Fue gerente de un shopping y una piña le cambió la vida: ¿Quién es el niño de la foto, hoy un famoso mediático?
Tiene 39 años, estudió en España y fue tentado para hacer política; la historia del ilusionista que aún vive con su madre en Avellaneda y pone su galera al servicio de la solidaridad
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“La trompada que me dio Ricky Maravilla me bajó una ‘paleta’ y me marcó la cara, pero también la carrera y potenció mi futuro”, destaca Pablo Cabaleiro, más conocido como El Mago Sin Dientes, a partir de ese hecho violento ocurrido un 13 de junio de 2009 en el programa Pasión de Sábado que conducía Marcela Baños.
Así lo recuerda hoy a LA NACIÓN: “Se trataba de una cámara sorpresa que hacíamos a líderes de la movida tropical. Él se enojó y empezó a repartir cachetazos y golpes; a mí me dio una piña en cámara y me sacó limpito un incisivo de arriba. Me fui dolorido a mi casa, no sabía qué hacer; llego y el teléfono no paraba de sonar porque en los noticieros estaba saliendo que Ricky le había bajado los dientes a un mago. Yo por esos años hacia magia pero también me había recibido de Licenciado en Marketing y venía de España de hacer un master”.
Cabaleiro confiesa que pensó cómo manejarse en ese momento y que gracias a la carrera de marketing que había hecho vio el lado positivo y aprovechó que el tema era cadena nacional. “A la semana voy a ShowMatch y cuando Marcelo Tinelli me ve, pregunta: ‘¿Ese que está ahí es el Mago sin dientes?’. Yo por dentro sentí que lo acababa de instalar como marca. Ahí nació el Mago sin dientes. Al otro día fui a Marcas y Patentes y lo registré para empezar a posicionarlo. Entonces empiezo a darle fisonomía al personaje para que fuera mediático, popular, torpe, antihéroe, algo que no existía en la Argentina, porque todos se querían parecer a David Copperfield, no a un zopenco. Y empecé a meterme en todos lados, clásicos River-Boca, elecciones, fiestas de los Martín Fierro, de revistas del corazón, siempre vestido igual porque separo la vida pública de la privada. Nunca tengo entradas para ingresar a eventos, pero por una cosa o por otra logro entrar”, describe Pablo sobre ese modus operandi que lo volvió figurita repetida.
Un poco de historia y de magia
Sus aventuras con el ilusionismo comenzaron una Navidad cuando tenía apenas ocho años. Su abuela Beatriz le regaló una caja de magia. Ese juguete lo fascinó y enseguida se puso a hacer trucos para su familia. A partir de ahí hacía su pequeño show en cumpleaños, Días del Niño, Reyes. Y para esas fechas solo pedía de obsequio algo que tuviera que ver con otro juego, libros o un video o DVD de magia para seguir aprendiendo. Lo tomó como hobby y a la vez como su juguete preferido. “La caja todavía la conservo y la varita y el pañuelo podés verlos en la foto que te envié”, asegura Pablo, al hacer referencia a la imagen que ilustra esta nota.
Y respecto a su pasado, amplía: “Estudié en el Colegio San Martín de Avellaneda, el mismo al que concurrió Jorge Lanata. Yo nací y vivo acá en esta ciudad. En los actos de la escuela actuaba siempre; desde chiquito mi apodo era Mago. A los 10 empecé a competir en torneos juveniles, intercolegiales, representaba a la escuela y al partido. Llegué a viajar a Mar del Plata a los doce años. Y enseguida pude debutar en televisión con mi ídolo, Carlitos Balá. Era fanático, lo miraba por tele cuando llegaba a casa del primario”.
El mandato familiar
Cabaleiro explica que, por aquellos años, sus padres querían que estudiara una carrera universitaria, ya que veían a su pasión por la magia simplemente como un divertimento, no como una posibilidad de ganarse la vida en el futuro. Y entonces las penitencias si no estudiaba o no se portaba bien consistían en que sus cajas de magia quedaban por unos días bajo llave. “Era lo que más me dolía, entonces trataba de cumplir con todo”, describe.
En ese entonces no había escuelas de magia, pero a los 10 años pudo estudiar con un profesor, el Mago Charly, que daba clases en la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Avellaneda; luego fue autodidacta, gracias a que iba coleccionando libros y videos para capacitarse aún más.
Cuando terminó la secundaria hizo la carrera tan requerida por sus padres: “Una Licenciatura en Marketing para complacer a mis viejos porque querían que el nene tuviera un título. Pensé que me podía servir para lo artístico. Cuando termino, un compañero mío era Center Manager, es decir, gerente general de un shopping muy conocido, Alto Avellaneda, y me lleva como gerente de marketing a la sucursal de mi barrio. Tenía veintipico de años, hacía mi trabajo en el centro comercial y le agregaba shows de magia porque había que generar atractivos para la gente”, detalla.
No fue todo, porque por sus dos actividades tuvo la oportunidad de viajar al exterior para capacitarse aún más: “En México asistí a Congresos de Magia para perfeccionarme. También en España e Italia, porque quería poner mi propia escuela de ilusionismo en mi querida Avellaneda, que tengo hace doce años para chicos, adolescentes y adultos. Ahí aproveché para hacer un master en Madrid de marcas e imágenes. Y justo cuando vuelvo de España pasa lo de la piña de Ricky Maravilla y lo que te conté cuando Tinelli me bautiza como ‘El Mago sin dientes’ en su programa que hacía picos de rating. Yo trataba de perfeccionarme, estudiaba teatro con Esteban Mellino y aprendí mucho de su personaje, el Licenciado Lambetain. El Mago sin dientes tiene cosas de él, también de Tandarica, Los Tres Chiflados y Mr. Been. Trato de conjugar todo para mi personaje”.
