Estructuralmente, "The Last of the Starks", el cuarto episodio de la última temporada de Game of Thrones , es una verdadera rareza. Durante casi una hora, avanza a un ritmo pausado, mientras los buenos muchachos de Winterfell lloran a sus compañeros caídos y celebran su improbable victoria sobre el Rey de la Noche. Después, los 30 minutos restantes están llenos de giros enormes y abruptos en la trama: ¡Euron mata a uno de los dragones de Dany! ¡Cersei toma a Missandei y a toda la población de King's Landing como rehén! ¡Varys y Tyrion discuten la posibilidad de traicionar a su reina cada vez más errática! ¡Missandei termina como Ned Stark! ¡Dany está lista para quemar todo como su padre!
Entre todas esas escenas extrañas, el debate de Varys y Tyrion probablemente haya sido el momento más interesante del episodio de esta semana. El Rey de la Noche ya fue eliminado con relativa facilidad. Cada personaje importante de la serie sostiene que la derrota de Cersei es inevitable (de hecho, cuando Bronn revela que no cree en absoluto en las posibilidades de su reina, de algún modo está sugiriendo que los responsables del programa tampoco piensan en ella cono vencedora). Así que parece que el final de la serie se va a reducir a ver la disputa entre la tía Dany y el sobrino Jon. Esto hace que los asesores principales de la Madre de Dragones se preocupen al ver en qué se está convirtiendo. Pero también es frustrante porque es un recordatorio de que la serie ha puesto todos los huevos que le quedan en la canasta más aburrida posible.
Es cierto que los personajes principales de un drama tan extenso como este siempre son víctimas del Síndrome del Protagonista. Llevan una carga tan pesada de la trama que nunca pueden ser tan divertidos o complejos como los personajes secundarios. Pero incluso bajo esos estándares, Jon Snow y Daenerys Targaryen vienen siendo un lastre en un programa que se concentra cada vez más en ellos a expensas de todos los demás. Él tiene buenas intenciones pero carece de carisma. Ella puede emocionarte cada tanto (cuando maldice en valyrio o quema cosas en su dragón), pero cada vez que que entra en una habitación para hablar con alguien, la escena es aburrida.
"The Last of the Starks" impone la idea de que la revelación sobre el derecho de Jon al Trono de Hierro (además de las muertes recientes), tienen a Dany a punto de convertirse en una Reina Loca, lista para quemar a todos al estilo de su padre. Pero esa transición nunca se siente lo suficientemente sólida. El guión acumula situaciones que alteran su personalidad de una manera tan intensa que finalmente ninguno de esos momentos respira, y el espectador no termina de sentir cuánto la están afectando. Y ya pasó demasiado tiempo desde que Dany fue la gobernante sabia y compasiva que Tyrion sigue insistiendo que puede ser.
Por eso, cuando Tyrion y Varys dialogan en la sala de Dragonstone, hay dos problemas ocurriendo a la vez. Por empezar, Tyrion está defendiendo una versión de Dany que dejó de existir hace mucho. De alguna manera, esto está representado en la escena. Pero Varys no es un tipo que vaya a decir demasiado en momentos como este. Que no sea tan duro con Tyrion en este punto podría sugerir que los responsables del programa, como Tyrion, están un poco ciegos en relación al momento de Khaleesi, o al menos que preferirían que los espectadores no se dieran cuenta de esto hasta que las cosas empeoren la semana que viene.
Sin embargo, lo más importante es que tenemos a dos de las figuras más interesantes del programa (interpretadas por dos de los mejores actores de la serie) discutiendo cuál de las dos opciones aburridas va a coronar Game of Thrones después de 73 episodios. Los guionistas no fueron muy amables con Tyrion últimamente (a excepción de sus recientes conversaciones con Sansa), y Varys siempre ha jugado un papel limitado, pero igualmente uno desearía que personajes como ellos fueran competidores a la hora de reemplazar a Cersei. Lo mismo pasa con Sansa y Bronn, con Gilly y Davos, y con casi cualquier dúo de sobrevivientes elegidos al azar.
Parte de este problema tiene que ver con la naturaleza de la historia que heredaron de George R. R. Martin, pero hay una gran responsabilidad en la manera en que los showrunners del programa eligieron adaptarla sin resolver ese defecto en el centro mismo del relato.
Dada la rapidez y la aleatoriedad de la trama desplegada cerca del final de este episodio, es posible que uno o ambos de nuestros dos personajes principales estén muertos antes de los 15 minutos la semana que viene, y que toda esta especulación sobre quién merece el trono no tenga mucho sentido. Pero ahora mismo este parece el final del juego, y eso se siente increíblemente decepcionante teniendo en cuenta la cantidad de personajes increíbles que se nos cruzaron en pantalla en las últimas siete temporadas.
"Cada uno de nosotros tiene que tomar una decisión", dice Varys cerca del final de su debate con Tyrion. "Rezo para que sepamos elegir sabiamente".
Si estas son las últimas dos opciones, la única forma de ganar el Juego quizás sea sin jugar.
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