Bajofondo emprende un viaje a la psicodelia de los setenta
La música eléctrica será en conjunción con la negra". La voz de Gustavo Santaolalla trae al presente la profecía escrita por Florencio Parravicini en 1936. Esta suerte de Nostradamus argentino de comienzos del siglo veinte funcionó como inspiración y guía del nuevo disco de Bajofondo bautizado Aura. El título con un doble juego de sentidos -la voz criolla de ¡Aura! y la irradiación luminosa inmaterial que rodea a los seres humanos- sirve como metáfora de un álbum que funciona como un traspaso a otro umbral sónico mucho más psicodélico.
Pasaron seis años desde la edición de su último disco Presente. El nuevo material está impregnado del rayo misterioso de Parravicini. Con ese tótem esotérico y una larga lista de referencias del flower power de los setenta, el grupo integrado por Gustavo Santaolalla, Luciano Supervielle, Javier Casalla, Martín Ferrés, Adrián Sosa, Gabriel Casacuberta y Juan Campodónico, se lanzó a improvisar en intensas sesiones en Montevideo, a partir de las ideas que aportaron cada uno de los integrantes y que se fueron desarrollando en esa convivencia de varios días.
Las bases de esas improvisaciones le dieron el carácter fundante a estas trece composiciones que definen un "aura" rioplatense donde conviven el beat criollo, las orquestaciones creadas por el arreglador Alejandro Terán (el octavo Bajofondo) y un magma eléctrico que funde todas esas capas tectónicas que habitan en el grupo: guitarras eléctricas, bandoneón con pedales, sintetizadores, cuerdas, ronroco, batería, bajo, violín, órgano hammond y hasta pinkullos y derbakes, entre otros instrumentos.
La música de Bajofondo se deja atravesar no solo por la cuerda de tambores Cuaremín 1080 en un tema emblema del nuevo disco como "Solari Yacumenza", sino que las composiciones instrumentales apuntan a un viaje por el valle interior de la psicodelia en creaciones como "Flor de piel" o "A las siete". El sonido tanguero aparece estilizado en las melodías hipnóticas de canciones como "Espiral" y "Absente", que podrían funcionar como tracks ocultos de Piano bar de Charly García.
Mientras que "Trapecista" los devuelve al espacio de la pista de baile universal. Una de las postales más explosivas del disco -entre los riffs rockeros, la doble batería y los giros tangueros- aparece en "A tiempo", una obra con una carga lisérgica que gravita alrededor de la energía del presente que aporta la banda mendocina Ud Señálemelo. Otro de los poderosos tracks del disco es "Caminé", donde la voz de Santaolalla suena con una convicción arrabalera y de estrella pop que lo convierte en un potencial hit.
Bajofondo crea su propia psicodelia latinoamericana con trazos folclóricos en "Clueca la cueca" y links a las culturas originarias y el uso de sus plantas sagradas en "Virgen del sol", una canción que parece una continuidad de Arco Iris. El viaje surreal finaliza con "Bailarín", un track montado sobre un groove tanguero en espiral que ayuda a crear un efecto envolvente. A esa altura Aura ya no es un disco, sino un portal a otra dimensión musical.
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