Hollywood, en Netflix: la historia real de Scotty Bowers, el proxeneta de los famosos en la época dorada del cine
El exitoso creador y productor de numerosas series televisivas Ryan Murphy volvió al ruedo estos días con el estreno de la miniserie Hollywood, en Netflix. En siete capítulos, cada episodio desnuda los entretelones y el lado oscuro de la meca del cine en su período de oro, tras la Segunda Guerra Mundial.
Los protagonistas de esta nueva entrega de Netflix oscilan entre los personajes reales -Rock Hudson, Vivien Leight, Hattie McDaniel- y los creados para la serie, pero en su mayoría basados en la vida real. Uno de ellos, interpretado por el actor Dylan McDermott, llamado Ernie West, estaría basado en una persona desconocida para el gran público de entonces pero que tuvo un rol preponderante en el lado oculto de Hollywood durante décadas, en especial en lo referente a la vida íntima de los famosos.
Se trata de Scotty Bowers, el hombre que proveía servicios sexuales a las estrellas más rutilantes de Hollywood. Lo hacía por sí mismo o, las más de las veces, a través de una selección de hombres y mujeres que trabajaban para él y que cumplían los deseos de actores y actrices. Especialmente de quienes, en público, debían mantener ocultas sus preferencias sexuales.
Eran tiempos en los que las figuras de la pantalla grande debían seguir estrictamente una "cláusula de moralidad" por la que se comprometían a mostrar -al menos a la luz pública- una imagen casta y familiar, que no daba lugar a extravíos sexuales de ningún tipo.
Así, dispusieron de sus servicios, en persona o a través de terceros (y terceras), celebridades como Katharine Hepburn, Antony Perkins, Cole Porter, Errol Flynn, Laurence Olivier y Montgomery Cliff, entre otros. Bowers, según se cuenta, también participó de tríos con parejas famosas y, habría sido el celestino que unió a Cary Grant con Rock Hudson.
Durante décadas, este personaje que vuelve a traer a la palestra la serie de Netflix, se caracterizó por una discreción hermética, con la que se había ganado la confianza de las estrellas cinematográficas. Pero esa confidencialidad se fue al garete cuando en 2012, un octogenario Bowers decidió contar todos estos secretos de alcoba en un libro cuyo título lo dice todo: Servicio completo; la secreta vida sexual de las estrellas de Hollywood.
Todo empezó en una estación de servicio
George Albert "Scotty" Bowers, que falleció a los 96 años en 2019 (y no tenía cáncer de pulmón, como Ernie), nació en 1923 y tuvo una infancia de granja en el estado norteamericano de Illinois. Sus biografías -y su descarnado libro- relatan que de adolescente, ya instalado en Chicago, comenzó a tener sus primeros contactos sexuales con hombres y muchos de ellos, religiosos.
Luego se reclutó en la marina estadounidense y participó en la Segunda Guerra Mundial de los combates en el Pacífico, como la batalla de Iwo Jima. De regreso en los Estados Unidos, en 1946, el marine que sería futuro proxeneta de los famosos se dirigió a Hollywood, donde comenzó a trabajar en una estación de servicio Richfield (Golden Tip, en la serie). Muy cerca de los estudios Paramount. En la vida real, cuando llegó a la gasolinera, Scotty era mucho más joven que el Ernie de la serie.
Poco tiempo más tarde, un famoso que llegó con su cupé Lincoln de dos puertas a la estación de servicio en la que trabajaba Bowers, le iba a cambiar la vida para siempre. Era Walter Pidgeon, la estrella de la obra maestra de John Ford Qué verde era mi valle, que al ver a Scotty le propuso llevarlo en su auto a un lugar privado para tener un encuentro íntimo. Por aquel encuentro sexual el joven playero de la estación de servicio recibió unos 20 dólares.
Aparentemente, Pigdeon habló muy bien de los servicios de Scotty y pronto, al correrse la voz, otras estrellas comenzaron a solicitar encuentros con aquel exmarine de 23 años, rubio, de ojos celestes y sonrisa cautivante. Al poco tiempo, Bowers convirtió la gasolinera en la base de operaciones para coordinar y ejecutar sus encuentros sexuales.
