Freud y Mahler, un encuentro controversial
Hijo de mil / Libro: Pablo Finamore, versión de La Madre Voluptuosa, de Ariel Arango / Intérprete: Pablo Finamore / Música: Joaquín Segado / Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo / Dirección: Marcelo Nacci / Sala: El Extranjero, Valentín Gómez 3378 / Funciones: lunes, a las 21 / Duración: 60 minutos / Nuestra opinión: Buena.
Hay en el idioma español una palabra de cuatro letras, proveniente del latín (puttus, muchacho) que, desde hace añares, escrita o pronunciada en femenino remite al erróneamente llamado "oficio más antiguo del mundo". Dicho vocablo es empleado usualmente para agraviar y denigrar a las mujeres en general, ya como presuntas mercenarias del sexo, ya como madres de las peores personas: "Durante mucho tiempo, la injuria más violenta y soez", según el madrileño Inventario General de Insultos, se cuentan alrededor de cien los motes afrentosos que aluden a aquel oficio que no fue precisamente una invención de las mujeres. Antiquísimas religiones patriarcales se escudaron en los dioses para obligarlas a tener sexo con extraños en ciertas oportunidades, a cambio de un dinero que se adjudicaba al culto. Más adelante, en Grecia, luego en Roma, la mayoría de las prostitutas eran esclavas que habían sido hechas prisioneras como botín de guerra. Las menos tenían el rango superior de hetairas, esclavas libertas o extranjeras ilustradas, cuya compañía era buscada por políticos, filósofos, artistas.
Hijo de mil, como la expresión (incompleta) lo da a entender sin rodeos, es una obra que, ficcionalizando muy libremente una atípica sesión que Freud mantuvo con Mahler en 1910, ronda con obstinación y ánimo reivindicador alrededor de la palabra que completa el título. Se trata de un relato bastante descolgado de lo que fue aquel encuentro, del que quedaron algunos testimonios en cartas del propio Freud, quien se refirió en particular al complejo de Edipo del músico. En esta dramaturgia apenas queda el disparador de la sesión: Mahler ha recibido un telegrama apasionado del joven Walter Gropius destinado a su esposa, Alma Schindler, y, desesperado, pide una entrevista, que Freud le concede en Leyde.
El resto es una fantasía que propone a un terapeuta parlanchín que amonesta a su lacónico paciente -un Mahler medio pavote, según esta versión-, incitándolo a llamar a las cosas del sexo por su nombre más crudo y vulgar. Un planteo un tanto inverosímil si se tiene en cuenta que Freud era tan pudoroso como Mahler en el uso del lenguaje. El caso es que en este espectáculo el autor de Tótem y tabú se desgañita tratando de convencer a su paciente para que aplique a su mujer, incluso a su madre, esa palabra que define "la hembra libidinosa y promiscua". Más aún, el texto le hace decir a don Sigmund que ésa "es la ruta de salvación de la mujer". Un disparate que podría resultar simplemente chistoso si no fuese porque, a continuación, Freud se embarca en una defensa de la prostitución como institución, citando a Sumeria, a Babilonia, a Grecia y sus hetairas, a Roma, "una belleza de civilización". Lástima, habría que señalar, los mercados de esclavos, donde miles y miles eran vendidos y destinados a todo servicio, incluyendo la prostitución, donde, una vez más en la historia, la mujer era convertida en objeto de consumo, usada como moneda de cambio.
Esta obra deja pasar la oportunidad de darle relieve al personaje de la cultivada y talentosa Alma, en su juventud autora de lieder que dejó de componer a pedido de su primer marido. Mujer altamente seductora que se casó -después de la muerte Mahler, a quien había conocido a los 19, previos escarceos con Klimt, entre otros artistas- con genios de la talla de Gropius (el creador de la Bauhaus) y el poeta Frank Werfel, sin dejar de tener otros amoríos, como el que la unió al pintor Oskar Kokoschka.
Portando una remera con la imagen de una Virgen María de estampita, Pablo Finamore brinda un recital de actuación, acompañándose diestramente al piano, digno de mejor texto. Modula, se desplaza, se desdobla, derrocha energía y recursos de una amplitud inusual.