Gastón Pauls: "Caminé la oscuridad y no la quiero más"
"Cuando perdés el control de tu vida, y no hablo solo de un accidente, siempre pedís ayuda a algo qué está más allá. Cuando vivís una depresión decís: ´Dios, sácame de acá´. Cuando movés el volante a la derecha y no te responde; lo doblas a la izquierda y tampoco, pensás: ´Estoy en manos de algo que no soy yo´. Algunos lo llaman Dios, otros le dicen destino, algunos suerte".
-¿Vos cómo lo llamás?
-En este momento, Dios. Ese episodio fue algo muy concreto.
Dada la cercanía temporal y la gravedad del suceso, la charla con Gastón Pauls comienza, indudablemente, con algunas reflexiones en torno al accidente que le tocó protagonizar cuando conducía su automóvil por la autopista Panamericana acompañado por sus hijos Muna y Nilo, su gran tesoro fruto de su matrimonio con la actriz Agustina Cherri, de quien está separado desde hace seis años y con quien mantiene una relación fluida.
Aquella mañana del lunes 22 de enero, el actor se dirigía hasta la localidad de Olivos para realizar la entrevista con LA NACIÓN que, obviamente, no se concretó. Pocos días después, el encuentro se produce en un bar del barrio de Núñez en medio de un paréntesis en la intensa agenda que ocupa al actor. El pasado lunes estrenó la serie mendocina Personajes peculiares con Paul Palomino en el canal Acequia; el jueves pasado fue la premier de la película El sereno de la que es protagonista; y, como si fuese poco, acaba de finalizar el rodaje de Palau, film en el que interpreta al famoso predicador espiritual Luis Palau y que tiene fecha de estreno en octubre.
"Si vas a las nueve y media de la mañana, en plena Panamericana repleta de vehículos, tu auto pasa del carril rápido al más lento cruzando toda la autopista, se da vuelta, y ningún otro coche ni siquiera te roza, entonces te decís: ´Alguien lo hizo. No yo, esta vez´. No queda otra que pensar que hay algo más", explica aún sorprendido mientras aclara que sus hijos salieron del vehículo ilesos y asombrados, y él con algunos golpes de los que aún se recupera, pero nada de magnitud a pesar del impacto.
Gastón Pauls sabe certeramente qué son los golpes. En el cuerpo. Y, sobre todo, en el alma. Conoce de cerca los dolores. Aprendió a valerse de ellos. Se los aprehendió para reconstruirse. Hoy, transita un presente en el que la riqueza espiritual es uno de sus motores y no solo por interpretar al famoso orador cristiano. Esa es una interesante causalidad de su destino. Un destino, el suyo, marcado por singulares epifanías.
Barajar y dar de nuevo
Llega a la charla puntualmente, a pesar de su residencia en Pilar. A los 46 años conserva intacto cierto aire adolescente. Salvo por las canas en su barba, poco dista su imagen actual de la de aquel galancito recién arribado a la televisión que hacía suspirar a las adolescentes gracias a Alejandro, su personaje en la serie juvenil Montaña rusa. Pasaron más de 23 años. A pesar de su apariencia millennial, Gastón es un hombre maduro al que la vida le jugó buenas y malas pasadas como a todos. Hoy, reconstruido de adversidades difíciles, disfruta de su buen momento laboral y de la crianza de sus hijos. "Son mi prioridad", dirá una y otra vez. Se lo percibe reflexivo. Equilibrado. Profundo en lo que dice porque dice lo que siente y siente mucho. Se lo nota en carne viva. Varias veces, a lo largo de la charla de más de una hora, no tendrá pudores en parar, secarse las lágrimas, hacer silencio, y continuar contando. O, quizás, contándose. Gastón llegó con ganas de no guardarse nada a pesar de su bajo perfil. No sermonea, expresa. No baja línea, se confiesa.
"Hoy ya no soy solo el padre de mis hijos, me siento hermanado con ellos. Tuvimos un renacimiento los tres. Cualquier situación límite es una bisagra, un mojón. Algo que te dice: ´¿te acordás de ésto o de aquello?´. Los seres humanos somos una raza particular que, veces, tropieza con la misma piedra", reflexiona.
-Esas piedras suelen ser grandes maestros. Aunque no siempre tenemos ganas de tomar esa clase.
-Al estar en una sociedad tan exitista, el éxito parece ser el único maestro de todo. Pero si lo miramos desde los niños, el chico aprende a caminar cayéndose una y otra vez. Por eso el gran maestro es la dificultad, ahí uno asimila qué sí y qué no.
