Gato encerrado
- En una película clase B de hace un par de décadas, una mujer compraba la estatuilla de un indígena de América del Norte. La estatuilla tenía plumas, un arma blanca, una cadenita a la altura del taparrabos y vivía en la mesita ratona, pero una noche... se soltó la cadena y la artesanía con plumas se convirtió en un insoportable enanito asesino. La mujer se salvó, por suerte. Y se supo que la estatuilla estaba poseída por un manitú (espíritu) maligno. Pero, en realidad, según la tradición amerindia, todo tiene su manitú, que generalmente es pacífico: las plantas, una nube, un número de teléfono... Algo así transmiten Los salvajes que Patricio Gil Flood retrató en la muestra que, hasta el jueves 30, espera en la galería Arte x Arte, Lavalleja 1062. Con una quietud que siembra la duda, miran bastante fijo un lobo-estatua, una fauna de peluche, unos perros con actitud de embalsamados... (¿estarán..?). Hay algo que Gil Flood no quiere contar, evidentemente.
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