El negocio crece
Pero cuando ya el cuerpo no resistía las solicitudes de una clientela cada vez más numerosa, Bowers comenzó a contratar gente. Primero otros empleados de la estación de servicio. Más tarde, hombres y mujeres dispuestos a satisfacer los deseos, sencillos o exóticos, de la gente de Hollywood.
"Llegué a presentarle a más de ciento cincuenta mujeres. A la mayoría solo las veía una vez y se cansaba de ellas", cuenta el propio Bowers sobre nada menos que la megaestrella Katharine Hepburn, que a la vista del público, mantenía un sólido romance con otra celebridad, Spencer Tracy. Pero el madamo de Hollywood esta historia de amor no existía. "Que yo sepa, su relación con Spencer Tracy fue un cuento de hadas inexistente que los agentes y los asesores de imagen habían urdido para ocultar su lesbianismo (el de Hepburn)", escribió Bowers en su libro.
También surge del explosivo libro de Bowers que él estuvo con Cary Grant, a quien "emparejó" luego con un joven Rock Hudson, en tiempos en los que ambos actores debían mantener para el público el rol de galanes recios para ilusionar a la platea femenina de entonces. Eran épocas donde la imagen familiar, de hombres casados y padres de familia, podía decidir la obtención de un papel protagónico en alguna superpreducción cinematográfica. La ficción de la pantalla debía continuar en la vida real. Para romper esa inercia, estaban Bowers y su gente.
Además de estrellas individuales, había varias parejas que requerían los servicios de Scotty. A Laurence Olivier y Vivien Leigh les conseguía hombres, por separado. Él mismo participaba de tríos. Varias veces los hizo con Bette Davis. Y hubo también uno con Lana Turner y Ava Gardner en la casa de Frank Sinatra -pareja de Gardner- en Palm Springs.
Errol Flynn, Charles Laughton, Montgomery Cliff, Tyrone Power fueron algunos de los actores que obtuvieron los servicios de Bowers, que aseguraba que no cobraba por ellos, aunque algunos de sus biógrafos duden de la veracidad de ese dato. También tuvo sexo con Edgar Hoover el primer director del FBI.
El fin de una era
Esta doble vida hollywoodesca de mostrar una cara pública de acuerdo a una supuesta "moral" y ocultar otra privada "pecaminosa" culminó, posiblemente, con la muerte de Rock Hudson en 1985. El actor fue la primera víctima famosa del HIV y puso sobre el tapete la necesidad de terminar con la impostura de mantener ocultas las verdadera vida sexual de los astros cinematográficos.
También fue un antes un después para Bowers y su negocio, que llegó a declarar: "El sida lo cambió todo. Yo no quería juntar a gente y que se contagiase". Para ese entonces, ya tenía más de 60 años. Una buena edad para pensar en retirarse.
Un tiempo después de la publicación de su libro, Bowers fue protagonista, en 2017, de un documental realizado por Matt Tyrnauer llamado Scotty y la historia secreta de Hollywood. Allí, Scotty intenta una justificación de la revelación de las vidas secretas de los famosos que realizó en su libro. Señaló que eso sirvió para detener "el sistema de esclavización moral de Hollywood", que controlaba las carreras de los actores y directores, así como también sus propias vidas.
Tyrnauer ensayó también, en la presentación del documental, una explicación a modo de resarcimiento sobre la actividad de Bowers: "Las estrellas sufrían una persecución, acudían a Scotty porque pagar a prostitutos era su única opción para ser libres. Todavía más duro era para personas como Cary Grant o Katharine Hepburn, empaquetados por los estudios para dar la imagen más heterosexual posible".
Scotty Bowers fue, a su manera, el facilitador de una válvula de escape para quienes, aún siendo ricos y famosos, necesitaban huir -al menos por un rato- de las imposturas que los agobiaban en la época de oro de la meca del cine. Imposturas que hoy muestra en una saga de siete episodios la miniserie Hollywood.
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