Fue modelo, trabajó en éxitos imbatibles y a los 64 años recuerda su pasado de estrella: Romina Gay, la vedette de los mil escenarios
Reemplazó a Nancy Herrera en la trágica temporada de 1988; “Tardé una década en volver a Mar del Plata”, rememoró en diálogo con LA NACION; su vida bajo los reflectores y su amistad con El Negro Olmedo
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“Con el Negro Olmedo éramos muy muy amigos, increíbles, compinches. A mí me tocó una brava: reemplazar a Nancy Herrera, que había sido su pareja, en la obra Éramos tan pobres, aquel verano trágico del 88 cuando murió al caer del balcón en Mar del Plata”, describe, a sus 64 años, Romina Gay (Gaydos en sus documentos), vedette, bailarina, actriz y modelo, que formaba parte de aquellos elencos que se cansaban de llenar teatros.
La verdadera historia comenzó un año antes, cuando Romina llegó a La Feliz para pasar sus vacaciones decidida a no hacer temporada. Así lo cuenta a LA NACIÓN: “La verdad fui a descansar, a ver Chispas, que hacían Thelma Biral y Nora Cárpena. Iba caminando por la peatonal y se me acercaron corriendo Hugo Sofovich y Guillermo Bredeston. Les comenté que había venido solo para pasear y me contestaron: ‘Bueno, pero vas a trabajar’. Me explicaron que había un problema en el teatro en la obra El Negro no puede. Yo no sabía qué pasaba. Me dijeron: ‘Necesitamos que te aprendas la obra y que estés sentada esperando por cualquier cosa, por favor’. Quise saber más. Les pregunté qué había pasado. Me respondieron que un problema con Olmedo y Nancy Herrera. El verano, pese a todo, se mantuvieron juntos haciendo la obra. Pero como continuó en Buenos Aires, ahí Nancy ya no estuvo. Seguí yo en el Teatro Alfil. Hasta que el otro verano, el del 88, el de la tragedia, regresamos a Mardel pero con Éramos tan pobres. Fue terrible. Me shockeó. Después de eso no quise trabajar más, me llevó diez años volver a la ciudad, fue terrible para mí”.
-¿De su distanciamiento con Nancy nunca habló o contó nada?
No, además no ameritaba, yo siempre hablé de trabajo, en la vida privada de la gente nunca me metí.
-¿Llegó a trabajar con Nancy Herrera?
No, solo la reemplacé y porque Hugo y Guillermo me encontraron en Mar del Plata, si no quizás el reemplazo era otra. Acordate que estaba sentada en la platea por las dudas...
Romina prefiere esquivar el tema de la pelea entre El Negro y Nancy, respetuosa de su colega, elige recordarlo bien: “Era tímido, reservado, un señor que siempre estaba pendiente de todas las personas que trabajaban con él, que estuvieran cómodas, que no les faltara nada. Era el último en sentarse a comer en el grupo, esperaba a todos, más al que era humilde porque no se olvidaba de sus orígenes. Un ser humano fantástico. Por eso digo siempre que trabajando a su lado fui cola de león, nunca cabeza ratón. ¿Anécdotas? Las más graciosas se daban sobre el escenario porque subía con el propósito de hacerte olvidar la letra. Y cuando le pasaba a él, entonces decía ‘ahora no me acuerdo y vas a tener que esperar’. Te hacía ese juego constante, como un pibe, un verdadero placer trabajar con él”.
Además de Olmedo, en la trayectoria de Romina Gay aparecen otros nombres muy grandes. Trabajó con Jorge Porcel, Moria Casán, Susana Giménez, Javier Portales, Lito Cruz y hasta hizo cine con Ova Sabatini en Nada por perder. “Con Marrone no laburé, pero era amiga de su mujer, Juanita Martínez y de mis amadas Aída Luz y Zulma Faiad con quienes hice Matrimonios y algo más. Siempre respeté a mis colegas, gente muy grosa, profesional ciento por ciento”, apunta.
¿Algo más? “Me olvidaba, fui modelo de El arte de la elegancia, de María Fernanda y Jean Cartier, y desfilé los hermosos vestidos del querido Roberto Piazza. Aclaro que nunca fui una Chica Olmedo o Porcel como intentan decir a veces para menoscabarnos”, completa.
-A propósito de Jorge Porcel, ¿por qué algunas compañeras lo siguen cuestionando, era tan hostil?