-Tita Merello decía que no le dejaban nada las noches de éxito o las premiaciones. En cambio, sostenía que el que le marcaba las arrugas y le enseñaba algo, era el dolor.
-¿Cómo no compartir lo que decía Tita? Si te fijás la vida de los grandes líderes espirituales, todos han caminado alguna vez por el desierto, han pasado hambre. Y a partir de ahí llega cierta iluminación.
-Hace un momento hablabas, a partir del accidente que protagonizaste, de la presencia de Dios, ¿siempre fuiste un hombre de fe?
-No. De chico o más joven no estaba tan seguro ni vinculado a Dios. Pero de más grande, cuando la estaba pasando realmente mal, hará unos diez años atrás, conecté. Fue cuando comencé mi recuperación y mi camino limpio por la vida.
-Diez años de caminar limpio por la vida, no es algo menor.
-Diez años y un poco más.
Gastón no elude hablar de esa etapa sombría de su vida en la que su cotidianeidad estaba signada y regida por las adicciones. Casi podría decirse que necesita exorcizar esos fantasmas al exponerlos. Locuaz y reflexivo a la vez. El tema le duele. Recordar con sinceridad no es tarea fácil para nadie. Por primera vez, sus ojos se humedecen. Se lleva las manos a la cara. Se tapa pudorosamente. El silencio se empodera de la mesa del bar que sigue su ritmo bullicioso sin percibir que en uno de sus rincones el tiempo parece detenerse.
-¿Cómo sucedió esa llegada de Dios en medio del temporal?
-Una noche, en soledad, dije: "Dios mío ayúdame, yo solo no puedo". Ahí es dónde digo que, en los momentos difíciles, uno acude a una energía superior que cada uno la llama de una manera diferente.
-¿Recordás exactamente esa noche de decirle a Dios "no puedo"?
-Sí, me acuerdo de la sensación de no poder solo. De estar sin nadie al lado mío y rogándole a Dios. De pronto, me encontré rezando y pidiendo la ayuda de algo más.
-Ya no bastaban ni la familia ni los amigos.
-Nada era suficiente.
-Plegaria a Dios y un grito desesperado, ¿apareció esa ayuda?
-Apareció. Y ese es, también, mi orgullo. Mi orgullo es haber podido bajar el ego y reconocer que, en algunas cosas, uno solo no puede.
Su vida bien podría reflejarse en algún relato descarnado de Clarice Lispector. O ser él mismo el relator de aquellas palabras de la autora de Agua viva cuando susurraba que "el Dios me ayude; no tengo guía y otra vez está oscuro. ¿Tendré que morir de nuevo para nacer de nuevo? Lo acepto". La poeta ucraniana fallecida en Río de Janeiro ahondaba en sus dolores más poderosos. El tampoco elude reconstruir ese sendero en el que el infierno subterráneo era lo único posible.
-¿Considerás que tu experiencia puede servir de ejemplo o modelo para muchos que atraviesan una situación similar y buscan salir de ese infierno?
-Te agradezco que pienses que puedo ser ejemplo. Pero la verdad es que no me veo así para nada.
El actor descree poder servir, a partir de su experiencia, en la recuperación de otros. Se aparta del "si Gastón pudo, yo también". Prudentemente, teme ubicarse allí. Se corre de ese lugar. "No me siento ejemplo para nada. Además, es muy peligroso el tema de los ejemplos. Ves ejemplos que, puertas adentro, son un desastre. Solo soy un eslabón más dentro de una cadena. Hay mucha gente que me ayudó para estar bien, así que yo lo único que hago es pasar el mensaje".
-No es poca cosa transmitir experiencia.
-Es lo que hay que hacer. Te pueden pasar la enfermedad física, un papel, una sustancia, iniciarte en una adicción de cualquier tipo, sobre todo en una sociedad adicta a todo como está. Pero también te pueden iniciar en la recuperación. Como a mí me lo mostraron, lo muestro. Por eso hago hincapié en el ego. Es para la gloria de Dios y no lo digo desde lo religioso. Hablo de esa gloria que comienza construyendo acá, en la tierra, algo más lindo, más práctico, más funcional y hermoso para todos. Y eso es Dios. Dios es que lo pasemos todos bien. Dios no me dice que para que pueda tener un yate debo pisar cinco cabecitas y esto no es religioso sino una mirada espiritual e ideológica.
-Hablabas de una sociedad "adicta a todo". ¿A qué te referías?