Si bien Pablo comenta que él fue armando la estrategia para crecer en su labor artística, también reconoce que lo sorprendió cómo fue creciendo su popularidad: “Estuve en 500 programas de Tinelli -por siete años ininterrumpidos- ahí paradito; al final, terminé siendo su amigo. Gracias a esa exposición logré posicionarme. También me tengo que aguantar que muchas veces digan, ‘ahí va el bol… de El Mago sin dientes’. Yo lo disfruto porque genero eso, quiere decir que hago bien el personaje antihéroe que me propuse. Siempre Marcelo me preguntaba cuál era mi sueño. Yo le decía que era bailar en la pista de ShowMatch, y lo pude lograr. Fui a acompañar a Violeta Lo Re en su sueño solidario para Brian. Y ahí me vuelve a consultar cuál sería el próximo. ‘Almorzar con Mirtha Legrand’, le contesté. Lo mismo me preguntó días después Mariano Iúdica, quien llamó al aire a Mirtha, se lo dijo y me invitó”.
Ya sentado en su mesa, la señora Legrand también quiso saber el futuro deseo de Cabaleiro: “Que el Papa Francisco bendiga mi galera”. Algo que también pudo hacer realidad. “La seguridad del Vaticano me miraba mucho, y la gente me preguntaba quién era y de dónde venía”, comenta y sonríe.
El amor y el dolor
Si bien Pablo tuvo otras parejas, la que trascendió ante los medios fue la que mantuvo con la empresaria Ana María Patricelli, quien en julio de 2020 fue hallada muerta en su departamento por una de sus hijas con una bolsa en la cabeza, pastillas y alcohol. Cuando supo de la noticia, Cabaleiro expresó en sus redes sociales: “Un día muy muy triste. Ani siempre te recordaré con todo mi corazón por todos los momentos vividos a la par. Gran mujer de corazón gigante”.
-¿Fue tu gran amor, Pablo?
-La verdad que sí, una gran persona y compañera que tuve a mi lado, muy querida por todos. Primero tuvimos una amistad larga de casi tres años, y después nos pusimos de novios durante casi uno.
-¿Cómo pasaste de ser muy amigo a pareja?
-Fue mutuo. La conocí por amigos, no era una persona del medio y ella respetaba mucho mi trabajo y a mí, y no le gustaba la exposición pública. Eso lo seguiré respetando siempre. Nunca tuve convivencia con nadie con ninguna de mis parejas. Siempre estuve viviendo con mamá, a veces me cargaban mucho en la tele: ‘Che, seguís viviendo con tu mamá’. Y se dio así, más ahora que falta papá, trato de cuidarla mucho como hijo único.
-¿Con Ana no llegaste a convivir?
-No, no, para colmo con la pandemia no podía ir a verla. Estaba cuidando a mi mamá, que es mayor.
-¿Cómo te tomó la noticia de la decisión que tomó?
-Por respeto jamás lo voy a hablar en público, porque a ella nunca le gustó trascender en los medios, por eso siempre voy a sostener ese respeto.
-Imagino el shock que te produjo.
-Imaginate, fue muy muy fuerte, muy triste, estuve mucho tiempo triste.
-¿Lo superaste?
-Mirá, públicamente elijo hablar de mi personaje y lo voy a seguir sosteniendo por respeto a ella.
-¿Cómo está hoy tu vida sentimental?
-Estoy solo, enfocado en la carrera artística, poniendo toda mi mente en lo laboral. Vengo de estar mucho tiempo parado, lentamente se está reactivando todo.
Su actividad profesional, la política, sus padres
Pablo confiesa a LA NACIÓN que hoy está sorprendido porque está trabajando muy bien desde que se tomaron algunas medidas para que vuelvan las actividades artísticas en medio de la pandemia por el Covid-19. “Estoy en el Circo Luxor, en avenida General Paz y Crovara, donde seguimos haciendo funciones junto a 30 artistas en escena, malabaristas, acróbatas, trapecistas, payasos. Trabajamos con el 50 por ciento del aforo para cumplir con los protocolos, es un espectáculo para toda la familia con gran convocatoria de público”, resalta.
Respecto a su convocatoria para actuar en política aclara: “Fue cierta. Me llamó alguien muy importante de Juntos por el Cambio en marzo para que me candidateara a diputado. Le dije que no, porque para ocupar un cargo público hay que dedicarle el 100 por ciento. Le aclaré que no estaban buscando a Pablo Cabaleiro, sino a El Mago sin dientes, para llegar al público popular. Tal vez porque hace falta una cara que llegue a esa gente dentro del partido, pero no pienso mezclar lo político con el personaje, eso lo tengo muy claro”.
No quiere despedirse sin recordar a sus padres, Daniel y Alicia: “Papá falleció hace dos años; yo vivo con Alicia, mi mamá. Por suerte pudimos hacer juntos un último viaje antes de la pandemia por Italia, Francia y España. Hoy agradezco que me hayan apoyado para vivir de lo que me gusta”.
-¿Cuál es tu próximo sueño?
-Racing campeón y hacer un show de magia en Las Vegas donde están los mejores magos del mundo en los mejores casinos. A la gente le digo siempre que nada es imposible.
-Supe que con Ricky Maravilla terminaste llevándote muy bien después de aquella agresión que cambió tu vida.
-La verdad que sí, y cuando me enteré de que Ricky era padrino del Hospital Ricardo Gutiérrez, le dije que los Días de la Infancia lo iba a acompañar siempre haciendo shows ahí. Y ahí nació nuestra amistad.
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