Galileo despide el siglo
Quince años después del éxito de la última versión porteña, "Galileo Galilei", la clásica obra de Bertolt Brecht, regresa a la avenida Corrientes, con Alberto Segado como protagonista
En el camarín de Alberto Segado hay pocos elementos. Una luz tenue ilumina la traducción de "Galileo Galilei", la inmortal obra del alemán Bertolt Brecht. Desde hace un tiempo, su energía está al servicio de poner el cuerpo y la razón para poder interpretar al personaje central:aquel científico que, al enfocar su mirada hacia el cielo, realizó una verdadera revolución en la visión del mundo. La tierra dejó de ser el centro del Universo y, de esta forma, la visión egocéntrica del hombre y el narcisismo teológico dieron paso a una nueva concepción del mundo y del ser humano.
Para encarar semejante desafío, Segado cuenta con la mirada orientadora del director Rubén Szuchmacher, un viejo amigo. Se conocen de cuando el puestista hizo la asistencia de dirección del espectáculo "La vuelta manzana", de Hugo Midón, que Segado protagonizó hace 29 años.
Una tarde Szuchmacher lo llamó por teléfono. El intérprete no sabía que Kive Staiff, director del Teatro San Martín, tenía en sus planes presentar "GalileoGalilei" en esta temporada. Esa tarde, apenas Segado atendió, el director prefirió ir al grano: "¿No querés hacer de Galileo?". Su primera reacción fue un onomatopéyico glup, una especie de sacudón que le atravesó el cuerpo. Luego, sin dudar y sin soplar, dio el sí. "No se puede dejar pasar un proyecto de este tipo", sostiene ahora, pasada la sorpresa inicial.
El gran desafío
Para cualquier actor, Galileo es uno de esos personajes emblemáticos. Sin embargo, no figuraba en el imaginario de este actor de raza, amable y con fama de buen tipo. Sabe que el desafío que le toca es grande. Será por eso que apuesta al trabajo, a los ensayos, a concentrarse en lo suyo. Sobre sus espaldas debe lidiar con la actuación que hizo Walter Santa Ana, ex compañero del elenco estable del San Martín, cuando, en el 1984, también interpretó a este genio florentino nacido en 1564.
Aquella puesta, que contó con dirección del desaparecido Jaime Kogan, se transformó en uno de los éxitos más importantes producidos por el teatro. Estrenada en la sala Martín Coronado, durante 1984 y 1985 llegó a hacer 195 funciones. Y Segado fue uno de los 159.144 espectadores que vieron aquella puesta que se convirtió en uno de los mojones fundamentales cuando de Brecht y el teatro local se trata.
Pero la historia entre el dramaturgo alemán (1898-1956) y nuestro país es larga y llena de implicancias ideológicas. El movimiento del teatro independiente, tan ligado a las banderas de la izquierda vernácula, sentó sus bases en la producción del germano desde 1949. Ese año, en el teatro IFT, se presentó "El soplón", la primera obra de Brecht estrenada en esta tierras.
La misma "Galileo Galilei" tiene su propia historia local. En 1964, la dirigieron Onofre Lovero y Carlos Serrano. La segunda versión fue la que montó Kogan en la misma sala en la que ahora Szuchmacher y su elenco (Horacio Peña, José María Gutiérrez, Horacio Roca, Mónica Santibáñez y Luciano Suardi, entre otros) se preparan para el estreno previsto para el miércoles.
"La puesta de Kogan coincidió con un momento muy especial de nuestro país. Salíamos de un período muy oscuro. El personaje de Galileo pasó a ser una figura heroica de alguien que defiende la libertad de pensamiento. La realidad de aquel año nos empujaba a leer esa vertiente del héroe", analiza Segado.
-En aquella puesta, "Galileo" simbolizaba la libertad. ¿Y ahora?
-La obra refleja cómo se encuentran los hombres en este fin de siglo, un tiempo con todos los valores de la modernidad caídos. Brecht, en el último monólogo, pone en boca de Galileo un mensaje con resonancias múltiples. En el ´84 era un monólogo esperanzador. Hoy es un discurso negro sobre qué puede pasar con el hombre cuando traiciona su propia condición. Allí, el propio Brecht habla de su fracaso personal y Galileo le sirve de excusa para hablar sobre lo que le pasa a él mismo.
Según Silvia Fehrmann, cotraductora junto a Gabriela Massuh de esta versión, la caída del muro de Berlín fue un verdadero giro copernicano en el cual el personaje de Galileo dejó de ser un adalid de la razón para transformarse en un personaje lleno de contradicciones.
"Con el muro -acota Segado- se cayó toda una concepción del mundo y surge esta especie de asco desesperanzador del fin del milenio."
Pelearse con Brecht
Varias coordenadas se dan cita en esta obra. Por un lado, la historia de una de las grandes personalidades de la humanidad, contada, con un fuerte carácter autobiográfico, por el dramaturgo alemán más significativo del siglo. Cada uno debió lidiar con la intolerancia de su tiempo. Hace más de tres siglos, la Inquisición castigó a Galileo por sostener que la Tierra era un astro más que giraba alrededor del sol. Muchos años después, en 1934, Brecht escribió la primera de las tres versiones de "Galileo" con la amenaza del nazismo girando por toda Europa.