Era un excelente profesional y persona. Las que hablan mal de Jorge son señoras mayores que quieren tener cámara y lo hacen porque él no se puede defender. Si realmente era como algunas dicen hubieran hablado en su momento. Así que les pido que se llamen a silencio. Yo soy respetuosa. Trabajé mucho también con otros dos grandes, Hugo y Gerardo Sofovich, en Polémica en el Bar y en Los Rodríguez. Siempre me llevé excelente con todas las personas con las que compartí elenco porque soy una laburante, no tengo aires...”.
Tanto respetaba a Jorge Porcel que luego él la convocó para una gira internacional: “Fuimos a Perú, después él quería que hiciera el programa Las gatitas y ratones... pero no pude porque estaba embarazada de mi hijo Emanuel que hoy tiene 32 años y tiene hemofilia. Desde que nació siempre luché por visibilizar esta enfermedad que necesita mucha atención y sobre todo la medicación necesaria... A partir de ahí me alejé un tiempo, porque después de la muerte tan violenta del Negro, la verdad que me quería ir del ambiente artístico, te juro que me sacó las ganas de seguir trabajando. Me hizo muy mal, como te conté, me llevó una década poder volver a Mar del Plata”.
Para distender hablamos de sus comienzos como artista y la pregunta es si había alguno en su familia y por eso ella siguió sus pasos. Romina sonríe y responde entre bromas: “¿Uno? Te quedaste corto. Mi vieja era una gallega que le encantaba bailar español, otra que artista, una genia. Y de mi papá, Carlos Gaydos, mejor no hablar. ¿Sabés quién fue? Era checoslovaco, se hacía llamar Tambul, el salvaje blanco. Fue el primer Tarzán argentino. Trabajó en el Parque Retiro como atracción, era faquir. Un personaje, ¿no? Yo de chica iba pupila al colegio San Vicente de Paul. Recuerdo que tenía un cine teatro y cuando había obra siempre participaba, cantaba, actuaba y con el tiempo me atreví a más. En casa éramos muy humildes, no teníamos tele, me tentaba con lo que podía ver en la de mi tía”.
-¿Y qué la decidió a formar parte del ambiente del espectáculo?
Un amigo me llamó cuando tenía 18 años para hacer desfiles en los boliches y así empecé. Me vio Daniel Fernández, el coreógrafo de Susana, y arranqué con shows. Hoy es el padrino de mi hijo. Después debuté en el Teatro Nacional con Pedro Sombra en revista, y siguió el Tabaris con Moria y Hugo Sofovich. Luego comedia musical, hasta que Osvaldo Pacheco me da la oportunidad de hablar, jajaja. Y me largué. Pachequito me dijo: “Las locuras que me contás en camarines repetilas sobre el escenario y va a ser un éxito”. Un divino.
-Leí que tuvo grandes amores, entre ellos nada menos que Pappo.
Y bueno, si lo leíste será así. Gente con buena onda, salvo con DJ Deró cuando el muchacho le comentó que tocaba. Tuvo razón Pappo lo que le contestó (N de la R: “Conseguite un trabajo honesto”).
-¿También enamoró al cordobés Rodrigo?
(Ríe) Si en algún programa lo habrán dicho será así. Yo no hablo, soy una dama. Algunas cosas eran sabidas, otras no tanto... Pero te aseguro que toda era gente linda, buena, divertida, guardo los mejores recuerdos.
-¿Tiene ganas de volver a los escenarios?
Lo último que había hecho fue en 2011, una gira con Rodolfo Ranni con La noche del matador. Tres meses trabajamos en Santiago del Estero. Luego hice un especial para Los Únicos. Tuve que cuidar a mi familia, eso me quitó tiempo. Pero hace un mes y pico Hernán Aguilar, gran director y Raúl Mouzo, amigos de siempre, me tentaron para estar en una obra por cooperativa. Así hicimos Che Argentina, ¿sos o te hacés?, en el Multiespacio. La verdad no extrañaba, hice producción, además ya no me llamaban. Dios me presentó la vida de esta manera y no me arrepiento. Me gustaría seguir para sacarme un poco el óxido. Conocí mucha gente joven y me hizo bien, me cargué de energía. Te dejo un detalle que te va a servir para el final de tu nota. También fui instructora de fisicoculturismo, esa actividad pasó por mi vida, pero se retiró de mi cuerpo, jajaja.
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