En la pantalla gigante, a modo de telón de fondo, giran las imágenes de los singles más exitosos de Hall & Oates, son muchos y la mayoría ya tienen la categoría de clásicos atemporales; vienen de la era del vinilo cuando la gente compraba discos y los utilizaba como plataformas de fantasía. El ruido de una interferencia radial completa la escena para entender cómo una banda que lanzó su último hit en 1984 llenó el Luna Park en su primera visita al país. El dúo de Filadelfia nunca dejó de sonar en las FM de soft-music, esas radios que tanto desprecia la intelligentisia del rock, como si tuviera un blindaje contra las modas pasajeras y el paso del tiempo. Más allá de auspicios y otras bondades del marketing, algo de esa pasión quedó reflejada en un show disfrutable de principio a fin gracias a una banda tan viva como las proezas vocales de Daryl Hall, la precisión pop de crear un homenaje permanente a Tamla Motown o la entrega para brindar una de las mejores exhibiciones del llamado blue eyed soul que se hayan visto y escuchado por estos tierras.
Como en toda ceremonia memoriosa desfilaron todos los hits: el arranque pop con "Maneater" y la seguidilla a tres guitarras de "Family Man", "Out of Touch" y "Method of Modern Love" revelaron la dinámica del show. En cada intervención Hall tiene el control mientras intenta dominar la acústica endemoniada del palacio de los deportes, hace señas al sonidista o se acomoda el pelo. Da igual, hay swing en cada movimiento. A su izquierda, Oates parece un integrante más de la banda, e incluso por debajo de los momentos protagónicos del veterano saxofonista Charles De Chant o las intervenciones en guitarras de Shane Theriot. Su instante fugaz llega con el clásico romántico de los Righteous Brothers ("You’ve Lost That Lovin’ Feeling"). En la nómina de diamantes escondidos dentro de un setlist imbatible surgen "Is It a Star" de una sofisticación melódica cercana a la órbita del mejor Steely Dan, o la preciosa versión de "She’s Gone" en donde es posible asimilar porque el dúo subió al escenario del Teatro Apollo de Harlem para dejar un registro en vivo notable, y ampliar aún más la ley no escrita que en ese templo de black-music no tocan blanquitos salvo muy escasas excepciones.
Al piano, Hall campeó un error con total naturalidad y dio marcha atrás para comenzar de nuevo su canción de amor dedicada a Sara Allen ("Sara Smile"), esposa del músico hasta 2001 y letrista de muchos clásicos del dúo. En el sprint final la contagiosa base electrónica de "I Can’t Go For That (No Can Do)") actualiza la vigencia del H&O como una nave madre para tantos samples, casi como la escuela percusiva que inventó Daryl Hall en los teclados para establecer la métrica de las canciones de despedida con el rubio conduciendo mejores composiciones: "Rich Girl", Kiss on My List", "Private Eyes" y "You Make Me My Dreams", un collar de perlas propiedad de los pioneros en combinar soul, pop y rock al sólo efecto de encontrar la canción perfecta.
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