El dj más controvertido de venezuela se confiesa 40 años más tarde. Arturo Escalante habla de sus aventuras con rockstars legendarios y de la publicación de su libro actual.
Alfredo escalante es un rebelde con causa. hoy en dia lo entienden mas que hace 20 años. El mantiene esa voz elegante, pausada, reflexiva, que a ratos lanza petardos verbales e inquietantes razonamientos cuando explica su posición. Generalmente tiene algo que decir de la política, la música, la vida. No es el personaje que se deja llevar por lo que pasa en su entorno, parece un salmón que intenta ir contra la corriente. Es el mismo Alfredo que presenta, sin exaltación alguna, Sepultura, Slayer, System of a Down, Zeppelin, Carl Perkins y Tool en su programa radial La música que sacudió al mundo. Es conocido por ser poseedor de cantidades de información y por transmitirla claramente. Su ya acuñada frase: "que las estrellas te guíen", ha sido expresión latente de quienes descubrimos el rock en manos de este "Duende azul" –apodo que le fue concebido desde sus días en Radio Capital, cuando tenía el horario de las 10:00 pm–. "[Yo] decía que de El Avila [una montaña que rodea a Caracas] bajaban muchos duendes y que por favor tuvieran cuidado de no pisarlos. La gente pensaba que eran vendedores de drogas, pero era una figura poética", explica Escalante mismo. Además, para reafirmar el porqué de su apodo, me cuenta que en 1982, en un concierto de Arkángel en el Poliedro de Caracas, lo metieron preso y que se le desapareció de las manos a la ley, como un duende.
Hace más de 40 años que Alfredo Escalante anda en la televisión, en la radio y hasta en el oficio de dj. Recientemente editó un libro en el que expone su visión de la música en Venezuela. No incluyó nada de cronología exhaustiva o textos históricos, en vez, entregó el relato de un personaje que convivió con los cambios de época, alguien que vio de cerca el Rock&Roll, el country, la psicodelia, la era hippie, el punk y el heavy metal. Hoy en día aprende de las corrientes más nuevas –el grunge, el disco rock, el neopunk, neometal– y lo junta todo bajo el título: Cuarenta años haciendo daño.
"Hoy estoy, más que nunca, comprometido conmigo mismo. Primero con mis hijos, con ustedes…con la gente, con la música, en este bello país, evocando cuando éramos felices y no lo sabíamos", relata Alfredo en la introducción de su libro, uno de los tantos legados que nos deja, aunque prefiera que lo recuerden por otras cosas como: "los programas que nunca grabé, aquellos que la gente tiene grabados, [eso es] aceptación del público".
Ahora pasa sus días junto a Jheri, "la mujer que me acompaña en este momento", y que es, según él, lo mejor que le pudo pasar.
Fue mas o menos en 1969 cuando Alfredo se inició como musicalizador de programas y luego como dj. Adicionalmente hacía de presentador en lo que por entonces se conoció como "matinés" o "happenings", los domingos en la tarde. Aún se le ve introduciendo bandas en conciertos como, por ejemplo, durante la reciente visita de Mago de Oz a Venezuela.
A comienzos de los setenta empieza en Radio Impacto 1260 am con el programa Happening 70 –franja en la que hizo una transmisión simulada del Festival de Woodstock–. Su pantomima en vivo fue tan atinada que, hasta la fecha, hay mucha gente convencida de que Escalante estuvo presente. "Si Orson Wells pudo hacer cosas como esas ¿por qué nosotros no podíamos imaginar una aventura como esa?", recuerda Escalante.
Y es gracias a estas innovaciones, y a su locución en la Emisora Cultural de Caracas, 97.7fm, que los venezolanos lo consideran como uno de los más notables pioneros de la radio fm.
En la bonanza petrolera de los 80 dio sus pretenciosos y comentados pasos como promotor del rock venezolano. Apadrinó a LSD, Memphis, Bacro, Way, La Misma Gente, Témpano, Resistencia, Aditus, Farenheit y Arkángel, dando paso al desaparecido Movimiento Rock Nacional. Pero no todo es paradisiaco con Escalante. El vocalista de Arkángel, Paul Gilman, –abiertamente comprometido con la "revolución" chavista–, personaje influyente en el heavy metal de los 80 y de quien Alfredo solía tener la más grande estima, al punto de adoptarlo como su hijo putativo, ha entrado en conflicto con su padrino. Ha habido una ruptura ideológica entre ambos personajes, dando lugar a fuertes confrontaciones. "Uno nunca puede negar a su hijo, así te salga mongólico", dice Alfredo en su libro mientras explica los inicios de esta verborrea pública que aún está en boca de los venezolanos.
