Hace 25 años fallecía el gran Pablo Casals
Aniversario: a los 97 años moría uno de los más grandes artistas del siglo XX y un músico que popularizó el violonchelo.
Uno de los más célebres virtuosos del violonchelo, Pablo Casals (1876-1973), murió el 22 de octubre de 1973, con 97 años de una existencia fascinante, en una clínica de Puerto Rico. Un día antes, estando consciente y enterado de la iniciación de la guerra de Yom Kippur, dictó una carta de apoyo a Golda Meir. Luego llegó su agitación final. La emisora local de radio emitía boletines sobre el estado del maestro, que fiel a su aversión a la internación tuvo una patética lucha para desconectarse de los tubos y del goteo de suero. Hizo una embolia grave y perdió el conocimiento.
Sus íntimos amigos Alexander Schneider y Egene Istomin, dos músicos notables, le colocaron auriculares y tocaron una obra de Juan Sebastián Bach. De esa única manera se logró tranquilizar a ese hombre de fuerte constitución física y de línea de conducta intachable y ejemplar.
Si bien es cierto que revolucionó todas las técnicas de ejecución del violonchelo, transformándolo en un instrumento popular, por sus condiciones artísticas fue una de las mayores personalidades del siglo, habiendo ejecutado conciertos especiales para la reina Victoria y John F. Keneddy; fue quien como nadie convirtió sus principios artísticos en una fuerza arrolladora de política y de moral más amplia.
Pablo Casals protestó contra la complicidad occidental con el fascismo, silenció su instrumento durante un largo período de su vida, convirtiéndose en un símbolo viviente de la libertad y un luchador por la paz.
Por su propia voluntad abandonó su tierra natal y juró no volver a ella hasta que España fuera liberada de Francisco Franco y entrara en un sistema democrático y su Cataluña llegase a ser un territorio autónomo con administración propia. Estas manifestaciones de deseo tardaron cuatro años en cumplirse.
Después de la muerte de Franco, la viuda del artista y algunos de sus amigos acompañaron el féretro en su viaje a España. Al día siguiente, el cuerpo quedó expuesto en el Palacio de la Generalitat, en Barcelona, el 10 de noviembre se celebró una misa en la abadía de Montserrat y esa misma tarde los restos de Casals se unieron a otros miembros de su familia en el cementerio de El Vendrell.
Las palabras remitidas en un telegrama por Mtislav Rostropovich, dirigidas a Marta Casals de Istomin, decían: "Este es uno de los momentos más emocionantes de mi vida, cuando el cuerpo del mayor artista del siglo XX encuentra finalmente la paz en la tierra que tanto amó y que tanto sufrimiento le causó en vida... Este acto humano y simbólico me resulta especialmente entrañable, pues yo, quizá mejor que otros, sé muy bien lo que significa estar privado del propio país..."
Su inmortal grandeza de músico y su música, más allá de todas las debilidades del ser humano, garantizan su eternidad.