrosos e igual de encantadores como Daniel Cleaver, en las primeras dos entregas de El diario de Bridget Jones; David, el arribista "maestro" de alta cultura que engaña a la nueva rica Tracey Ullman en Ladrones de medio pelo, de Woody Allen; y Will, el hombre inmaduro que protagoniza Un gran chico. Esto no le impidió dejar su marca como el Primer Ministro británico enamorado de su asistente en Realmente amor, otro papel con la marca de almíbar propia de Richard Curtis y una escena de baile triunfal que se ha convertido en antológica. Mientras tanto, la serie de comedias románticas escritas y dirigidas por Marc Lawrence le permitieron seguir dentro del género explorando cómo el amor puede hacer crecer a un hombre.
Después de un semiretiro, durante el cual le prestó la voz a un pirata en un par de películas animadas de Peter Lord (Wallace and Gromit), interpretó varios personajes en Cloud Atlas, de Tom Twyker y las hermanas Wachowski; e hizo de un espía del MI6 en El agente de CIPOL, de Guy Ritchie, Grant estuvo listo para regresar a los papeles protagónicos. Pero para que valiera la pena volver tenía que probar algo distinto a lo que había hecho antes.
Me verás volver
Stephen Frears fue clave en el renacimiento de la carrera de Grant. Primero, lo eligió para coprotagonizar Florence Foster Jenkins, nada menos que junto con la autoridad máxima de la actuación en cine, Meryl Streep. Luego, fue el director británico quien lo convenció de que actuar en televisión ya no significa un paso atrás para una estrella de cine y lo convocó para la miniserie A Very English Scandal. Su interpretación de Jeremy Thorpe, miembro del Parlamento y líder del Partido Liberal que fue juzgado en 1979 por conspirar para asesinar a su examante, con el fin de evitar que se revelara que era homosexual, sorprendió a gran parte del público y le valió nominaciones al Emmy y el Globo de Oro. La sorpresa fue mayor para aquellos que aún creían que Grant se parecía a los héroes románticos que lo hicieron famoso, como si esos trabajos fuesen más fáciles, y no lo creían capaz de componer otro tipo de personaje.
Para continuar con la racha de los personajes malvados, Grant ofreció en Paddigton 2 una actuación digna del Oscar y en un mundo más justo lo habría ganado, como némesis del osito peruano experto en preparar mermelada de naranja (cuya voz es la de Ben Whishaw, el mismo actor que interpretó al amante de Thorpe en A Very English Scandal). El papel de un famoso actor de teatro venido a menos, que se disfraza y encarna personajes tan diversos como un vagabundo y una monja para llevar a cabo sus planes malévolos, fue para Grant una invitación a su juego.
El regreso a las pantallas no fue la única actividad pública a la que el actor se dedicó en la última década. Grant se involucró activamente en la lucha para que se juzgue a Rupert Murdoch y su periódico, News of the World, por haber hackeado los teléfonos de más de 4000 personas, incluidos el propio actor y otras figuras públicas como miembros de la familia real británica, con el fin de conseguir información privada para publicarla.
Además de presentar una declaración en el juicio, Grant hizo trabajo de periodista de investigación cuando un evento fortuito le presentó la oportunidad de conseguir más información sobre las actividades de espionaje de News of the World. Cuando el actor tuvo un problema con su auto en una ruta en Gran Bretaña, Paul McMullan, un paparazzi que lo venía persiguiendo para tomarle fotos, paró y le ofreció llevarlo. En el camino, el hombre le contó que había trabajado en el periódico de Murdoch y ahondó sobre los hackeos a teléfonos y otras formas en las que habían espiado al actor, que incluyeron entrar sin permiso en su departamento, en la década del 90. Grant le agradeció la ayuda y el hombre lo invitó a ir un día a su pub. El actor cumplió con la visita, pero llevó un micrófono oculto y grabó las confesiones del exreportero de News of the World para luego volcarlas en una nota de su autoría para The New Statesman.
Tras el juicio, el actor recibió una compensación monetaria que donó a la organización Hacked Off, de la que es parte, cuyo objetivo es tener una prensa "libre y responsable". El activismo se ganó la voluntad de Grant, quien luego se involucró en una campaña anti Brexit y en la última elección llevó a candidatos de la oposición puerta por puerta en Londres para intentar juntar los votos necesarios para ganarle al actual Primer Ministro Boris Johnson.
