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Conoció el éxito como actor desde muy temprano. Fue protagonista de Montaña rusa (1994) en televisión y de Nueve reinas (2000) en cine, por citar sólo dos títulos que cimentaron su popularidad. Pero la vida y la pasión por otros intereses lo desviaron más tarde por el camino de la conducción, en programas de contenido social como Ser urbano (2003), Humanos en el camino (2005) y Pecados capitales (2007), amén del ciclo de entrevistas que aún emite la TV Pública: Dos solos.
A partir del lunes 1° de febrero, a las 22 y por Crónica TV, Gastón Pauls volverá a desarrollar esa veta, pero en un programa mucho más personal que los anteriores, en el que ahondará en su historia con las drogas. En Seres libres –que se anticipa como “el primer envío de la historia de la tele nacional en desarrollar en primera persona y crudamente el mundo de las adicciones”–también entrevistará a famosos que relatarán sus experiencias (como Fabiana Cantilo, Juanse, Andrea Rincón, Toti Ciliberto y Leo García, entre otros), y ofrecerá un chat para que el público pueda comunicarse en vivo y “los posibles adictos y sus familiares cuenten con asistencia inmediata de profesionales”.
“Será un programa de servicio –confirma Pauls–, focalizado en la salida de las adicciones. No quiero caer en el morbo mediático de mostrar a un pibe drogándose en una esquina, eso ya lo conocemos todos, sabemos que está ocurriendo. Quiero conversar con gente famosa que consumió y no teme hablar de ello libremente con el fin de ayudar a otros. Después ir a Ciudad Oculta a hablar con una madre que perdió cuatro hijos por pasta base y también a Recoleta o Palermo Hollywood para charlar con el pibe de clase media alta, y así desestigmatizar el tema, para que no se siga diciendo que es un problemita que se vive en las villas”.
-¿Cómo surgió el proyecto? ¿De quién fue la idea de “Seres libres”?
-Partió de haber transitado un lugar que es muy doloroso pero que tiene una salida. Lo transité un montón de años, 20 en total, hasta que gracias a Dios logré entender que había otra vida posible. Después empecé a dar charlas de prevención en adicciones, en los últimos cuatro años di un montón por todo el país, frente a mil, dos mil, cinco mil personas. Y ahí empecé a pensar que era necesario hacer algo en televisión, porque a través de las charlas en un año accedía por ahí a cien mil personas y eso es igual a un punto de rating. Entonces, una salida al aire es un año de charlas por todo el país. Fui a varios canales, pero no les interesó. No les parecía importante mostrar la opción de la salida, pedían más el morbo del consumo que la posibilidad de la salida. Hasta que apareció Crónica, un canal que tiene una penetración muy grande en los sectores populares y no me condicionó en nada. Ahí tomó forma Seres libres.
-¿A qué obedece el título?
-La palabra adicción tiene dos acepciones: la primera es lo no dicho, la “a dicción”, y la otra proviene del latín, etimológicamente la palabra viene de addictus, que eran los esclavos en Roma. O sea, un adicto es un esclavo que no habla. Por eso le puse ese título al programa, quise jugar con el pasar de la esclavitud a la libertad. Ser libre es algo bastante complejo en esta sociedad en la que vivimos, porque estamos condicionados por un montón de consumos que se nos ofrecen diariamente. Y así como a mí hace ya un poco más de trece años me llegó el mensaje de que otra vida era posible, más allá de la oscuridad y el consumo de sustancias, sentía que tenía que intentar multiplicar ese mensaje. Soy muy consciente que estamos en una sociedad en la que la palabra contagio está relacionada con la enfermedad, con lo negativo, pero uno también puede contagiar salud, esperanza y libertad. El programa se propone eso, llevar el mensaje al adicto que aún está sufriendo.
-Vos dijiste que transitaste el camino de las adicciones durante 20 años. ¿En qué período de tu vida ocurrió y cómo fue el derrotero?
-Comencé a los 15 años tomando alcohol (que para mí es una droga, legal, de venta libre y bancada por un enorme poder económico detrás, al punto que algunas marcas son sponsors de selecciones nacionales de deportes, algo tan incongruente como negativo), después pasé a la marihuana y a la cocaína la probé por primera vez a los 17. Y la última vez que la consumí fue a los 36.