-Esta sociedad es adicta a las drogas, a los productos de moda, al sexo, a las operaciones, a los fármacos, al consumo.
-Quienes se han recuperado de alguna adicción sostienen que se trata de un trabajo cotidiano, ¿es así?
-Para mí es todos los días, pero porque es todos los días lo que yo veo sobre el consumo.
-¿Qué ves?
-Cuando uno deja de consumir, abre los ojos y ve la adicción general en la que se vive. Hoy trato de no solo no ser adicto a una sustancia, sino de no ser adicto a nada. El otro día un periodista se mofó de una actriz y de mí, y dio a entender que seguíamos siendo adictos. ¡Pobre! Ya no lo soy.
-Además, si lo fueras, no es eso un motivo de burla.
-Es una enfermedad, es un problema. En esta sociedad, cuando no estás consumiendo, te estás regulando vos mismo. No tenés algo que te maneja la vida, tu ansiedad, tus miedos, tus horas de sueño. Comenzás a estar despierto día a día y a no dejarte adormecer por todo lo que te lleva a dormir.
-Sos dueño de tu vida, de tus decisiones. Ese proceso de no consumo también estará aparejado con la limpieza de algunos vínculos, alejarte de determinados espacios.
-Muchos te aconsejan no estar con la gente del palo, pero no por prejuicio ni por ponerse careta, es que uno empieza a vibrar distinto y a necesitar otro tipo de cosas.
-¿Qué elegís hoy?
-Hoy elijo otro tipo de vida. Caminé la oscuridad, la conozco, no la quiero más. Sé que está ahí, pero prefiero otro lado.
Ustedes. Mi vida. Gracias. Siempre. Los amo. #diadelpadre #todoelaño
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A contramano
A veces la lucha es cruel y es mucha, ya lo dijo Discépolo. Y, peor aún, cuando la lucha se hace pública. Hubo un día en el que el actor no solo le plantó bandera a sus fantasmas más íntimos, sino que también comenzó a transitar algo alejado de la exposición en los medios, a pesar de tener un trabajo público. Si bien siempre se mantuvo al margen de cierto circuito mainstream, con los años parece disfrutar aún más de su camino por determinados márgenes. "Hoy nadie está libre de la exposición pública. Creo que estamos en el peor momento social de la humanidad y eso sucede, en parte, por determinadas herramientas".
-La falta de intimidad es una suerte de enemigo que no excluye a nadie. Nubes engañosas, hackeos, extorsiones desde la tecnología. Un combo complicado. Y en el caso de alguien que tiene un trabajo que, justamente, se sostiene desde una plataforma pública, la cosa se pone aún peor.
-A esta altura, lo aprendí con golpes y dolores, uno va eligiendo el grado de exposición que quiere tener. A mí me pasó de contar algo sobre una pareja y luego me enojaba porque opinaban sobre eso. Yo mismo había abierto la puerta y me fastidiaba. Ya entendí que, si abrís la puerta, el viento que entra es tan fuerte que arrasa con todo. Por eso, a esta altura, hay cosas que ya no hago.
-¿Por ejemplo?
-No expongo a mis hijos. Jamás los mostré.
-¿La mamá comparte esta postura?
-Absolutamente. Jamás podría exponer a mis hijos en una foto en el momento que nacieron, no me dieron el ok para hacer eso.
-¡Pero mostrarlos cuando nacieron hubiese implicado el canje de los pañales y la leche en polvo y un descuento en la clínica!
Gastón celebra la humorada, aunque le parece surrealista que alguien pueda lucrar a partir de sus hijos: "Jamás haría eso".
-¿De qué más te preservás?
-No hago televisión. No tengo prejuicios. Además, comencé en ese medio y tengo amigos muy talentosos que trabajan allí.
Tan solo nueve programas en la pantalla chica y más de cincuenta títulos en cine. Indudablemente, hace años que el actor eligió un camino colector. No va por la ruta principal. Casi se maneja a contramano de las leyes que impone la industria. "Es una elección. No sé si tengo ganas de determinadas cosas. Soy consciente que, si hago televisión, tendría miles de seguidores en Instagram y que eso significaría más dinero, canjes, un mejor pasar.
-Al prescindir de los salarios que se ganan en la pantalla chica y abocarte al cine que, en nuestro país, no tiene una producción que lo posicione como una industria poderosa. ¿Cómo te mantenés?