Te involucraste de manera directa en la denuncias contra Rupert Murdoch por el escándalo del hackeo de teléfonos. ¿Cuál fue el disparador que te motivó a ir activamente contra esto?
Fue creciendo a través de los años. Tuvo que ver en parte con los abusos a gente muy vulnerable, personas cuyos hijos habían muerto en accidentes de tránsito o familiares de quienes habían muerto en guerras, cuya privacidad había sido violada. Eso siempre me pareció asqueroso. Pero, además, me revolvió el estómago la influencia que tienen en el gobierno los dueños de los diarios grandes en Gran Bretaña. Básicamente, manejan el gobierno: eligen al Primer Ministro y se pueden deshacer de él. Durante décadas, la primera prioridad de todos nuestros políticos, antes de pensar qué es bueno para el país, fue cómo le caerá algo a Rupert Murdoch o a Viscount Rothermere, que es la cabeza de otro grupo mediático grande, o cualquiera de los cuatro o cinco multimillonarios dueños de los periódicos. Eso me parece horrible.
¿Qué opinás de las discusiones actuales sobre las fake news y la amenaza que ellas implican para la democracia?
Es muy preocupante. No puedo dejar de pensar que si fuera posible desenchufar internet, el mundo sería un lugar mejor. Sobrevivimos bien antes de que existiera y pienso que nos está destruyendo. En especial, las redes sociales. Creo que son un verdadero veneno. Me interesan mucho los grandes ejecutivos o personas creativas de Silicon Valley que se hartaron y dicen "lo que estamos haciendo allá es realmente terrible, estamos haciendo adicta a la gente a algo que no mejora sus vidas y definitivamente no está mejorando la democracia". Me acuerdo de que uno de ellos dijo, hablando sobre la carrera entre la tecnología y la democracia, que la tecnología ya ganó hace muchos años.
Algunos famosos han hablado sobre cómo las redes sociales les permiten un mayor control sobre las narrativas de sus propias vidas y que los tabloides pierden cuando podés mirar directamente el perfil de Instagram de alguien. ¿Qué pensás sobre eso?
Toda la idea de Instagram, tengo que decirlo, me hace sentir náuseas. Muy reticentemente me saqué una cuenta de Twitter, pero fue específicamente para ayudar con la campaña en Londres sobre las regulaciones a la prensa. Nunca tuitié sobre mi vida ni sobre qué comí en el desayuno, ni siquiera para promocionar mis propias películas, ni nada de eso. Por alguna razón me resulta poco elegante.
Entiendo que estás muy involucrado activamente en política. ¿Pensaste en postularte para algún cargo público?
[Tras una larga pausa] Realmente me empecé a interesar mucho. Nunca antes de empezar esta campaña me había interesado en eso. Terminé aprendiendo mucho sobre cómo funciona la política en este país, pasé mucho tiempo con políticos y luego hice la serie para la BBC sobre Jeremy Thorpe [A Very English Scandal], que tuvo un gran escándalo. Puedo entender por qué la gente se hace adicta a la política. Es un fascinante juego de serpientes y escaleras, muy estimulante. Así que sí, vagamente cruzó por mi mente que en algún momento podría ser divertido postularme a un cargo público. Pero no sé [se ríe]. Creo que tenés que ser muy fuerte, porque el abuso que dirigen hacia vos si osás arriesgarte políticamente, ya sea proveniente de la derecha, de la izquierda o del medio, es increíble. Y no es difícil solo para uno mismo, sino también para tu gente cercana, que lo pasa muy mal.
¿Te parece interesante que al mismo tiempo en que te involucraste en una lucha contra "hombres malos" empezaste a interpretarlos en el cine y la televisión?
[Grant lanza una carcajada, que suena más fuerte y sincera que otras risas compartidas durante la entrevista] Sí, es un buen punto. Es extraño.
La pantalla grande y la de la tele nos han engañado: no conocemos realmente a Hugh Grant. Y gracias a eso nos sigue sorprendiendo.
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