Desde hace ocho años trabaja en la emisora de radio caraqueña 92.9 fm, con el programa La música que sacudió y sacude al mundo y recientemente ingresó como corresponsal de la revista española Heavy Rock, gracias a la invitación que le hizo el legendario locutor español Mariscal Romero, con quien, por cierto, está haciendo algunos micros.
Aunque el tiempo ha hecho pensar que Alfredo es un ser subversivo, en la actualidad lleva una vida mucho más relajada. Discutir con Alfredo es tener una conversación estimulante; es interactuar con un personaje que ha mantenido sus ideales y que muestra, tajantemente, la honestidad que lo sostiene. Es un pilar fundamental de la radio venezolana que no transitó los mismos recovecos que sus contemporáneos y prefirió mantenerse fiel a sus creencias. Es una leyenda ambulante, aunque no goce de la parafernalia mediática de sus demás colegas, que vieron en el mainstream una opción válida.
El "Duende Azul", personaje que no se quita sus lentes oscuros, lanza petardos en su libro: cuenta por qué Sting es un "mono blanco", cómo el haber tenido a una banda inglesa en su programa era como si se tratase de un Jools Holland criollo, algunas curiosidades de su encuentro con Freddy Mercury y por qué Robert Plant lo llamó "maestro".
Escalante siempre tiene una comparación para todo. Sus conversaciones se remontan a historias recurrentes y analizan la actualidad. No es de extrañar en un personaje que nació mucho antes que el Rock&Roll se gestara. "Antes se escuchaba Pedro Infante, no es que me gustara del todo, a mí me encantaba Glen Miller, por ejemplo. Lo folklórico era lo que me llamaba la atención. Estaba Rosario, yo daba serenatas con un cuatro, escribía cosas así. Los primeros grupos mexicanos que llegaban era lo que se escuchaba también, hasta que llegó Elvis Presley".
Gracias a su hermano, Cappy Doncella, –la persona que más admira y otra leyenda de la locución–, dio esos primeros pasos en la difusión del rock en Venezuela para quedar, por siempre, adherido a las ondas del Rock&Roll. Alfredo dice que su relación con el rock le ha dado mucha satisfacción y que entre ambos se han querido y dañado. "Le he dado mucho al rock y siento que él me ha dado mucho, con conciencia y sin arrepentimiento. Me hubiese querido dar más y al parecer lo proyecté en un lugar equivocado", reflexiona Escalante pensando en la luminaria estrella de la locución que pudo ser en un país donde el rock es, muchas veces, más un negocio.
Estamos en la cabina de 92.9 fm, emisora que transmite su programa cada domingo. Alfredo me ha invitado para presenciar su transmisión de un especial sobre Pearl Jam. Mientras describe a la banda –no es que no la conozca, "sencillamente conviví poco con el grunge, salvo lo más estridente y pesado que me iba llegando", dice– inevitablemente hace referencias a Kiss, Hendrix, Springsteen, Dylan, Ramones, una amplia variedad de bandas que conformaron su propia trayectoria musical. "Yo no tengo épocas, soy una persona de etapas", se apresura Alfredo para dejar claro que no está pegado al pasado y que se va alimentando de la vida a medida que van evolucionando las cosas. "En este momento me siento partícipe de lo que está pasando. Le apuesto a grupos juveniles, pienso que hay que darle la batuta a alguien. Me falta enseñar un poco más y aprender más. Ahora dejo que la gente me enseñe y participe. Me he dado cuenta de que las cosas que me criticaban ahora se ven más transparentes. No hay generación de relevo en lo que yo hago, creo en la radio como «instrumento del poeta», como decía Rimbaud, y ahora los locutores sólo saben burlarse".
Cuentan sus allegados que Alfredo solía ser difícil, hasta egocéntrico. En su libro se pueden leer historias de cómo se enfrentaba a los gerentes de las emisoras con el fin de sobresalir e imponerse. "Me parecía una ladilla calarme a los ejecutivos por interés. Disfruto de mi ibertad y con lo que soy". Se puede percibir cómo Escalante intentaba, más allá de sus esfuerzos para fomentar un movimiento, cultivar la idea de ser, él mismo, el eje principal de la aventura. Cuando le pregunto al respecto lo admite y responde con un cortante "sí". A estas alturas lo asimila y se defiende. "Antes creía que el mundo giraba entorno a mí, me he dado cuenta de que no es así, hay otros mundos y estoy aprendiendo eso. Aunque mi mundo es más arrecho " –término informal venezolano que significa el mejor de todos–.
El sello particular de Alfredo, sin duda alguna, son sus gafas de sol, sea de día o de noche. Mucha gente especuló que las usaba porque el ácido que consumió le había comido los ojos y por eso lo usaba. "Es para cubrirme los ojos. Los ojos son una ventana, la gente trata de escudriñar para buscar más allá y por eso me protejo", deja claro Alfredo. "Me gusta que me conozcan, no que me hurguen. No creo en el público como masa sino como individuo".