-Di clases en los últimos cinco años de mi vida, tuve un programa de radio que me redituaba unos mangos. Vivo con lo justo, no necesito mucho más. Aunque sé que diez meses de televisión te relajan las cuentas dos años.
-¿Tu documental Miedos de Comunicación apunta a esa exposición exacerbada y, a veces, mentirosa de parte de algunos medios?
-En esta charla, cualquier cosa que vos cambies de lugar, le cambia el sentido a mi idea. Es una responsabilidad lo que yo digo y lo que vos escribís. Yo no sé qué vas a poner. Esta hermosa relación es en este instante, pero luego estoy en tus manos. En los últimos tres años no di notas porque en las últimas cinco notas que hice me cambiaron el sentido de lo que yo decía. Hay programas a los que no voy y me pasa, muy seguido, que los productores que me invitan me dicen: "Hacés bien, yo haría lo mismo".
Además, en sintonía con su preocupación por la (mala) utilización de los medios, el actor dirigió el seriado Otra verdad, un ciclo de falsas entrevistas con Florencia Raggi, Agustina Cherri y Mirta Busnelli. Las actrices elegían un tema de interés que desarrollaban, desde la ficción, en medio de una entrevista real que les hacía Pauls. Florencia Raggi se refirió a una supuesta adicción al alcohol. En el final de cada episodio se aclaraba en una placa que se trataba de una improvisación de ficción basada en una problemática social. El ciclo, bien interesante en su propuesta, fue producido por la Universidad de Tres de Febrero. "El programa salió al aire y, algunos medios, levantaron mal. Hablaron del alcoholismo de Florencia Raggi". Así son los tiempos de la posverdad.
Así mismo, el actor planea dirigir Este soy yo, una ficción sobre la desnudez, la exposición sexual y las redes sociales. "Quiero hablar sobre el negocio y la demonización del sexo, del uso que se le hace en las plataformas sociales y cómo se aleja de algo más puro como el amor". Otra vez la denuncia sobre una sociedad en la que parece no encajar. Pauls reniega, y mucho, de determinadas dinámicas naturalizadas. A contrapelo, como un personaje de Roberto Arlt.
-Con ese tipo de ideas, de alguna manera buscas la divinidad que hay en el sexo.
-Si decimos que hay algo creador, una energía superior que desarrolló este mundo, el sexo es ese regalo que nos da esa energía para continuar la especie. Quiero contar cómo hay algo divino y puro ahí a pesar de lo que se ha ensuciado y bastardeado el sexo.
-Y en tu caso, ¿intentás llevar tu vida sexual hacia ese plano más sagrado o sublime?
-Cada vez más. Desgraciadamente, algunas religiones han ensuciado el aspecto creador que tiene el sexo con varios muertos en el placard.
-¿Estás en pareja?
-Hace once meses que estoy solo, pero muy bien. Disfruto mucho de estar con mis hijos. No hay nada más valioso que eso.
-¿Conviven con vos?
-Pasan la mitad de la semana conmigo y la otra mitad con Agus.
-¿Tenés buen vínculo con Agustina Cherri?
-El mejor. La madre de mis hijos es un orgullo que tengo. No podría llevarme mal con ella.
Ser solidario
Hubo una tarde en el que otro acontecimiento modificó el rumbo de su vida. Gastón participaba en una reunión de pueblos originarios que reclamaban por sus tierras. Fue hace 14 años en Plaza Italia. Mientras se desarrollaba ese acto, vio una ranchada de pibes. Una de esas tantas que se esparcen por la ciudad ante los ojos indiferentes que las mimetizan con el paisaje. Fue ese contacto con los chicos que allí sobrevivían que decidió fundar la ONG Casa de la Cultura de la Calle. "Cuando los vi, estaban consumiendo pasta base, paco, la bolsa de pegamento. Era en la época en la que hacía Ser urbano y estaba curtido en esto de acercarme y hablar con la gente. Me senté en el colchón junto a uno de los chicos que se llamaba Alejandro y tenía, entonces, once años. Su mirada estaba absolutamente perdida. Recuerdo que le hablé. Le dije: ´loco por qué no dejas la bolsa´. Y él me dijo: ´¿y qué agarro?´ Me mató".
-Traducido sería: qué me da la sociedad a cambio.
-No hay otra cosa, entonces vuelvo a la bolsa. Me quedé un rato en silencio al lado de él, que seguía aspirando. En determinado momento le dije: "¿no te gustaría cantar, pintar’". Me miró. Hizo un silencio. Esa mirada perdida no me la olvido más porque hasta ese momento no me había mirado a los ojos.
