Una de las mujeres más odiadas de Italia; tras un mediático juicio fue condenada a casi 30 años de prisión por el asesinato de su exmarido
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“Es mejor llorar en un Rolls-Royce que ser feliz en una bicicleta”. Patrizia Reggiani pronunció su frase más célebre en una entrevista televisiva cuando formaba parte de lo más alto de la élite italiana. Es tal vez la que mejor define la obsesión por el lujo y el glamour que la ha acompañado durante casi toda su vida.
Años después, la que se conoce como la “viuda negra de la moda” se convertiría en una de las mujeres más odiadas de Italia, tras un mediático juicio en el que fue condenada a casi 30 años de prisión por orquestar el asesinato de su exmarido a manos de un sicario en 1995.
Su exesposo no era otro que Maurizio Gucci, heredero del imperio de la moda Gucci, fundado por su abuelo, el prestigioso diseñador Guccio Gucci, en 1906.
El caso, que conmocionó a Italia y a la industria de la moda de la década de 1990, vuelve ahora al ojo mediático gracias a un filme dirigido por Ridley Scott y protagonizado por Lady Gaga.
La cantante y actriz encarna en el segundo rol principal de su carrera a Patrizia Reggiani en “House of Gucci” (“La casa Gucci”, en Latinoamérica), junto a un destacado elenco que incluye a Adam Driver, Al Pacino, Jared Leto, Salma Hayek y Jeremy Irons.
La película, basada en el libro homónimo de Sara Gay Forden, celebró el martes pasado su première en Londres y llegará a los cines de todo el mundo a partir del 25 de noviembre.
¿Pero cuál es la historia real de la mujer a la que da vida Lady Gaga y cómo se ganó el apodo de “viuda negra de la moda”?
Los inicios
Patrizia Reggiani nació en un pequeño pueblo italiano a las afueras de Milán, en el norte de Italia, el 2 de diciembre de 1948. No conoció a su padre biológico y su madre trabajaba como camarera.
Su situación humilde cambió cuando tenía 12 años y su madre se casó con Ferdinando Reggiani, un rico empresario de la industria del transporte.
Reggiani empezó a agasajar a su hija adoptiva con espléndidos regalos, como abrigos de piel o autos deportivos.
Poco a poco, la joven comenzó a ascender en la escala social y a relacionarse con las personas más influyentes de Milán... incluidos los Gucci.
En una fiesta en noviembre de 1970, conoció a Maurizio Gucci, con quien se casaría dos años más tarde y con quien tuvo dos hijas: Alessandra (en 1977) y Allegra (en 1981).
La ostentación rodeaba la vida del matrimonio: un ático enorme en la Quinta Avenida de Nueva York, una lujosa villa en México, un chalet de invierno en los Alpes o el yate de madera más grande del mundo (el Creole) eran algunas de sus propiedades.
Patrizia lucía trajes de Valentino y Chanel en eventos sociales. Las páginas de sociedad de la prensa italiana la apodaron la “Joan Collins de Monte Napoleone” (una calle elegante en Milán famosa por sus comercios de moda y joyas).
El padre de Maurizio, Rodolfo Gucci, nunca aprobó esa relación; consideraba que Patrizia era una “cazafortunas”, explica Sara Gay Forde en su novela.
El matrimonio comenzó a deteriorarse cuando, tras la repentina muerte del padre de Maurizio, este tomó el control de la compañía, y las aparentes presiones de Patrizia sobre cómo gestionar la marca crearon tensiones.
“Cuando era más joven, Maurizio buscó a Patrizia para que lo apoyara y para le diera la fuerza para enfrentarse a su padre. Pero a medida que ganó poder, se sintió oprimido por sus críticas”, escribe Forden. Eventualmente, la relación llegó a su fin.
Del amor al odio
En 1985, Maurizio dejó a Patrizia. Se fue de casa y nunca regresó.
Forden cuenta que, durante años, ella mantuvo la esperanza de regresar con él. Pero cuando Maurizio comenzó a salir con otras mujeres sus esperanzas se tornaron en amargura. En 1991 se divorciaron.
“Vio que todo lo que había tratado de lograr en la vida a través de Maurizio, toda la fama, el estatus y la riqueza, se le escapaba de las manos”, describió Forden.
