Fiebre de fans, show lúdico y una voz especial
Hubo peluches y obsesión fálica en la fiesta que la diva pop ofreció para sus jóvenes seguidoras, en Buenos Aires
Contra viento, frío y lluvia, en un paisaje que por momentos parecía apocalíptico, miles de fans desafiaban a las fuerzas naturales en el estadio GEBA, sin parar de gritar el nombre de su adorada Miley Cyrus.
A las 20.55, cinco minutos antes de lo pautado, se empezaron a escuchar los primeros acordes de "SMS" y detrás de unas tiras plateadas irrumpió finalmente ella, vestida con una malla de dos piezas blanca con círculos amarillos, una capa emplumada y una bolsa para recolectar lo que el público le fuera tirando. Rodeada de bailarines con trajes de animales coloridos y una enana con una máscara que emulaba a Britney Spears, Miley agradeció innumerables veces que su gente estuviese ahí, aunque el clima no acompañara. También pidió perdón por la ronquera de su voz. "Salí anoche", justificó brevemente.
Así comenzó la quermés de peluches, globos y una pantalla lisérgica en la que se sucedieron imágenes lynchianas con la cabeza de Miley incrustada en un pollo, ventiladores gigantes que parecían romper la cuarta pared, unos simpáticos dibujitos animados, panchos y videos de la chica de Nashville bastante subidos de tono.
Propuesta osada
Bangerz Tour, la gira del disco homónimo que arrancó en febrero en Vancouver, finalmente, había llegado a la Argentina y con ella una nueva y controversial Miley Cyrus. "Es una zarpada", se escuchó de la finita voz de una de sus seguidoras que, junto a su tía, observaba atenta el show mientras su heroína bailaba con una banana gigante entre sus piernas.
La adolescencia tardía de Destiny Hope -el verdadero nombre de la ídola teen- es su mejor versión. Desde que Hannah Montana, la nena buena de Disney, se hizo rebelde y empezó a buscar su propio camino, casi todos hablan de su costado provocativo. El despojo de su ángel infantil se vio en su máxima expresión cuando el año pasado se vistió con un bikini de látex y protagonizó una escena sensual con Robin Thicke en la ceremonia de entrega de los MTV Video Music Awards. El problema de Cyrus fue el contraste, nada tenía que ver su pelo corto y sus movimientos sexys con su antiguo papel en la exitosísima serie de Disney. Sucede que Hannah Montana había muerto y reencarnado en una mujer. Miley no había hecho nada que Madonna, la reina del pop, no hubiera explorado antes. Estaba, de alguna manera, siguiendo sus pasos.
Volvamos al contraste. La puesta en escena de Bangerz trató un poco de eso. Entre penes de distintos tamaños que ella tomaba de sus fans y muñecos infantiles, bonetes y perreo, Miley mostró que ella sólo se desnuda para molestar. Tiene una voz grave, madura y potente, con vestigios de ese country que heredó de su padre. Nada tiene que ver con sus contemporáneas del pop, su registro es distinto. Su propuesta es versátil y amalgama géneros como rap, balada y funk. Es difícil encasillarla.
El show tuvo que adaptarse a las condiciones del lugar, Miley no voló en un pancho gigante ni salió de adentro de una lengua inflable, partes de su show que sí hizo en otros países. Pero se cambió cuatro veces de ropa -siempre bodys coloridos o brillantes con bolsas haciendo juego-, sostuvo una chala gigante, sacó muchas veces la lengua, uno de sus gestos más típicos de hoy, y besó a una de sus bailarinas en la boca. Y también, por supuesto, hizo uso y abuso del twerking, esa provocativa técnica que aprendió de Amazon Ashley, su bailarina de 2 metros de altura, que, con orígenes en el hip-hop, se basa en mover las caderas de manera claramente sensual.
Casi no interpretó canciones de sus otros discos, hizo sólo dos ("Can't Be Tamed" y el tema con el que cerró). Así pasaron "4x4", "Love Money Party", la funky "#GETITRIGHT" y "23" (de Mike Will Made It). El escenario era una fiesta que incluía a su decena de bailarines que lucieron glúteos gigantes y gorros, fueron peluches e hicieron muestras de sus destrezas. El viento aumentó hasta convertirse en molesto y, de a poco, las gotas de lluvia se hicieron más abundantes; sin embargo, nadie se movió. Las fans esperaban "We Can't Stop" y "Wrecking Ball", pero antes llegaron las baladas "Adore You" y "Drive", y la versión libre del clásico beatle "Lucy in the Sky With Diamonds", que combinó perfecto con lo experimental de la propuesta.
El frío y la lluvia no amilanaron a Miley, siempre con su poca ropa. Caminaba entre el público en la pasarela, "pescando" elementos que se iba poniendo: una campera con un "It's Miley, bitch" escrito en la espalda, anteojos coloridos que le hacían juego con su ropa fluorescente y objetos fálicos con los que jugaba. La joven de 21 años parecía coquetear con su costado sensual, convirtiéndolo en parodia.
Entonces, bajo la lluvia intensa, Cyrus sacó su trío infalible y primero hizo bailar a 20.000 adolescentes con los dos hits de Bangerz que sus chicas aclamaban. Cuando parecía que todo había terminado, volvió vestida con un body con la bandera de Estados Unidos de motivo y "Party in the USA" se hizo himno en el estadio. El papel picado terminó de animar la fiesta osada y psicodélica que la cantante de Nashville vino a celebrar. Había pasado una hora y cuarenta. El merchandising esperaba afuera, también cientos de papás.
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