Arrasó en el prime time de la TV, vendió guisos en pandemia y aún le gritan por la calle: Pacotillo, el actor todoterreno
Empezó en el histórico VideoMatch con humoristas del calibre de Pablo Granados y Freddy Villarreal; luego, logró masividad con Sofovich; en diálogo con LA NACION, habla de por qué no está en la televisión y sus ganas de emprender por otros rumbos
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“¡Vamos Pacotillo!”. Con ese grito el icónico personaje de Gabriel Almirón hacía sus entradas y salidas del recordado ciclo de humor La Peluquería de los Mateos, producido por Gerardo Sofovich en base al mismo programa que, décadas atrás, había sido un éxito. Muchos años han pasado de este recuerdo, sin embargo, el humorista sigue dentro del mundo del espectáculo, aunque con un perfil muy diferente.
VideoMatch (hoy reconvertido a ShowMatch), La Peluquería de los Mateos y Polémica en el Bar fueron los programas de televisión donde lo vieron brillar. Hoy está lejos de aquella TV pero bien cerca del teatro, entre comedias y clásicos (está preparando un papel para una obra de Shakespeare) e incluso como dramaturgo. En diálogo con LA NACION, recuerda sus orígenes, todo lo que aprendió de Marcelo Tinelli y Gerardo Sofovich y también la cuenta pendiente que le quedó con la gastronomía.
“Al llegar fin de año me puse a pensar en mi recorrido y veo mi vida como un álbum de fotos. Cada hecho de la vida de alguna manera va perfilando mi futuro cercano y lejano, con un destino muy claro”, asegura antes de detallar: “Disfruté cada momento de mi vida, desde mis comienzo en ShowMatch en Telefé hasta el día de hoy, y creo que cada paso fue necesario, no me arrepiento de nada, estoy orgullosísimo de todo lo que hice”.
Y si bien Gabriel Almirón es mucho más que Pacotillo, no se puede negar que es su personaje más popular y que con él se ganó el corazón de la gente. Y, claro, no reniega de eso. “Siempre me preguntan si estoy cansado de que me digan Pacotillo y la verdad que no, estoy orgullosísimo, es una creación mía, es un sueño materializado, algo que adquirió popularidad y se atomizó en millones de argentinos. Darle risa a la gente que disfruté en esos años. Cada vez que salgo a la calle y alguien me dice Paco o Pacotillo para mí es música, porque me recuerda aquella que alguna vez hice”, asegura.
Un VHS y las " payasadas” que le abrieron la puerta al prime time
Antes de que se convirtiera en el popular bailarín de flamenco, Gabriel Almirón tuvo su paso por VideoMatch, en donde ya brillaban otros humoristas como Pablo Granados o Fredy Villarreal. Fue ahí donde empezó a aprender los gajes del oficio que lo enamoraría para toda la vida. “Marcelo había convocado en el año 94 un casting abierto para que llevaran VHS con ideas; y con un amigo hicimos algunas payasadas frente a cámara”, rememora a este medio. “Ahí arrancamos, primero empezamos asistiendo a los editores de notas para ir aprendiendo de qué se trataba y después de a poco fuimos entrando en la artística”, explica Gabriel.
“Yo empecé en Telefe con Marcelo, era muy difícil, era un pichón y ya había algunos monstruos como Villarreal (Fredy), Pablo Granados… era muy difícil. Más allá de qué entendía el cómo y el por qué, también tenía que entender el código al programa; era mucho prueba y error, hasta que enganchamos con los doblajes de Marcelo y después las cámaras ocultas”, recuerda. “Ahí entendí para qué lado iba el programa, empezamos a hacer las cámaras ocultas del Dr. Borocotó, el Vale Valeria… y lo mismo con los doblajes de Marcelo, hasta el día de hoy me sigue pidiendo que haga la apertura para todos los comienzos de año”, explica Gabriel.
Para él, la televisión fue una escuela que le enseñó todo lo que después usó en el cine y el teatro. Y no fue para menos: de profesores tuvo a dos de las personas que mejor habían entendido el mundo del espectáculo en la Argentina. “Marcelo (Tinelli) y Gerardo (Sofovich) te miraban todo el tiempo con una lupa”, subraya antes de ampliar: “Con Gerardo es encontrarle el código a él, no al programa. Yo venía aceitado con la escuela de VideoMatch, ahí no necesitaba encontrarle el código al programa porque eran cosas que ya veía de chiquito como La Peluquería de los Mateos o Polémica en el Bar, pero había que agarrarlo a Gerardo”. ¿Cómo era trabajar con Sofovich era la gran pregunta? “Él era el hacedor de todo eso y había cosas que no le gustaban que uno haga: como la falta de atención o el poco mérito que uno le puede poner a cada cosa que hace; fue una escuela Gerardo. En VideoMatch aprendí a entender de producción y con Gerardo aprendí a ser disciplinado”, asegura.
