El rosarino anunció ayer la gira mundial por los veinte años del disco fundamental en la historia de nuestro rock
"Cae después una ligera llovizna de ceniza. Pequeños grupos viscosos flotan en el aire. Fragmentos de telaraña con leve olor a nauseabundo como el bromo: son los restos del hombre que fue. No hay más remedio que amarnos apasionadamente los unos a los otros". Juan José Arreola, "Alarma para el año 2000"
Pasa lo que pasa cada vez que volvemos a los primeros años de aquella década también bastante infame: no podemos creer que hayan pasado veinte años, no. Nos negamos. En simultáneo, la paradoja: queremos, necesitamos regresar al momento en el que cualquier resabio de incomodidad desaparece entre la niebla temporal. En 1992, cuando se editó quizás sin conciencia de cuál sería su importancia futura, El amor después del amor dejó una quemadura circular, de esas que pican o duelen placenteramente, en la historia del rock nacional y en la biografía de todos los que supieron que ahí había más que otro disco de Fito Páez. Más allá de los números (fue el más vendido de nuestra historia comercial) y del quiebre en la carrera de Fito, incluso más allá de las colaboraciones estelares (básicamente están todos: de Ariel Rot a Mercedes Sosa, pasando por Charly, Cerati, Spinetta, Celeste Carballo, Melingo, Fabi Cantilo, Calamaro...), El amor después del amor es una obra maestra basada en la genialidad de catorce piezas. Ni los detractores más acérrimos del rosarino encuentran validez en sus argumentos ante este ejemplo. ¿Por qué resistirse a declarar que es uno de los mejores discos de nuestra música?
¿Sabías, tu chico vio MTV? Cigarrillos que explotan, hay cosas que te ayudan a vivir, tendría que llorar o salir a matar, exterior, día, toma 22, una foto de los Rolling Stones, y te digo que desde adentro nos podemos mover, la petaca se quedó vacía, y no es tan trágico, mi amor, cuando era pibe tuve un jardín, el tiempo es un efecto fugaz, todos ya nos fuimos de casa para tocar rock and roll. La poesía, la combinación de furia rockera en temas como "Tráfico por Katmandú", con el piano melancólico de otros como "Pétalo de sal", los inmortales como "Brillante sobre el mic" o "A Rodar mi vida", la reinterpretación de la historia criminal de "Dos días en la vida", ¡"Tumbas de la gloria"!: la enumeración podría detenerse en todos y cada uno de los temas de la lista. Pero el concepto es quizás lo que en definitiva definió su grandeza, lo que verdaderamente afectó nuestras sensibilidades para siempre. Tan simple como eterno, el cuestionamiento sobre lo que vendrá, la incertidumbre del futuro quedan cancelados con la premisa: después del amor, hay amor. ¿Qué más queremos?
Ayer Fito protagonizó el lanzamiento de la gira mundial por los veinte años de El amor después del amor en el Samsung Studio. El 2 de junio comenzará en el Movistar Arena de Santiago de Chile, el recorrido que lo llevará tocar en toda Latinoamérica y Estados Unidos para finalizar en octubre con un show en el Planetario, en el marco del Movistar Free Music.
Entonces, recordamos el disco entero.
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