The Mars Volta
Rodríguez y Blixer retuercen su sonido más allá de lo probable.
De-loused in the comatorium , el disco debut de The Mars Volta, se concibió como un álbum conceptual inspirado en la vida de Julio Venegas, un artista de Texas que intentó suicidarse con una sobredosis de morfina y falleció después de permanecer una semana en estado de coma. En esos siete días de agonía, aparentemente, Venegas vivió alucinadas experiencias en sus sueños; cruentas batallas entre lo bueno y lo malo de su conciencia.
Así, histérica, dolorosa, progresiva y truculenta, fue la raíz de esta banda que atravesó la escena subterránea con At The Drive-In y se convirtió en un grupo de culto antes de tiempo. Cuando parecía que The Mars Volta había llegado a los límites de su propio sonido (en su ópera prima, Omar Rodríguez había hecho estragos con su vieja guitarra Silverstone), regresó con su mismo discurso, su desmesurada imaginería y vomitó setenta y siete minutos de música de otra dimensión, apocalíptica y anticomercial. Utilizando elementos del hardcore, la psicodelia, el blues rock, la salsa y el free jazz, estos marcianos afro liberan un torbellino de notas e imágenes en blanco y negro, cuyo big bang se halla en la guitarra de Rodríguez, el centro de operaciones desde donde se disparan todos los pedidos de auxilio de Frances the Mute , un vibrante trabajo de sólo cinco temas.
“Cygnus... Vismund Cygnus”, la canción de apertura, nace desde un silencio amenazante que resiste cuarenta y cinco segundos; en ese momento la banda explota sobre un riff krimsoniano, mientras Blixer sufre el primer exorcismo documentado en la historia del rock. Sobre un fondo terrorífico y desesperado, el cantante experimenta convulsiones y grita: “Me hacés sufrir, salí demonio, salí de mí”.
Indistintamente, en Frances the Mute , las letras pasan del inglés al castellano, y ésta es una de las mayores novedades. Otra es el enriquecimiento de la instrumentación, con secciones de bronces y oscuros pianos acústicos, como los que aparecen en esa especie de salsa rasposa y sensual que es “L’Via L’Viaquez”, un interludio que cuenta la atormentada historia de Elvia, una joven confinada a viajar eternamente por distintos estados auditivos y mentales.
En “The Widow”, la pieza más corta del álbum (seis minutos), Cedric reafirma sus fabulosas condiciones vocales y su tono emocional y dramático. Su voz fluye a través de un blues triposo que podría haber integrado Led Zeppelin III si Page y Plant nunca hubieran escrito “Since I’ve Been Loving You”. Y esa carga setentosa hace que The Mars Volta vaya desde el Pink Floyd fantasmal y orquestado de “Miranda, That Ghost Just Isn’t Holy Anymore” hasta los treinta minutos de puro caos y locura de la compleja suite “Cassandra Gemini”, en que se alimenta de una vieja costumbre de los grupos progresivos y divide sus épicas batallas sonoras en movimientos pensados a partir de la música clásica y desarrollados arquitectónicamente como un ensayo de Hunter S. Thompson.
Lejos de categorizaciones y con un pie en el suicidio comercial, los jinetes del Apocalipsis polifónico parecen redefinir el futuro del rock (o, al menos, el de su rock) desde un universo esquizoide en el que la improvisación es la madre de la abundancia. Y el cielo dejó de ser el límite.
Otras noticias de Críticas
Más leídas de Espectáculos
Balance. David Duchovny, Gillian Anderson y una relación que tildaron como “una amistad fallida”
Fernán Mirás. Una hijastra famosa, un matrimonio que naufragó y la mujer que lo acompañó en el momento más crítico
Retro y desgarrador. El video de Bruce Willis con su hija menor que conmovió a todos
“Yo sé cómo fueron las cosas”. Alexis Mac Allister rompió el silencio sobre su conflicto con Cami Mayan y fue contundente