En 1992, a Patrizia le diagnosticaron un tumor cerebral, que fue eliminado sin grandes consecuencias. Le pidió a su exmarido que se encargara de las niñas, pero él se negó, diciendo que el trabajo lo tenía muy ocupado.
Durante los siguientes tres años, Maurizio le dio a Patrizia una asignación mensual de US$100.000, pero le prohibió usar algunas de sus lujosas viviendas, en favor de su nueva pareja, Paola Franchi.
Forden cuenta que Patrizia juró destruir a su exmarido y que le dijo a varias personas, incluida su ama de llaves, que quería “verlo muerto”.
La propia Patrizia ha reconocido esas declaraciones.
El asesinato
A las 8:20 de la mañana del 27 de marzo de 1995, Maurizio Gucci, de 46 años, salió de su casa para ir a trabajar.
Unos 15 minutos después recibió cuatro disparos a las puertas de su oficina, situada en uno de los barrios más elegantes de Milán.
Fue asesinado por un asaltante, un hombre de cabello ondulado, según los reportes. Más adelante la policía establecería que se trató de un sicario.
Patrizia no tardó en mudarse a la vivienda de Maurizio Gucci en la lujosa calle Corso Venezia de Milán con sus dos hijas —entonces adolescentes— expulsando a Franchi.
Casi dos años después, el 31 de enero de 1997, dos autos de policía la arrestaron en la puerta de la casa.
Tranquila y serena, salió de la casa con relucientes joyas de oro y diamantes, un abrigo de visón que rozaba el suelo y un bolso de cuero de Gucci.
“Pensaba que podría evadir (la acusación por) el asesinato, que regresaría a casa en unas pocas horas”, explicó Forden. No fue así.
La policía milanesa tenía pruebas de que Patrizia había ordenado matar a su exmarido y había pagado a un sicario US$375.000 para cometer el crimen.
En junio 1998 fue juzgada por un tribunal de Milán. Su cabello corto y oscuro estaba despeinado. Vestía unos sencillos pantalones de algodón azul y un suéter de algodón sobre los hombros. Poco quedaba de aquella mujer ostentosa.
En noviembre de ese mismo año, Patrizia, junto a cuatro cómplices, fue declarada culpable del asesinato de Maurizio Gucci y condenada a 29 años de prisión.
El juicio tuvo una enorme repercusión mediática. fue entonces cuando pasó a conocerse como la “viuda negra de la moda”.
Las hijas de Patrizia —las verdaderas víctimas de la tragedia, según Forden— pidieron que la sentencia fuera anulada, alegando que su madre había quedado trastocada por el tumor cerebral que había sufrido, que podría haber afectado a su personalidad.
La sentencia no fue anulada, pero sí reducida a 26 años. Ante la perspectiva de pasar tantos años presa, trató de suicidarse, pero los guardias de la prisión la encontraron a tiempo, según reportó la prensa local en el año 2000.
Finalmente, Patrizia terminó cumpliendo 18 años de condena, y hasta rechazó el tercer grado que le ofrecieron en 2011. “Nunca he trabajado en mi vida y desde luego no voy a empezar ahora”, le dijo a su abogado, según The Guardian.
En 2016, salió de la cárcel con una sentencia acortada por “buen comportamiento”.
Según el diario The Telegraph, debido a un acuerdo firmado en 1993, Patrizia cobra más de US$1 millón al año de la herencia de Gucci. También recibe un pago atrasado de más de US$22 millones, que acumuló durante su estancia en prisión.
Desde su salida de la cárcel, Patrizia vive en Milán, donde ha sido vista (y fotografiada) en varias ocasiones con su loro-mascota sobre el hombro.
El pasado marzo la mujer, que hoy tiene 72 años, le dijo a la prensa italiana: “Estoy bastante molesta por el hecho de que Lady Gaga me interprete en la nueva película de Ridley Scott sin haber tenido la consideración y sensibilidad para venir a conocerme”.
También expresó su disgusto por no haber estado involucrada en el proyecto y aclaró que no va a recibir “ni un solo centavo de la película”.
“No es una cuestión económica, sino de sentido común y respeto”, agregó. Ella siempre ha negado ser la autora del asesinato.
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