Gintoli dio una lección de música de cámara
Apertura Temporada de conciertos 2017 Intérpretes Argentinos del Colón / Conjunto Estación Buenos Aires: Nicolás Favero y Gabriela, Pablo Sangiorgio y Martín Fava (violines); Ricardo Bugallo y Elizabeth Ridolfi (violas), Siro Bellisomi (chelo), Oscar Carnero (contrabajo), Manuel De Olaso (clavecín) / Director-fundador y violín solista: Rafael Gintoli / Programa: Las cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi; y Las cuatro estaciones porteñas, de Ástor Piazzolla (1921-1992) / Nuestra opinión: excelente
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Inmensa alegría espiritual, verdadero privilegio para los mejores oídos y magnífico acierto en la programación de conciertos del Teatro Colón de este año deparó la elección del eminente violinista Rafael Gintoli para inaugurar, junto a su grupo de cámara Estación Buenos Aires, la temporada anual de conciertos Intérpretes Argentinos en su sala mayor.
Es que se han dado aquí gratificantes confluencias. Ambas obras del programa llevan el título Las estaciones: una, de la música clásica del Barroco italiano: Antonio Vivaldi; la otra, de Ástor Piazzolla. Un maravilloso mago del violín de la música "erudita", reconocido en el mundo desde que fue concertino, en Italia, en la orquesta Alla Scala de Milán durante doce años; en el teatro La Fenice de Venecia, en Bolzano..., solista en orquestas europeas: Hamburgo, La Haya, Berna... con conciertos que son paradigmas universales: Mendelssohn, Beethoven, Chaikovski, Bruch; impartiendo clases magistrales en Lucerna, y desde hace muchos años concertino en la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto; que había formado un trío para el tango, con Marconi y Navarro, y en diversos grupos de cámara...
Que un músico genial cultive un bajísimo perfil en busca de la excelencia; que su asombrosa técnica trascienda todo virtuosismo para hundirse en los secretos de ambos géneros musicales y ensanchar así su horizonte estético insólito y prodigioso para asumirlo con total autoridad.
Que las entradas para el Colón se hubiesen agotado el jueves último; que el domingo la doble cola que rodeó el teatro exigiera que se "diera sala" a las 10 de la mañana; que la mayoría del público que casi colmó su capacidad fuesen adolescentes y jóvenes, más que elocuente es reconfortante.
Vivaldi resucitó entre nosotros a mediados del siglo pasado. Y lo escuchamos hasta la saturación. Poco importa si escribió más de 400 o 500 obras; o si su popularidad fue apabullante (aunque esto no garantice genialidad). Inútil será adivinar si ambas obras son o no programáticas o descriptivas de la naturaleza.
Lo que sí importa es concluir que Rafael Gintoli iluminó, junto a las nueve cuerdas de su juvenil Estación Buenos Aires, la sencillez de la música de Vivaldi para transfigurarla y otorgarle trascendencia; y que reescribió, como en un palimpsesto, las Estaciones porteñas de Piazzolla transfigurándolas, sin vanos énfasis y con total reconditez, en la mejor música de cámara.ß René Vargas Vera
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