Gastón nuevamente se larga a llorar. No puede contener la emoción de recordar ese encuentro con alguien sin rumbo. Quizás porque en esa deriva también recuerda a la propia.
-¿Cómo siguió el encuentro?
-El pibe me dijo: "necesito un lugar para expresar lo que me pasa". No le cambio una coma. Eso me dijo. Yo me preguntaba cómo podía ser que con la vida que llevaba, en el estado en el que estaba, y a los once años, pudiese tener esta claridad para decirme que necesitaba un lugar. Esa fue la semilla para armar la ONG.
-¿Costó concretar el proyecto?
-Fui a ver empresas que me ofrecieron ayuda, pero a cambio los chicos se tenían que sacar fotos con la remera con el estampado de la marca. Posar como monitos. Pero eso a mí no me va. Por esta razón, no pudimos conseguir espacios. Entonces fuimos a hogares. Terminamos trabajando con 3000 pibes en todo el país.
Hoy, la ONG brinda talleres en hogares, barrios y correccionales tomando el arte como un modo de sanación. Y salvación. Muestras teatrales, exposiciones y hasta la edición de dos discos con canciones de cuna forman parte de los innumerables trabajos de los pibes. "A estos chicos nunca les cantaron una canción de cuna. Así que decidimos que ellos mismos las escriban para romper con esa cadena y contagiar salud y no enfermedad", explica el actor. Las letras fueron musicalizadas y grabadas por Luis Alberto Spinetta, Ricardo Moyo, Miguel Cantilo, Lito Nebbia, Fito Páez, kevin Johansen, Lisandro Aristimuño, Pedro Aznar; Fabiana Cantilo, Miguel Mateos y Gastón está en tratativas para que en el nuevo material haya nombres como el de Silvio Rodríguez. Para colaborar con la ONG una de las vías es ingresar a su web: www.cacuca.org.ar
-Tu emoción al recordar al chico de Plaza Italia será, quizás, porque ahí te ves vos reflejado. Y de una extrema sensibilidad que, a veces, haca muy difícil transitar el contexto actual.
Gastón no responde. Vuelven las lágrimas. No hay modo de continuar. Solo él debe interrumpir el silencio.
"Uno sufre, es un don que tenemos todos. Pero el mundo invita a insensibilizarte. El trabajo con los chicos va en contra de todo eso. Ale, un pibe que también estaba al borde la muerte por el consumo de pasta base, comenzó a hacer teatro en uno de los talleres de la Casa de la Cultura de la Calle. En una de las muestras de fin de año, luego del saludo final, se quedó solo en el escenario. Y luego de un rato dijo: ´hoy es el día más feliz de mi vida´. Cuando me acerqué a saludarlo me confesó: ´es la primera vez que ese ruido es un aplauso y no un cachetazo´. El me ayudó a mí. Es un ida y vuelta".
-Se trata de encontrar el sentido de la vida. Tuyo y el de él.
-Jesús hablaba del otro en todo momento, de levantar al que estaba en el piso. Me cuesta un montón. Hay días que no puedo ni conmigo.
Palau
-Esa convicción espiritual, ¿se pone en juego a la hora de interpretar a Luis Palau?
-Yo pido ser un buen canal entre lo que Palau dice y la gente.
-En general, hay bastante prejuicio en torno a los predicadores. Se habla de un gran comercio sostenido en la fe y que llevan una vida lujosa.
-Palau tiene casa humilde, un auto viejo. Cuando fui a conocerlo me dije: "algo está bien acá". Más allá de lo que mueve a nivel de gente, vive humildemente. Es coherente su vida con su prédica. Yo necesitaba ver su vida y desde donde hablaba. Comprobar su convicción absoluta. Siente lo que dice. Es coherente en su dolor con respecto a su padre al que perdió de niño, a como transita su enfermedad actual, a la relación con su familia.
-Cuántas causalidades entre tu vida, tu acercamiento a la fe y este papel que te llega en un momento justo.
Gastón vuelve a emocionarse. Se desarma. Y se arma. Una vez más el silencio, antes de la despedida.
-Son cruces que a veces no entendemos. No manejamos todo. Hay algo arriba. Se te cruza alguien y te enamoraste; vas por la Panamericana y salís ileso luego de dar tumbos. Estoy agradecido. No solo por estar vivo. Necesitaba ese sacudón para algo más. Me duele todo, pero fue un sacudón de amor. Es como que me dijeron: "loco seguí caminando por acá que es más lindo".
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