Segado se pasó el verano entre textos que analizan la producción de Brecht. "Me metí con todo el cuerpo teórico brechtiano, con esos conceptos que fueron teñidos por ideologismos. A medida que iba leyendo, entré a pelearme con Brecht hasta que pude escucharlo", confiesa.
Esa instancia recién llegó con el trabajo mismo, cuando se zambulló en la obra, en su poética. "Recién ahí mis peleas fueron quedando en un segundo plano y se me reveló el verdadero texto. Así, me salvé de pisar un palito muy tentador", asegura.
-El palito del ideologismo y las grandes verdades.
-Claro, porque la obra es una fiesta del pensamiento dialéctico. No hay nada menos maniqueo que "Galileo". En esta versión no aparece la idea de buenos y malos. El peso está en el todo y no en Galileo. A lo largo de la obra es tan convincente lo que dice el cardenal con su discurso reaccionariocomo las afirmaciones del papa, el monje... Todos tienen razón porque hablan desde la verdad.
-Allí, la obra parece no reflejar el discurso público actual en el cual la mentira está agazapada.
-Es cierto. El discurso público es tramposo, mentiroso. En contraposición, en la obra siempre habla gente convencida de lo que dice. Algo que no ocurre al escuchar a un funcionario. Cuando habla (Rodolfo) Barra (ex ministro de Justicia)le ves la cara y sabés que miente. En cambio, en la obra, cuando habla el cardenal te das cuenta que hay algo que no le entra en la cabeza. Romper con la idea establecida no debe de haber sido fácil...
-¿Pesa hacer de Galileo?
-No. Mi único miedo concreto y real es olvidarme la letra.
El primero
"Cuando en 1964 estrenamos "Galileo Galilei", la obra sonaba de tal manera que revalorizaba al hombre y su libre expresión. Eso fue lo que aplaudió la gente durante los once meses que la hicimos en la salita de Los Independientes", recuerda emocionado Onofre Lovero, protagonista y copuestista de la primera versión de "Galileo" que se estrenó en el país.
Recuerdos de Kogan
Cuando la revista del Teatro San Martín, en su número dedicado al montaje de "Galileo Galilei", le preguntó a Jaime Kogan el porqué de su puesta, el director realizó una conexión inmediata.
"Cuando releí la obra -remarcó el director-, tuve una sensación muy fuerte vinculada con una temática coyuntural que creí que iba a desaparecer con los ensayos, pero que hoy registro nuevamente dentro de mí, y que es el problema de las contradicciones. Porque Brecht es un maestro en la pintura del hombre y sus contradicciones. En este caso focalizadas sobre un científico."
Entre otras cosas, Kogan afirmó que ese pensamiento lo vinculó rápidamente con el tema siguiente: "Durante la dictadura militar, la Argentina hizo un notable avance tecnológico en el campo nuclear. Contemporáneamente, se sabía que entre los miles de desaparecidos había varias decenas de científicos, pero (y eso se sabe hoy fehacientemente) dos de ellos, pertenecientes a la Comisión Nacional de Energía Atómica y detenidos en Villa Devoto, resolvían en su celda problemas matemáticos que les eran enviados por la Comisión.
"Por ahí ronda mi respuesta a la pregunta de por qué Galileo hoy. Lo que cuento, más que como pensamiento político, es como memoria de la problemática que en mí despertó la obra."
Un conflicto político
Para Rubén Szuchmacher, lo fundamental de su puesta es que "Galileo Galilei"se escuche en la contemporaneidad. En medio de los ensayos, destaca:"La cuestión del mercado y el neoliberalismono son problemas tan distintos de cuando Brecht escribió "Galileo". Hay una frase de la obra que me parece fundamental:"Libre comercio, libre investigación. Lo que no es más que libre comercio con la investigación". ¿Ves? Esa es una típica expresión del liberalismo. Pero no la pongo especialmente para que se escuche, no apunto al debate "libertad versus dictadura". Intento escaparme de esa reducción.Quiero evitar la mirada izquierdista con personajes buenos y malos. En la puesta de Jaime Kogan, daba miedo ver al cardenal inquisidor. Yo lo pongo como un seductor, un tipo pragmático. Pero me alegro de estar haciendo "Galileo" ahora y no hace 10 años porque, si no, habría hecho lo mismo que Kogan. La mirada de hoy es más conflictiva. Si alguien espera ver el típico espectáculo libertario se va a frustrar. A lo sumo, se encontrará con una obra que, espero, sea más entretenida pero más conflictiva. Sería bárbaro que la gente saliera del teatro discutiendo de política.
-¿Cómo te imaginás la puesta?
-La idea base es la ruptura del centro. Seguramente, será la primera puesta en el mundo en la cual Galileo no estará en el medio del escenario.
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