Fue Miss Televisión, la acusaron de comunista y hay un tema que no toca más: Dorys del Valle, vigente como el primer día
De chica le dijeron que tenía más condiciones para bailar que para actuar pero no le importó; actuó en cine y TV y esquivó la persecución de la dictadura; el amor por su familia, en una charla con LA NACION
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Apenas comienza la charla con LA NACIÓN, Dorys del Valle se tienta por primera vez, situación que se repetirá a cada instante por su muy buen sentido del humor: “¿Sabés por qué me río? Cuando gané el concurso de Miss Televisión, el premio era un viaje por Europa: Holanda, Francia, España, Italia... Tuve que viajar con mi mamá porque era menor de edad y si no, no me dejaban ir. Ella era de Piamonte, entonces fuimos a visitar a la familia, nos quedamos casi un año y me puse de novia con un piamontés. Salíamos con él a caminar con toda la parentela siempre detrás, las tías abuelas acompañando como en la película El Padrino. Mi tío abuelo me esperaba fumando una pipa larga en el balcón hasta que entraba. Cuando volví se acabó el noviazgo, jajaja”.
El certamen del que habla Dorys ocurrió en 1955 y el premio se lo entregó nada menos que Isabel Sarli, que había sido coronada Miss Argentina ese año. “No me acuerdo quién me dijo que me anotara. Tenía 16 años, había que actuar, bailar, cantar; hice un sketch y quedé para la final. Estaban Irma Roy y Paco Jamandreu como jurados. Habían hecho mal el conteo de los votos y creí que había perdido, pero finalmente gané, jajaja. El tema fue que no podía viajar porque tenía 16, entonces la solución fue que fuera mi madre. Mis abuelos eran exiliados políticos. Mi mamá, Rosita, una gran modista, los había dejado de ver; aprovechamos y hacia allá fuimos. Me llamo Dorys por ella, porque así le decían, y del Valle por la virgen (N de la R: su nombre real es Noemí Rosa Castro y al principio de su carrera fue Mimí Castro). Antes pasamos por Holanda, fuimos a las bodegas Bols, estuvimos en Florencia, Venecia, Roma... En la embajada me hicieron una recepción porque fui a representar a la Argentina, jajaja, fue inolvidable”, rememora.
Ni bien regresó de aquel viaje empezó a trabajar como modelo de Jean Cartier, reconocido diseñador, conductor y hasta director televisivo de la época. “Por ese entonces la tevé estaba muy en pañales, pero hice programas para niños como El mago Richard, El capitán Minerva -donde mi papá era Eduardo Bergara Leumann, que hacía de gobernador de Jamaica, jajaja-. Luego hice la novela Teleteatro para la hora del té. Trabajé mucho con Chicho Ibáñez Serrador, con quien hasta nos pusimos de novios. Era muy mujeriego, conquistador, jajaja. Seguí con programas musicales con cantantes que venían de afuera, filmé Extraña Ternura con Daniel Tinayre. A los diez días de haber tenido a mi hijo Martín empecé a rodar, hacía hasta un strip tease. También trabajé en Violencia en la ciudad. Mi vida era eso, el estudio y demostrar. Como lo venía haciendo desde muy niña me parecía natural”, explica siempre entre sonrisas.
-A propósito, ¿cuándo y cómo fueron sus inicios como artista?
-De niña iba al Teatro Infantil Labardén; era muy completo, teníamos arte escénico, danzas folklóricas, clásicas, canto, actuábamos los fines de semana. También filmé cuando tenía nueve años una película que se llamó Madre Alegría, en la que las chicas interpretábamos el baile de la cinta. En el afiche aparecían las protagonistas: Amalia Sánchez Ariño, Golde Flami y abajo decía “con la colaboración del Teatro infantil Labardén”. También trabajamos en la Ciudad estudiantil con la presencia de Perón y Evita. Desde chiquita los fines de año hacíamos funciones en el Teatro Colón. A fin de año nos daban un sobre con dinero por todo lo que habíamos trabajado, un premio. Yo decía que era mi sueldo. Ahí aprendí que cuando la gente trabaja hay que pagarle. A los siete ya cobraba mi salario cada temporada y me compraba un sombrero y chocolates en Harrods o Gath & Chaves.
-¿Cuál fue el primer escenario que pisó?