-¿Eso fue lo más fuerte que consumiste?
-Sí. Hay drogas que son más fuertes que otras, pero a esta altura hay gente que se muere con el alcohol o con pastillas o con la cocaína, eso depende mucho de la sustancia de preferencia. Después están los que pasan a cosas mucho más duras como la pasta base, el paco y la heroína. Gracias a Dios yo quedé ahí.
-¿Por qué pusiste un stop ahí? ¿Cuál fue el límite? ¿Fue propio o impuesto? ¿Te lo demandó la salud?
–No, la enfermedad. Sobre todo la de la adicción, que es una enfermedad de negación y ceguera, uno puede estar perdiendo todo y sin embargo… Yo conozco casos de gente que se le murió el hijo al lado porque no pudo ir a levantarlo. Estaban consumiendo droga a un metro y medio de la cuna y el bebé se murió ahogado después de llorar durante once horas. Después no dice: “che, qué mal, se me murió mi hijo”. Hay gente que se le muere el hijo y a los dos días sigue consumiendo. Yo no creo que haya pibes de 12 que digan: “tengo ganas de salir a robar para consumir o tengo ganas de c... la vida”. Lo hacen porque no ven el drama y la oscuridad en la que están involucrados. En mi caso durante muchos años sabía que tenía un problema, pero mi mente enferma me decía que lo podía manejar. No importaba que a mi alrededor se murieran amigos por sobredosis o que tuvieran accidentes de todo tipo. Yo seguía adelante. Ese es el mensaje que ahora quiero transmitir en el programa: que en el camino del consumo hay sólo tres finales posibles: una cárcel, un hospital, un cementerio. No hay un premio al final por ser el mejor cocainómano del mundo.
-Siempre se pagan costos.
-Siempre. Al principio parece que no, y ahí está el verdadero engaño del asunto. Creés que no hay tickets y un día te viene la factura completa y decís: ¿y ahora qué hago con esto?
-¿Te costó tu matrimonio con Agustina Cherri?
-No. De hecho en ese sentido ella fue una gran ayuda en mi salida. Agustina fue una enorme ayuda para salir. Yo dejé de consumir en 2007, cuando llevábamos ya unos meses de relación. Así que, al contrario, mucho de mi recuperación se lo debo a ella.
-¿En qué consistió concretamente tu “salida”? ¿Cómo fue?
-Después de mucho tiempo de consumo me encontré sintiendo que iba a perder todo. Y creo que ahí hubo una iluminación. Lo primero que tuve que hacer es lo que deben hacer todos los adictos del mundo: reconocer que tenés una enfermedad y no podés solo. Ese es el primer paso. A un adicto no lo podés obligar a que se recupere, si internamente no hace un clic y reconoce que no puede solo, lo podés internar un año y medio y luego, cuando salga, volverá a consumir.
–¿Recordás el momento preciso en que hiciste el clic?
–Sí, fue una noche después de varias sin dormir. Sentí que me moría y, por primera vez en mi vida, yo que no era religioso, no había tomado la comunión y no sabía ni cómo rezar, levanté la cabeza y dije: “Dios, sacame de acá, yo solo no puedo”. Y algo pasó porque a los veinte minutos me dormí, después de días y días sin poder cerrar los ojos. Después entendí que eso le pasa a todos los adictos: reconocés que no podés solo y te encomendás a algo. Y no me estoy refiriendo a algo necesariamente religioso sino espiritual. En los grupos de recuperación de adictos se habla de 12 pasos. Primero, de reconocer que sos impotente ante la adicción, porque tu vida se ha vuelto ingobernable; luego, de creer que un poder superior nos puede devolver el sano juicio, y no importa si es Jesús, Jehová o Alá. Se habla de un poder superior. Y el tercer paso te habla de poner tu vida al cuidado de ese poder superior, como cada uno lo conciba. Aquella noche yo empecé a hacer ese proceso.
-¿Qué nombre le darías a ese poder superior al que le cedés el cuidado de tu vida?
-Dios. Es mi Dios que lo tengo muy presente diariamente porque a él le debo mi vida. Yo al lado de su poder no soy nada.
-¿Es más difícil superar una adicción en un medio como el artístico, donde el consumo de drogas a veces es tomado como algo “cool”?
