Hombre de extremos
Alguna vez ejerció el periodismo. Por eso, el dramaturgo Gonzalo Demaría se anima a interrogarse a sí mismo. Y, de paso, se saca una foto
En una pausa en su trabajo creativo -su obra La Anticrista y las langostas contra los vírgenes encratitas estuvo en cartel hasta noviembre, adaptó el libro del musical Chicago al castellano y sacó hace no mucho la novela Las Pochoeaters -, Gonzalo Demaría se hace tiempo para desdoblarse y hacerse preguntas de lo más variadas. Y recorre desde sus creencias, sus antepasados antagónicos hasta sus lecturas eclécticas.
¿Qué me preguntaría si pudiera desdoblarme de verdad? (De paso: mis amigos dicen que pronuncio verdadd; así, reforzando la d final, lo que no sé si es virtudd o discapacidadd.)
Hablar del sentido de la vida, en mayúsculas, suena tan pedante como pronunciar exageradamente la d final de verdad. Si dejo el esoterismo de lado, diría que el sentido de la vida es, como leí alguna vez, morder un durazno bajo el sol. No voy a chequear la cita, pero creo que es de El péndulo de Foucault, de Umberto Eco.
Lo que me lleva a preguntarme sobre mis credos?
Creo en Dios, también en los vampiros. Si se me pidiera una prueba de la existencia del primero nombraría alguna de las cantatas de Bach. El Actus Tragicus , por ejemplo. Esa música no puede venir del intelecto, viene del alma. Y si probamos la existencia del alma, probamos la de Dios. Para demostrar la de los vampiros no me tengo que remontar a los bosques transilvanos. Acá nomás, en la Catedral de Buenos Aires, más exactamente en las habitaciones del perrero, que daban a la calle San Martín, se reunía en tiempos de Rosas el Club de los Vampiros. Cómo es que no se desintegraban bajo aquel techo sagrado es lo que no me explico.
Hablando de Rosas, ¿es cierto que iban a llamarme Juan Manuel?
Certissimo. Mi madre, rosista, quiso llamarme como el Restaurador. Ganó mi padre, antirrosista por tradición familiar. Una ironía, porque él descendía de los Ezcurra, como la mujer de Rosas. Otra puja genealógica se da porque del lado materno desciendo de un inquisidor y por el paterno de una familia de brujos: los Apecechea de Yanci, Navarra. Una de ellos, Mariana, fue procesada en 1610 por poseer un rebaño de sapos que vestía con ropa de felpa. Tenía 12 años, pero los jueces eran más infantiles que ella y no supieron que sólo estaba jugando.
¿No hay demasiado Lovecraft leído por acá?
Hay. Decía Esquilo, creo -otra cita que no voy a verificar- que el terror era una de las emociones más nobles. Pero en verdad leo de todo, vorazmente. ¿Lo primero? Qvo Vadis , siendo muy chico. Lo más reciente, el cómic Huevos de Toro , de Ralf König. Se ve mi eclecticismo, ¿no?
Se ve.
Un espacio experimental en busca de la entrevista soñada: el elegido se interroga y se fotografía
Producción: Fernando C. Nevares
Más leídas de Espectáculos
“Eternamente agradecido”. Gastón Pauls reveló el rol que cumplió Marcela Kloosterboer en su recuperación de las adicciones
Elogios, abrazos y un “piquito”. El celebrado reencuentro de Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, a 27 años del estreno de Titanic
Estalló todo. La reacción de la ex de Franco Colapinto tras las imágenes del piloto con la China Suárez