-El del Teatro Colón. Aprendí desde muy chica lo que era un sonido, una luz, un espacio, una acústica. La profesora me dijo que tenía más condiciones para bailar que como actriz y cantante. Trabajar ahí o en lugares municipales donde nos llevaban era normal para mí. Di un examen de baile y me llegó un telegrama que había entrado al ballet del teatro. Estaba terminando el primario y participaba en las óperas con la escuela de baile. En Andrea Chenier hacíamos el pueblo, en Aída también estuve. Luego me llegó la oportunidad que te conté cuando fui elegida Miss Televisión y me alejé por los viajes.
-¿Qué hizo cuando regresó? Seguía siendo una adolescente.
-Hicimos para tele la revista de Jean Cartier, en un estudio de cine por lo grande que era. Luego avisos publicitarios; bailaba jazz, hacía musicales todo el tiempo. Trabajé con muchos grandes como Narciso Ibáñez Menta en El Jorobado de Notre Dame, con Luis Tasca y Silvia Montanari. Trabajé mucho con Alejandro Romay, épocas de intensa actividad para los artistas. Cuando hicimos Rolando Rivas taxista se ensayaba; luego hice La Sartén por el Mango con Claudio García Satur, una obra de teatro escrita por Javier Portales. Y Revista todo lo que te puedas imaginar, con Nélida Roca, Adolfo Stray, Alberto Olmedo. Me salió una posibilidad para trabajar en el exterior...
-Cuénteme dónde...
-En México y tuve oportunidad de quedarme, pero ya tenía un vínculo sentimental con Pancho Guerrero, el padre de mis hijos, que fue a buscarme para pedirme perdón porque se había portado mal, jajaja. Éramos muy jóvenes. Justo me llegó un contrato para el Maipo y me vine. ¡Estuve casi un año y medio en Centroamérica!
-Con Pancho formó una familia...
-Hermosa, tuvimos dos hijos, Fernanda, que estudió teatro con Agustín Alezzo pero después le dijo no a la profesión y se hizo licenciada en servicio social. Hoy es coordinadora del Centro cultural Carlos Gardel. Martín tampoco quiso ser actor a pesar de que tuvo oportunidades. Es periodista, director de cámara, rector de la carrera de radiodifusión en la Escuela Técnica Hermitte, le gusta la docencia. Tengo dos nietos, Franco, el mayor, estudia Ciencias Políticas. Luciano, el más chico, va a empezar Psicología y le encanta la música. Son mis amores.
-También estuvo en pareja muchos años con Emilio Disi.
-No, no, no, ese tema yo no lo toco más, no, no, no. Ya está. No me interesa. Hoy estoy concentrada y prefiero hablar de mi carrera porque me siguen llamando. Hice cuatro años Las dos carátulas en Radio Nacional hasta que llegó la pandemia. A mí me hizo mucho daño, no tuve coronavirus pero sentía terror, no salí de mi casa. Ahora estoy haragana, tuve dos propuestas, pero prefiero esperar algo que me entusiasme como Hello Dolly o Luz de gas en la época de oro. Quiero trabajar en algo que me encante, si no prefiero esperar, siempre fui así.
-¿Por qué durante la dictadura militar la señalaron como comunista?
-Nunca lo supe, nunca fui ni a la puerta de la sede del partido, pero eso decían. Ahí tuve dos opciones: o irme del país o quedarme. Recuerdo que no podía pisar ciertos lugares, por eso decidí hacerme yo la producción y trabajaba en la costa y algunos lugares del interior, que no sé por qué los milicos no llegaban hasta ahí. Así durante casi tres años. Metía un decorado inflable en una camioneta y me iba. Me gusta mucho la escenografía. La obra de Hugo Sofovich se llamaba Entel mon amour, porque había un tema picante en esa época con los teléfonos. La hacíamos con Menchu Quesada, Roberto Escalada y Ricardo Dupont, compañeros de fierro, luego se sumó Ricardo Bauleo. Recuerdo que la gente tenía miedo de salir a la calle con mucha razón. Mi hijo Martín me acompañaba con otros chicos para armar el decorado de madera balsa, el de Mabel Manzotti hacía de asistente. Era una aventura, en esa época no había espectáculos en la costa, fuimos los precursores de llevar el teatro a San Clemente, San Bernardo, Santa Teresita, Mar de ajó... Entre tantas cosas me olvidé de contarte algo, una picardía...
-Adelante.
-Cuando salí del Colón y era una piba estudiaba zapateo americano. Después de tomar la clase me quedaba, daba clases yo y cobraba. Ya tenía ese espíritu comercial adentro, jajaja. Hoy disfruto mucho de mis nietos, de mi familia. Ah, y me dan menos de 84, siempre fui una persona muy activa, quizá esa es la clave.
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