Gelber volvió a lucirse
Recital del pianista Bruno Gelber, con auspicio de Novartis Argentina S.A., en el Teatro Colón
Bruno Gelber tuvo el tino de agregar a último momento la sonata "Waldstein", de Beethoven, y cambiar el orden establecido originalmente. Con ello logró hacer más enjundioso un programa algo corto para un artista de sus quilates.
También se reiteró su excepcional capacidad personal para convocar a un público atento y numeroso, perfecta evidencia del alto rango internacional alcanzado a lo largo de su rutilante carrera.
En esta oportunidad volvió a lucir y reiteró su total dominio de los recursos técnicos con ejecuciones limpiamente articuladas y precisos ajustes rítmicos, algo excesivamente rápidos en los movimientos allegro assai, de la Op. 2, y en el rondó final de la "Waldstein", una de las grandes sonatas donde la maestría del compositor ahonda y enriquece el mundo sonoro del piano.
La mayor virtud de Gelber se encontró en el fraseo de algunos pasajes y al acertar con matices que parecieron provenir de una orquesta. Así, por ejemplo, el tema popular de una canción renana surgió como expresado por la voz de un sentimental clarinete. Desde un punto de vista expresivo y considerando las dos sonatas en forma global, Gelber se alejó un tanto de las necesarias distensiones y zonas de reposo que contribuyen a que la audición provoque una renovada emotividad en el discurso, sin por ello dejar de dar una verdadera lección de pulcritud y seriedad académica, más sin lograr cautivar con la expresión y la dinámica, aspectos tantas veces magníficos en estas mismas obras.
Quizá la apreciación esté relacionada con el sonido algo perdido del instrumento ubicado en el escenario y no, como de costumbre, sobre la superficie cubierta del foso orquestal del Colón.
De todos modos, y más allá de esa diferencia acústica, el piano donado por el Citibank no termina de convencer ni aún ejecutado por quien tuvo a su cargo en Alemania una selección entre los que ofrecía la fábrica. Hasta ahora, en las pocas actuaciones que hizo en la presente temporada, suena limitado en su rango dinámico y con una zona grave ahogada y poco subyugante.
Un final de alto rango
Las cuatro sonatas de Scarlatti fueron vertidas en buen estilo por la aplicación de un toque delicado, a la vez percutido y bien articulado, tal como invita a hacer toda la música del creador italiano que, dicho sea de paso, dejó más de quinientas obras entre sonatas y fugas, dedicadas al clavicémbalo.
Por último, Gelber encaró la fantasía "El viajero", de Schubert, denominada así por la utilización del tema musical de su lied "Der Wanderer", de 1821, con energía y la atinada plasticidad que reclama una composición muy difícil de desentrañar, que presenta la curiosidad del uso del tema de la referida canción como elemento de unidad a lo largo de los cuatro movimientos, incluyendo variaciones, y un último tramo sumamente complejo por su carácter fugado que el intérprete presentó con indiscutida jerarquía artística. Frente a la calidad recepción que le tributó el público, Gelber agregó el segundo movimiento de la Sonata Op. 13 "Patética", el inmortal "adagio cantábile", una de las más conmovedoras, nobles y sencillas inventivas beethovenianas que revelan de un modo evidente su propia vida interior en el contenido profundo de su música. Fue una versión impecable.
Más leídas de Espectáculos
Fernán Mirás. Una hijastra famosa, un matrimonio que naufragó y la mujer que lo acompañó en el momento más crítico
Solo 3 capítulos. La miniserie basada en una historia real que aterrizó hace unos días en Netflix y ya es furor
El entrañable Atreyu. Así está hoy Noah Hathaway, el actor de La historia sin fin que acaba de cumplir 53 años