Personajes contemporáneos de Alfredo, como Napoleón Bravo, Ivan Loscher, Plácido Garrido, entre otros, en la actualidad gozan de un reconocimiento masivo, son leyendas que junto a Escalante fomentaron los primeros programas de rock de la radio venezolana, algunos hacen voces
para canales internacionales, han incursionado en la palestra política o han sabido convivir con la cuota de patrocinantes que les asegura buenos ingresos mensuales sin pretender cambiar los formatos de la radio de programación impuesta.
Cuarenta años haciendo daño [Alter Libris/ Fundación Festival Nuevas Bandas, 2005], es el libro que acaba de editar Alfredo ayudado por el periodista José Tomás Angola. "Surge como una respuesta a las Crónicas del Rock fabricado acá de Felix Allueva, donde me mencionaban como parte de la historia pero muy esporádicamente, así que le dije a Félix un día que no estaba de acuerdo con ciertas cosas, me dijo que escribiera uno y lo hice. Haciendo daño en el mejor sentido de la palabra. La frase surge cuando Sergio Márquez, quien introduce el libro me dice: «Alfredo, tú has hecho mucho daño con tu música»", dice Escalante.
"En esos años, carentes de internet y canales de cable, el acceso a la información planetaria no era, ni remotamente, cercano al actual. He allí mi deuda. Alfredo, como buen médium, a través de sus programas radiales facilitó mi contacto con otros mundos, con otras músicas y, sobre todo, creó la magia para que las estrellas me guiaran hasta otro amanecer. Sin esos programas construidos por la imaginación de Alfredo, posiblemente la Fundación Nuevas Bandas no existiría", escribe el Félix Allueva, presidente de esa institución, en la primera página del libro.
La cosa no se queda allí y adelante hay una segunda parte esperando ser editada. "Es el lado oscuro, éste que se editó es muy light. Hay una cantidad de anécdotas, sobre todo la de los conciertos con Arkángel, la gira Escalofrío, la experiencias vividas entre golpes de Estado, las guarimbas –protestas que las personas realizan en sus propias urbanizaciones de forma coordinada y simultánea, trancando las vías de acceso con cauchos quemados, bolsas de basura y barricadas; a veces las extienden hacia autopistas y avenidas cercanas–, los paros, todo eso tiene lo suyo", apunta Escalante.
Hace años que desea publicar un libro de poemas. "Siempre tuve la intención, tenía hasta un título: Poemas de un alucinado a la luna, pero nunca se dio porque pensé que nadie estaba interesado. Estoy reuniendo «poesikas» –poesías psicodélicas o de expansión mental–, que espero vean la luz ".
Cuarenta años haciendo daño relata cómo Alfredo vivió el desarrollo del rock desde el punto de vista de un personaje a ratos inconforme, petulante, rebelde y honesto. Desnuda sus vivencias con personajes claves del rock internacional. "Robert Plant me dijo master de una manera despectiva, como quien lo dice ladillado", agrega Alfredo. "Con David Lee Roth pasó algo curioso y es que lo querían matar. Los fisicoculturistas que fungían como guardaespaldas en los conciertos me dicen «¿qué tal si matamos a David Lee?». Les dije que no, ¿cómo iban hacer eso? y David se reía del comentario. Es una persona muy gentil. El caso de Freddie Mercury fue muy normal porque sólo quería ir a bares gays a buscar hombres de color para sus aventuras y yo no iba a participar en eso".
La salida de este libro de alguna manera reconoce su labor y le devuelve esa vigencia que el tiempo quiso construir. "El libro me ha dado muchas satisfacciones, me conoce el doble de gente. Me he dado cuenta de que ahora hay más gente hipócrita que antes, otros sienten que no se los haya firmado".
Durante los relatos del libro, Alfredo parece iracundo y transgresor. Escalante no falla en sus locuras. "Yo siempre pensé que era un extraterrestre hasta que me bajaron a puñetazos y ahora la gente no me cree que soy terrícola".
Mientras conversa se le ve indeciso a la hora de emitir recomendaciones a las generaciones venideras. "No soy quién para dar consejos. Yo nunca quise llegar a esta edad, te sientes como en el limbo. No me quejo del todo, pienso que uno debe morir cuando es el momento. Hace 20 o 30 años de repente sentía que la vida te cobraba cosas y de un día para otro ves que no es así y que la vida es buena. Luego viene la muerte que es lo único que no conocemos; además creo que no lo he visto ni vivido todo... todavía me falta ver Riders of the Storm –la reunión de The Doors–, nunca vi a Dylan, nunca vi a los Beatles".
Sin embargo, se toma el tiempo de reflexionar y las palabras le salen solas. Decide que lo mejor que puede aconsejar es: "no al pasado, no al presente, sí al futuro y que las estrellas nos guíen siempre".
Por William Padron