El teatro, las ganas de escribir y el reto de Hugo Arana que lo cambió todo
A pesar de que siguió ligado a la televisión, con algunas participaciones en tiras, el teatro empezó a ganar el corazón de Gabriel Almirón, y tras eso las ganas de escribir sus propias obras. Sin embargo, fue la aparición de otra gloria del teatro argentino lo que le marcó el camino.
“Cuando empecé a escribir estaba haciendo temporada en Mar del Plata y no sé por qué, quizás por esas cosas místicas, se me dio por hablar con Hugo Arana”, recuerda Gabriel antes de aclarar: “Yo no lo conocía, pero soy medio caradura y le dije que tenía ideas sobre una comedia, que lo admiraba y si se animaba a leerlo. Me dijo que sí y así arrancó una relación hermosa”.
“Empecé a escribir y fue un desastre, pero gracias a ese desastre pude acomodarme. Hugo se cag...ba de risa y me decía: ‘Gabi, esto es un cachivache. No podés escribir una cosa así, la historia está bien pero está mal redactada, los chistes son boludos’. Me dijo que escriba y reescriba todas las veces que sea necesario y me prometió que iba a verlo tantas veces como sea hasta que esté bien”, agrega el actor.
“Si no hubiera sido por eso no hubiera entendido las diferencias que hay en el teatro, del que es más comercial, de temporada y más digerible, y el teatro que es el que hacía Hugo Arana y que él estaba acostumbrado; él me llevó para ese lado, que es el que yo quería. Contenido, buenos diálogos… él se encontró con un mamarracho porque yo venía de hacer mamarrachos, más allá de la satisfacción que me daba cada obra”, suma.
De vender tickets a vender guisos, el ingenio para ganarle a la pandemia
A Pacotillo le sucedió, en la vida, lo mismo que sucede en el teatro: a veces las luces se prenden y otras se apagan. Y como les pasó a muchos rubros, cuando estalló la pandemia del coronavirus, el teatro tuvo que cerrar sus puertas por mucho tiempo. Es por eso que tuvo que ingeniárselas para poder mantenerse durante el tiempo del confinamiento.
“Cuando llegó la situación en que estaba todo cerrado empecé a pensar qué hacer, porque yo tenía mi casa, mis gastos y tenía que seguir. Entonces fui a lo otro que me gusta, que es la gastronomía y se me ocurrió hacer guisos. Hacía un solo guiso por día: los lunes teníamos de lentejas, los martes de mondongo, los miércoles de campo y coronábamos el viernes con locro”, señala Gabriel.
“Así se llamaba, Solo Guisos, y la verdad es que fue una explosión acá en el barrio y en los lugares cercanos y yo no daba abasto. Ni me lo esperaba, pensé que iba a hacer cinco o seis guisos por día y bueno, iba a sobrevivir, pero terminó siendo una locura”, apunta antes de agregar: “Hacía todo, desde ir al Mercado Central a comprar la materia prima, hasta ir a la cocina, pelar las cebollas, cocinar, hervir la carne, atender los llamados y después hacer el delivery”.
La satisfacción fue tal que no descarta en un futuro apostar nuevamente por la gastronomía. “Me queda el desafío de tener mi propio emprendimiento gastronómico, que sé que algún día voy a tenerlo. Me quedé un poco calentito por eso, se ve que cocino bien. Veré si hago un restaurante o volveré con los guisos”, proyecta.
Ahora, mientras escribe dos obras, se prepara para actuar en una nueva versión de El Rey Lear, la popular creación de Shakespeare. Estará acompañado por Maxi Guione, Malena Solda y Felipe Colombo. Además, está ensayando con Roly Serrano para lanzar este año una obra escrita por él.
Sin embargo, no descarta la posibilidad de volver a la televisión. “Hago algunas cosas para televisión, pero si vuelvo me gustaría hacer un programa de humor. No quiero ser panelista ni conducir, no soy eso. Ya no hay tiras diarias, y tampoco hay programas de humor, pero si aparecen y me dicen si quiero estar, obvio que quiero estar. Me gusta mucho hacer reír”, cierra.
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