–Sí. De todas formas lo primero que te aconsejan cuando entrás en una recuperación de adicciones es: “No a la gente del palo”. ¿Quién es “la gente del palo”? La gente que consume. Lo ideal es no juntarte con ella. En el medio en el que trabajo, poco tiempo después de que yo reconociera públicamente que había consumido muchos años y que estaba en recuperación, un conductor televisivo se rió de mí en pantalla durante cinco minutos. Fue doloroso, pero más lo fue que ese mismo conductor hubiera estado tomando cocaína conmigo unos meses antes. Con esto quiero decir que este es un medio donde el consumo está a la orden del día y la mayoría son hipócritas.
-¿Hoy tenés amigos dentro del medio?
–Por el consejo que me dieron, hoy tengo pocos amigos dentro del medio. Los que tengo no consumen. El adicto es un mentiroso, es alguien que se miente a sí mismo creyendo que la sustancia que está incorporando a su cuerpo no le hace mal. Ya partiendo de esa base…si te estás metiendo por la nariz (que es por donde ingresa el oxígeno que te permite respirar) un polvo que te revienta primero el tabique y después, ni hablar, la sangre y el cerebro… Yo lo único que pido en mis relaciones es que la gente sea honesta y bien clara en relación al consumo. Pero el medio podría estar mucho más del lado de la vida de lo que está. Lo que yo diga en esta nota y lo que se lea puede ayudar. Seguramente mientras estamos grabando esta entrevista hay un pibe de seis años que está comprando paco. Si el medio ayudara un poco más seguramente algunas cosas mínimamente cambiarían, por lo menos llegaría a más gente el mensaje de que otra vida es posible. Esto es lo que más me importa del medio. No me interesa hacer foco donde está el consumo, porque ya sabemos que está en la televisión, en las redacciones, en el Congreso y en la calle.
–¿Ahora estás absolutamente en contra del consumo de drogas o lo aceptás con fines recreativos e inspiracionales, como algunos admiten e impulsan?
–Hoy antes de hablar de consumo recreacional me parece que primero hay que hablar de concientización; porque si a las tres de la tarde en la televisión hay publicidades de cervezas y de vinos, en las que todos están divinos, riendo y empilchados con ropa italiana de primer nivel, ¿qué puede pensar un chico de ocho, diez o doce años? Que esa es la fórmula de la felicidad. No se ve a ninguno vomitando o dado vuelta. En esas publicidades no te muestran el después: que esa misma gente se puso en pedo y que luego no vio el semáforo en rojo y mató con su auto a varias personas. Así que yo primero propongo un debate sobre la libertad y la conciencia concreta de dónde podés terminar tras el consumo. Después que cada uno haga lo que quiera. Es verdad que los anuncios incluyen lo de “beber con moderación”, pero lo ponen tan chiquitito que nadie alcanza a leerlo y en la radio y la televisión te lo comentan tan rápido, que es como si no alertaran de nada, son inentendibles. Son una cargada.
-Se podría inferir, entonces, que tampoco estás de acuerdo con la legalización de la marihuana.
-Vuelvo con lo mismo: antes de cualquier debate informemos, concienticemos y después debatamos lo que queramos. Pongamos antes todo sobre la mesa, que las empresas que venden productos que pueden llevar al suicidio, a un accidente en la vía pública o a la violencia familiar se hagan responsables en sus respectivas publicidades.
-Desterremos mitos. ¿Las adicciones se desarrollan por igual lo largo de toda la sociedad o se reproducen con mayor intensidad en alguna clase social? ¿Son una práctica más extendida entre gente fracasada o exitosa?
-Buenas preguntas. Siempre me dicen: ¿a vos te iba bien y sin embargo te drogabas? Sí. ¿Vos te drogabas porque tenías plata? Sí. ¿Pero vos eras de clase media y te drogabas? Sí. Obvio, si a la droga la consume el pibe que no tiene un peso en el bolsillo y el multimillonario, que tal vez consume de mejor calidad. La consume el exitoso y el fracasado entre comillas, el gay, el heterosexual, el bi y el célibe. A todos les va a terminar pegando mal.
-Pero a algunos les termina “pegando” peor que a otros, ¿no? Por ejemplo, los jóvenes de los sectores más carenciados.
