Flores coloridas y árboles añosos
En charla con ella misma, la dramaturga Susana Torres Molina confiesa su debilidad por las plantas, opina sobre el patrimonio arquitectónico y muestra su ecléctico gusto musical: desde Schubert hasta Radiohead. De paso, se saca una foto.
Un espacio experimental en busca de la entrevista soñada: el elegido se interroga y se fotografía
–¿Qué personalidades te hubiera gustado conocer?
–Roger Waters (no pierdo las esperanzas, saqué entrada para verlo); Beckett, por ser tan único en su vida y obra; Héctor Viel Temperley, después de leer esa maravilla conmovedora de Hospital Británico, y Tarkovski y Béla Tarr, por ser cineastas que admiro.
–¿Te atrae el ocio?
–Mucho. Son mis momentos más creativos, donde se comienzan a cocinar las cosas a fuego lento. Casi sin darse cuenta. Pienso que no estoy haciendo nada y hay una actividad inconsciente muy poderosa.
–¿Y los fines de semana cómo te gusta pasarlos?
–Si es verano en el agua, manguera, pileta, mar, océano, y con verde alrededor, aunque sean tres malvones. Siempre con buena lectura a mano, música y alguna película para la noche, eso siempre y cuando no vaya al teatro. Si es invierno, lo mismo, pero sin la necesidad de agua para sumergirme.
–Si te mudaras a un monoambiente, ¿qué objeto decorativo te llevarías?
–Un gong que mi padre trajo de Japón y que al golpearlo produce un sonido de una vibración celestial.
–¿Qué valorás en los amigos?
–El humor, la discreción, la sensibilidad y flexibilidad para poder ver las cosas desde muchos puntos de vista.
–¿Hacés algún tipo de trabajo físico?
–Una serie de ejercicios que tienen relación con el yoga y que los llaman los ritos tibetanos. Además me ocupo de mi terraza, de las plantas y de limpiar de hojas los techos, y eso exige mucho trabajo físico.
–¿Te gusta la ciudad dónde vivís?
–Me gusta mucho la actividad cultural que tiene, pero le faltan lugares gratuitos para estar en contacto con la naturaleza. El río cada vez está más inaccesible y se ve menos. Y ahora en mi barrio, Villa Crespo, estos últimos dos años tiraron abajo decenas de casas, algunas muy antiguas, para hacer locales outlets que son cajas de zapatos. Ningún criterio urbanístico, sólo prima el negociado inmobiliario y poco importa la destrucción del encanto de un barrio con historia. Ahora a la noche sólo hay infinidad de cortinas metálicas grises.
–¿Cuando escribís escuchás música?
–Siempre. Mi grupo preferido es Radiohead. Hay algo del ritmo de la música que producen y de la frágil desesperación de la voz del cantante Thom Yorke, que inmediatamente me coloca en el acto de escribir. También escucho mucho a Schubert. Amo los cuartetos de cuerdas. Y el chelo y el piano son mis instrumentos preferidos.
–¿Cómo te imaginás cuando seas muy viejita?
–Tengo una imagen recurrente: me veo en un jardín, que tiene muchas flores de variados colores y altos árboles añosos, sentada en una reposera con un libro en la mano, admirando la belleza de la naturaleza, muy en paz. Alrededor mío escucho voces de personas, seguramente hijos, nietos, vaya una a saber.
Feliz, me veo una viejita muy feliz.
Producción: Yamila Schmies