“Tengo un solo disco de 10 canciones, así que voy a tocar algunos temas viejos y otros que todavía no grabé”, dijo el ex One Direction en su primer show solista en la ciudad
“Gracias por haber venido”, dijo Harry Styles vestido con un traje Givenchy a rayas plateadas y negras, a poco de haber empezado su primer show como solista en el país, después de su visita junto a One Direction en 2014. “Tengo un solo disco de 10 canciones, así que sepan que voy a tocar algunos temas viejos y otros que todavía no grabé”. Y así fue como 15.000 adolescentes terminaron cantando a los gritos “The Chain”, un clásico de Fleetwood Mac, el miércoles por la noche en el DirecTV Arena.
Pero para el público no fue una sorpresa. Los fans se sabían el show de memoria: no solo las letras, sino también con qué canción se acomodaban los instrumentos sobre el escenario (“Bohemian Rapsody”), en qué parte había que callarse para dejarlo cantar en silencio (“From the Dining Table”) y en qué otras estaba bien hacer mucho ruido (todas las demás).
El set empezó con cinco canciones de su debut solista, que salió hace apenas un año. Abrió con el más stone de todos, “Only Angel”, y se movió por el escenario tirando besos. Después de la sensual “Woman”, se calzó la guitarra y no se la sacó hasta el final. Pegó dos baladas al hilo, “Ever Since New York” y “Two Ghosts", levantó con “Carolina” y volvió a bajar con una que escribió para Ariana Grande, “Just a Little Bit of Your Heart”.
Mientras algunos de sus ex compañeros de banda escriben canciones pidiendo que no los relacionen más con One Direction, Harry lleva la bandera con amor. “Esta es la canción que más quiero cantar con ustedes”, dijo antes de tocar una versión del hit que los hizo famosos “What Makes You Beautiful”. Esta vez, no corrió por el escenario en jeans rotos como había hecho en el estadio de Vélez hace cuatro años, sino con una guitarra eléctrica colgada, mientras la base recordaba a “Louie Louie”, la balada jamaiquina que reversionaron The Kingsmen y The Kinks, entre otros.
“Voy a decir algo que no digo nunca: hasta ahora, son los mejores”, dijo promediando el show, y el estadio enloqueció. Demagogia aparte, más tarde tweeteó que Buenos Aires le “voló la cabeza”, algo que no hizo en ninguna de las otras 30 ciudades que visitó en lo que va del tour.
Antes de irse, avisó que había que bailar durante cinco minutos seguidos como condición para que volviera a visitar el país pronto. Se sacó la guitarra y arrancó “Kiwi”, la canción que es como un cuento en el que una chica le dice a los gritos: “Voy a tener un hijo tuyo y no me importa lo que opines”. Un himno que va bastante bien con las banderas del arcoíris LGTBIQ que se veían en cada centímetro del estadio y los carteles que decían: “Gracias por mostrarnos que podemos ser lo que queremos ser”.
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