-Sí, justamente por el programa me he estado metiendo en lugares donde la situación es crítica y veo cada cosa... No nos estamos dando cuenta... están de moda las series y las películas de zombis. Por algo es, ¿no? Se están reproduciendo los zombis en casi todo el país y nosotros estamos creyendo que estamos bien. Pero esos zombis van por más.
-¿Te referís a zombis en cuanto a adictos?
-Sí, sí, el nene de seis años que vi fumando pasta base es un zombi porque está anestesiado desde lo emocional, intelectual y espiritual. No responde a nada. Después cierto sector social se horroriza cuando ese nene a los ocho va y mata a alguien y piden que lo metan en la cárcel. Pero, b..., ¿no viste que se estaba drogando desde los seis? ¿No viste que desde las publicidades le decían que estaba todo bien con tomar alcohol?
-Se sabe que durante la cuarentena aumentó y mucho el consumo de psicofármacos. ¿Habrá aumentado también el de drogas?
-Hace poco hablé con la gente de asistencia al suicida y me comentaron que los llamados diarios aumentaron un cien por ciento. Y al suicidio no se llega tomando relajadamente un vaso de agua sino después de un derrotero de todo tipo de drogas; y de depresión, claro, que también es otro tipo de enfermedad. En la pandemia el nivel de consumo se potenció notablemente. Y la adicción también es una pandemia mundial. Evidentemente en muchos lugares no se trata porque hay un enorme negocio detrás: mueren anualmente 600.000 personas por el consumo de drogas, sumados a los que quedan idiotas, inválidos de por vida por ataques cardíacos, más las familias destrozadas por esas pérdidas o por los accidentes en la vía pública que ocasionan los alcohólicos y adictos. En total esta pandemia arrasa con más de un millón de personas al año. Y de esto no se habla. Se habla de la lucha contra el narcotráfico, pero para mí ése no es el tema fundamental, lo importante es despertar a la gente, y que un pibe de 6, 8 ó 14 no vea en las drogas la puerta de salida a sus problemas; las drogas son una puerta de entrada al infierno, pero se comunica exactamente lo contrario. Así como se dice que con el alcohol vas a estar bien, se asegura que con el porro vas a estar bien y que con la merca vas a estar bien; y si estás deprimido tomate entonces una pastillita. Así nos dominan, nos esclavizan y nos tiran migajas para que subsistamos.
-Tus hijos aún son pequeños. ¿Qué saben de tus adicciones? ¿Hablás del tema con ellos? ¿Qué consejos les das?
-Sí, mis hijos lo saben, se los conté yo. Gracias a Dios cuando ellos nacieron ya no consumía, pero saben dónde estuve y lo que luché. Es más, saben lo que lucho día a día, cómo me entrego a una nueva vida y me niego a volver al pasado. Hoy el único éxito concreto en mi vida es mirarlos a los ojos y percibir que ellos lo saben todo. Les cuento qué es la cocaína y qué es el paco, prefiero que lo sepan por mí, y que lo podamos hablar, a que de golpe un día se encuentren en medio de una situación que desconozcan y no sepan qué hacer. Ellos son libres y harán nomás su vida, como corresponde, pero yo, al menos, quiero que sepan las consecuencias.
-Acabás de decir : “lucho día a día”. ¿Las drogas son aún un fantasma en tu vida?
-No son un fantasma hoy, pero las drogas son como Mike Tyson. Y la única manera de ganarle a Tyson es no subirme al ring. Si me subo, me va a cagar a trompadas, me va a arrancar la oreja como lo hizo con Evander Holyfield. La droga en sí no es un fantasma, es un ser bien identificado, si me subo a su pelea, me gana. Ahora y por siempre prefiero quedarme abajo del ring, junto a mis hijos. La adicción es una enfermedad que no tiene cura, al menos no se ha conocido ninguna hasta ahora en ningún lugar del mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, la adicción es una enfermedad, no es un problema ni una dificultad moral. Por eso esto es una lucha diaria. Yo ahora estoy tomando unos vasos con agua y limón, pero si pienso que mi problema se terminó y de repente me pido un whisky (y esto le puede pasar a cualquier adicto del mundo) es posible que en diez días esté muerto.
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